Conocemos la vida y el legado de la madre Francisca Rubatto de la mano de la Hna. Nora Azanza.
La noticia llegó el 22 de febrero de 2020: Uruguay tendrá a su primera santa. Se trata de la actual beata María Francesca di Gesù, la fundadora de la congregación de las Hermanas Terciarias Capuchinas de Loano. La madre Francisca Rubatto, (nombre por el que también se la conoce) nació en Italia el 14 de febrero de 1844 y falleció en Uruguay el 6 de agosto de 1904. Si bien no nació en este país, es considerada uruguaya porque su misión la desarrolló en este territorio. Entre Todos dialogó con la Hna. Nora Azanza, religiosa de la Congregación Hermanas Capuchinas de Madre Rubatto, para conocer la historia de la comunidad, su carisma y cómo funciona la obra hasta hoy.
¿Cuándo nace la congregación?
La congregación fue fundada en Loano —una pequeña ciudad de Italia— el 23 de enero de 1885. Nace a través de la intención de un sacerdote capuchino (el padre Angélico de Sestri) y una señorita (Ana María Rubatto) que querían unir a un grupo de jóvenes que vestían el hábito franciscano y consagraban su vida a Dios para encargarse de la asistencia de los enfermos. A fines del siglo XIX, y hasta principios del siglo XX, habitualmente los ricos que estaban enfermos se asistían en su domicilio, mientras que los pobres lo hacían en hospitales. Esta joven, Ana María —que ya tenía cuarenta años y estaba consagrada a Dios como laica—, iba a pasar sus veranos ayudando en estos hospitales ya que tenía una posición económica buena, que no era de cuna sino que había sido adquirida por su trabajo con una rica señora de Turín. La ven a ella muy piadosa, muy servicial, con los ojos abiertos sobre la realidad y la invitan a ponerse al frente de esta comunidad. Primero dijo que no, después, con un camino de discernimiento, finalmente aceptó. Pero ella pone una condición: que junto al cuidado de los enfermos se hicieran los oratorios festivos, poder promover a la persona a través de la enseñanza de las primeras letras y enseñarles algunos oficios para que se ganasen dignamente la vida.
¿Cuándo llega a nuestro país?
El próximo 24 de mayo se cumplirán ciento treinta años de presencia de la congregación en Uruguay. Madre Francisca sale de Génova entre el 2 y el 3 de mayo de 1892 con tres hermanas más. Vienen invitadas por el padre Angélico, el mismo que la invitó a fundar la congregación. Él había venido antes y fundado los conventos que estaban en Montevideo. Al llegar al país, fueron directamente al Hospital Italiano y se llevaron la sorpresa de que nadie las esperaba. El obispo estaba reticente porque era un hospital dirigido por masones. Pero ella se quedó. Empezó a hacer su trabajo, sin hablar de Dios a ningún enfermo pero sí prestando servicios de alta calidad humana. El obispo le dio su apoyo y le dijo que podía seguir adelante. Ella atendía a los enfermos italianos migrantes.
¿Cuál es el carisma que las distingue?
El carisma tiene un núcleo y algunas ramas. Todo carisma tiene tres características: es una misión para vivir, se vive con un estilo evangélico y con una espiritualidad propia. Nosotras tenemos como base la espiritualidad franciscano-capuchina pero con rasgos propios. El carisma que nos describe es amar a Dios y servir a las pobrezas y necesidades de los hermanos en cualquier condición, privilegiando a los pobres de las periferias existenciales que no es solo la pobreza material.
Para poder hacer esto, nosotras nos definimos como seguidoras de Cristo crucificado y resucitado. También como una familia en el Señor a través de la vida fraterna, —como quiso Francisca— un pan partido y compartido, el valor de la eucaristía, la confianza en la divina Providencia y el ser apóstoles de gracia y de salvación para toda persona. Esto lo vivimos como hermanas menores, en el medio del pueblo, con sencillez, humildad y disponibilidad.
¿Cuál es la vivencia de las hermanas? ¿Cuál es la vivencia suya personal?
Creo que si estamos acá es porque estamos contentas y convencidas. La mía propia la voy a definir con una metáfora: es como un vestido a medida. Siento que esto me completa, y plenifica todo mi seguimiento a Jesús. Cuando entré a la congregación me enamoré de la vida de la madre Rubatto. Sentí que yo quería ser mujer y seguir a Jesús al estilo de ella, pero siendo la hermana Nora.
