Octubre de 2022. Pablo Rosa y Silvia Carro ya se conocían por su actividad en la pastoral penitenciaria y diversas actividades en la parroquia San Ignacio de Loyola. También los une una profunda amistad.

En ese entonces, le pidieron una reunión al P. Marcelo Coppetti, ecónomo de la arquidiócesis. La propuesta era clara: contarle acerca del proyecto que habían presentado ante el Ministerio de Desarrollo Social sobre un centro de reinserción social y laboral. Su respuesta también lo fue: “Ustedes creen que la Iglesia tiene lugares vacíos, esperando que alguien presente un proyecto, ¿no? Le preguntaré a alguna congregación, pero es difícil”.

“El P. Coppetti es una persona de mucho humor, pero entendíamos que estaba en lo cierto. Con la certeza de que, de nuestra parte, habíamos puesto todo, nos dimos la vuelta y fuimos hasta la Catedral a rezar y a agradecer. Como ya se palpitaba la beatificación de Jacinto Vera, también pusimos nuestras intenciones a los pies de Jacinto, y nos fuimos”, recuerda Pablo.

Lo que ninguno de ellos imaginaba era que, apenas dos días después, llegaría un llamado con una noticia: había un lugar disponible para el proyecto, que era ni más ni menos que el anterior Colegio y Liceo San Cayetano. “Esto es claramente un signo de Dios. Nosotros vamos a enseñar valores y un oficio, y justamente San Cayetano es el santo del pan y del trabajo. Es lo que estábamos buscando, y le podemos dar nuevamente vida a estas instalaciones luego de que lo cerraran. Es creer o reventar”, afirma, con alegría.

¿Por qué Cardoner?

Es clara la importancia de darle nombre a las cosas. Además de ser una costumbre tan cotidiana como naturalizada, en el propio evangelio se nos narra cómo Dios le dio control al hombre sobre su propia Creación, otorgándole el derecho a ponerle nombre a todas las cosas (Gn 1-2).

Precisamente, este nuevo proyecto también encontró su identidad en su imagen. “Cardoner es el río que San Ignacio, cuando subía de Manresa, cruzaba para ir a la Iglesia San Pablo. Él mismo cuenta en su biografía que ahí fue donde tuvo esa visión de Cristo que le abrió el conocimiento, y a partir de eso vio nuevas todas las cosas. Esa es la clave del hogar: que el Cardoner sea la herramienta para ver nuevas todas las cosas, incluso su vida”, explica Pablo (45), coordinador del proyecto.

Para la obra se contrató a personas que hubiesen pasado por otros programas de reinserción social. Fuente: R. Fernández

La necesidad del cambio

“Esto es un sueño hecho realidad, porque responde a preguntas que nos hemos hecho todo este tiempo en determinados caminos de la pastoral social, en ollas, en paradores, en la pastoral penitenciaria. Nos preguntábamos qué más podemos hacer por estos muchachos, porque se repiten los años, las caras, las historias, y ese famoso síndrome de la puerta giratoria. En un momento, seis de cada diez personas que estuvieron privadas de libertad vuelven a delinquir, y a su vez la mitad de los que no reinciden quedan en situación de calle. ¡Es un dato tremendo! Ocho de cada diez personas que estuvo privada de libertad no se puede volver a reinsertar en la sociedad”, detalla.

“Esto no es un refugio; acá vienen a cumplir un proceso”

Pablo Rosa

En este sentido, el cometido del Hogar Cardoner es generar en veinte exreclusos la posibilidad de una reinserción social y laboral, factor clave para disminuir su probabilidad de reincidencia. “Una arista fundamental es volver a generarles la dignidad del trabajo, así que esta propuesta debía venir sí o sí de la mano con una capacitación laboral, sino ellos pueden terminar volviendo a la que era su zona de confort. Ya tenían su recorrido, sabían en dónde pedir ropa, a qué olla ir y conservan sus amistades de cuando delinquían. La idea es que salgan adelante por ellos mismos y devolverles la esperanza de poder revincularse con sus familias. Generar contactos positivos y devolverles la dignidad del trabajo”, sostiene.

Idas y vueltas del proyecto

“Nos juntamos en setiembre del año pasado y el proyecto lo debíamos presentar el 24 de ese mes, día de Nuestra Señora del Merced. Teníamos una semana o, como mucho, diez días para armar un proyecto y estudiar las problemáticas. Nos juntamos para comenzar a trabajar y, gracias a Dios, se extendió el plazo hasta el 1º de octubre. Cerraba a las doce y doce menos cinco estábamos enviando el proyecto”, recuerda Pablo, para luego comentar las distintas dificultades que surgieron.

El Hogar Cardoner se proyecta a futuro, pero sin descuidar su pasado. Fuente: R. Fernández

“El principal reto fue conseguir el lugar. El proyecto se presentó un miércoles y el viernes me llamó el diácono Mauricio Calleo para decirme que estaba todo arreglado y que fuera a hablar con el P. Ojeda, que nos entregaría las llaves del Colegio y Liceo San Cayetano, que había estado bajo la administración de Fundación Sophia pero, poco después, había cerrado. Nosotros teníamos un proyecto grande, hecho con el corazón, pero no pensábamos que nos iban a entregar estas instalaciones. Yo esperaba algún depósito, algo medio escondido. No esperábamos que fuese tan grande la respuesta de Dios”, reconoce, para luego enumerar las problemáticas que encontraron: “Aparecieron una gran cantidad de contratiempos. Desde la luz, que no estaba muy prolija y hubo que hacerla desde cero, hasta el techo que se llovía. No había agua, los tanques estaban rotos. Ni siquiera estaban los planos sobre los que pudiésemos trabajar, y se tuvieron que rehacer. La situación no era sencilla, pero gracias a Dios contamos con mucha ayuda, ya sea desde la oración o para venir a compartir una jornada con nosotros”.

Una propuesta integral

Un diferencial del Hogar Cardoner será ofrecer un abordaje amplio de la problemática. No solo aprenderán el oficio de la panadería, sino que se realizarán diversos talleres sobre deporte, manualidades e, incluso, tendrán un consultorio odontológico. “Vamos a abordar todo, incluso la salud mental. Creo que, en ese proceso, el deporte es clave para transmitir valores. Parte de esta reinserción es generar en ellos una metodología, y que adopten, más allá de la salud mental, el compañerismo, la disciplina, el esfuerzo, el respeto por el compañero, y todo eso. Esto no es un refugio; acá vienen a cumplir un proceso. Van a tener una gran cantidad de talleres y también actividades curriculares que involucrarán cuatrocientas cincuenta horas prácticas y más de cien horas teóricas”.

“Esto es claramente un signo de Dios”

Pablo Rosa

Esta iniciativa fue electa junto a otras once propuestas, sobre un total de ciento veinte postulaciones. Según la coordinación del hogar, esperan inaugurarlo este mismo mes: “Nuestro objetivo es estar operativos en las próximas semanas, queremos que las veinte camas ya estén ocupadas, que no haya personas en la calle.

Para colaborar, los interesados se pueden contactar al 099 258 313, por correo electrónico a hogarcardoner@gmail.com o por sus distintas redes sociales.

Por: Leandro Lia

Redacción Entre Todos