La emergencia sanitaria originada por el coronavirus hizo que las celebraciones litúrgicas de esta temporada sean sin fieles. Y así, con pocos sacerdotes y acólitos y sin público, se celebró la Misa del Domingo de Ramos. La ceremonia de la Catedral de Montevideo estuvo presidida por el Arzobispo, Card. Daniel Sturla, y se transmitió por el canal de Youtube ICMtv, por VTV y por el canal Asuntos Públicos de VTV. Los demás sacerdotes de la Iglesia de Montevideo celebraron también de modo privado y en algunos casos hicieron transmisiones a través de redes sociales.

La Misa, que fue seguida en vivo en Youtube por unas 1.700 personas, comenzó al fondo del templo con la bendición de los ramos, el signo más visible de la liturgia de este día. Las palmas y ramos manifiestan que la muerte en la cruz es camino para la victoria. La bendición se hizo extensiva a quienes tenían ramos en sus casas.

La procesión fue por demás breve: del fondo al frente del templo. Junto al Cardenal estaban el Obispo Auxiliar Mons. Pablo Jourdan, el párroco de la Catedral Juan González y el padre Iván Núñez. Acompañaron algunos seminaristas.

El Evangelio fue el de la Pasión del Señor. Después del mismo, el Arzobispo dirigió unas palabras a quienes lo escuchaban por internet o por televisión.

"Esta semana tan especial está llamada a ser la más santa Semana Santa de nuestra vida. En medio de la dificultad, el dolor por los fallecidos, la preocupación por los hermanos que están en CTI, los enfermos. Mantenemos firme la esperanza de la fe", comenzó. 

Luego se centró en el misterio que se comienza a vivir esta semana, que calificó como la "del amor más grande que ha pasado por el mundo: el amor de Dios, que en su Hijo se entrega por nosotros". "Cristo vence, es el señor de la historia, es el que nos dice 'estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo'. Saldremos de esta situación de dolor. Ni la enfermedad, ni el pecado ni la muerte tienen la última palabra; es de Cristo, que vence desde la cruz y con su resurrección. Hacia Él volcamos nuestra mirada y nuestro corazón".

Luego acercó esta realidad teológica al contexto actual, donde el coronavirus ha traído dolor e incertidumbre. Invitó a que en esta situación también se le pueda hablar con confianza a Jesús y decirle "Sé que no seré defraudado": "Sabemos que el Señor está con nosotros y mira al fondo de nuestro corazón y lo llena de paz y de esperanza en este tiempo".

El sentido del dolor

Entonces, el Cardenal se centró en el sentido cristiano del dolor. "El dolor cristiano es un dolor cargado de amor. Por eso da frutos dulces. Está cargado de esperanza y por eso será para bien lo que estamos viviendo, aunque nos cueste comprenderlo". 

"En cambio cuando el dolor se llena de enojo, de ingratitud, la amargura... podemos estar tristes con la Catedral vacía, pero no amargados. Podemos estar tristes por no poder recibir ala comunión sacramentalente. Pero este obispo al comulgar siente en el corazón, junto con la tristeza, la esperanza de la fe. Sé -sabemos- que no seremos defraudados", confió.

Al terminar, invitó a caminar en presencia de María, que es madre de Dios, de la Iglesia y de cada uno. Recomendó vivir esta semana junto a ella, para acompañar más de cerca a su Hijo.

La Misa siguió como de costumbre. En el momento de la comunión, se puso en pantalla la oración de la comunión espiritual, invitando a todos a expresar con el corazón su deseo de recibir a Jesús en la Eucaristía.

Después, el Cardenal colocó la hostia en la custodia y salió al atrio de la Catedral para bendecir a la ciudad, tal como se comenzó a hacer los domingos en las parroquias de Montevideo. Se trata de una manera de pedir la protección de Dios para todos, implorando el fin de la pandemia del coronavirus.

Una persona que pasaba se arrodilló, fue uno de los pocos testigos presenciales de la bendición, junto a algunos camarógrafos.