¿Cómo funciona la obra en la actualidad?
La obra actualmente tiene distintos matices según el lugar donde se encuentre, porque el carisma es algo dinámico, que se incultura en las diversas realidades. Nuestro trabajo está enfocado en la educación, la salud y la promoción humana, por supuesto atravesado por un sentido de Dios. En Italia, donde se fundó, está especialmente desarrollada la parte asistencial. Esto es el cuidado a enfermos y el acompañamiento a los ancianos, pero también con mucho trabajo en las parroquias y con los jóvenes. En Argentina y Uruguay, que forman una región, se desarrolló mucho la pastoral educativa. En total —entre los dos países— tenemos once colegios, que educan con un sentido misionero a sus alumnos. También está presente la ayuda a las parroquias y un trabajo social hacia los más pobres.
¿Qué siente ante el hecho de que su fundadora sea la primera santa de Uruguay?
Siento un gran orgullo. En la vida de Francisca Rubatto no hay nada extraordinario, es una santidad tan sencilla, tan al alcance de la mano. Fue una mujer que vivió su feminidad y que respondió en lo concreto de la vida con manos a la obra. Vivo el hecho de la canonización como un don de Dios al pueblo uruguayo y a la Iglesia. Ella amó mucho al Uruguay e incluso quiso quedarse aquí, por eso sus restos están en el santuario.
Me parece que fue muy oportuno el decreto de su canonización, que salió días antes de que se declarara la pandemia. Nosotras nunca cerramos el santuario y tenemos testimonios de verdaderos milagros. Lo siento como una providencia de Dios. Los teólogos dicen que madre Francisca hizo extraordinario lo ordinario y su vida es como una palabra de Dios para nuestro tiempo.
¿Cómo fue el proceso de canonización?
El proceso comenzó en las diócesis donde ella vivió: en Génova, donde estaba la Casa Generalicia y en Montevideo. Empezaron recogiendo testimonios, que se hicieron en base a las virtudes teologales y cardinales. Después se contó cómo vivió ella. Al reunir toda la información se vieron cuáles fueron los vacíos que quedaron en esta historia. Había un gran vacío de su infancia y juventud. Algunos hechos que llamaron la atención a los teólogos tuvieron relación con que la madre Francisca había llevado a hermanas muy jóvenes a la selva amazónica y que había actuado con justicia con una hermana que había salido de la comunidad. Eran veinte puntos. Tuve la gracia de poder trabajar en eso, justificarlos y encontrar material para comprobar que no había sido así.
Resuelto eso, se entregó el material a estudiar a nueve teólogos distintos que nunca vamos a saber quiénes fueron. Después hubo un milagro de un niño en Italia. Con ese milagro y el estudio de los teólogos, se la declaró beata (N. del R.: Fue declarada beata por san Juan Pablo II el 10 de octubre de 1993).
Para declararla santa solo se necesitaba un milagro más, el cual se le adjudica a un joven de Colonia que tuvo un accidente en el año 2000. Fue un solo proceso dividido en tres partes. Cuando se aclaran la heroicidad y las virtudes es venerable, cuando viene el primer milagro es beata y cuando viene el segundo milagro es santa.
¿Qué sucedió con el joven a quien se le adjudica el milagro de madre Francisca?
Se llama Jonathan: hoy es un hombre que se casó y formó su familia. Él tuvo un accidente en abril del 2000 y tuvo una hemorragia muy severa. Cuando llegó a Montevideo no se encontraban los papeles de su internación; ya estaban en la morgue porque pensaban que no iba a sobrevivir. Los médicos pensaban que si sobrevivía iba a tener secuelas importantes. Finalmente no sucede ni una cosa ni la otra. Él se despierta al poco tiempo con todas sus funciones bien y en agosto de ese mismo año ya estaba cursando la escuela.
La cura milagrosa implica que, habiendo estado desahuciado, la persona puede comenzar en pocos meses una vida normal y sin secuelas. Hasta último momento se nos pidió hacerle estudios médicos para ver cómo estaba su cerebro, y en todo momento se encontraba en perfecto estado.
2 Comments
Al final llega el día esperado, Santa por un milagro que se le encomendó a otra Santa. Ojalá Uruguay conozca a Francisca Rubatto, una mujer simple, que no quería el honor de los altares. Sino ser enterrada entre sus pobres de La Teja
Santa María Francisca de Jesús Rubatto cuántos serán tus milagros no revelados por tu humildad