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Nos preparamos para la procesión de Corpus Christi

Se acerca una nueva edición de la procesión de Corpus Christi. La celebración se está preparando para el domingo 2 de junio, y el punto de encuentro es la plaza Fabini (Av. Libertador y Colonia) a las 15 horas. Escribe el Pbro. Sebastián Pinazzo.
El Pueblo de Dios junto a Jesús Eucaristía. Fuente: R. Fernández

El lema para este 2024 es "Yo soy. El que era, el que es y el que viene". Para desentrañar el significado del lema de la procesión de Corpus Christi de este año les propongo una serie de tres catequesis. En esta primera entrega me concentro en la primera parte del lema, la cual hace referencia al nombre con que Dios se presentó a Moisés en la zarza ardiente: "Yo soy“ (Cf. Ex 3,14). En el nombre de Yahvé la tradición ha visto la revelación del misterio del ser de Dios:

— Dios es fiel: "Yo soy el que estoy“. La mentalidad hebrea en el Antiguo Testamento es muy concreta: "ser“ significa "estar“. Bajo esta perspectiva Dios se presenta a Moisés como el Dios fiel, el Dios que está junto a su Pueblo y lo acompaña en su devenir histórico.
— Dios es totalmente otro: "Yo soy lo que yo soy“. Dios no se deja definir desde fuera de sí mismo. Al decir "Juan es un ser humano, es hijo de Pedro y Ana, es panadero, etc.“ definimos a Juan por la especie, la filiación o la profesión. Con Dios esto no es posible: Dios es Dios, totalmente otro respecto de todo lo creado, sin que podamos encasillarlo en nuestras categorías.
— Dios es la fuente del ser. "Yo soy el que hace ser“. Todo lo que existe tiene su origen en Dios: de Él reciben el ser las criaturas cuando son llamadas a la existencia y al ser conservadas en ella. El libro de la Sabiduría lo expresa con belleza: „Tú amas todo lo que existe y no odias nada de lo que has hecho, porque si algo odiaras, no lo habrías creado.“ (Sb 11,24).
— Dios es la plenitud del ser: "Yo soy el que es“. Todo lo creado posee el ser de un modo finito, limitado, temporal. Las criaturas no son el ser, sino que participan del ser. Por el contrario, Dios fue, es y será siempre Él mismo.

Al revelarse como "Yo soy“ Dios nos indica que únicamente en la recta relación con Él — en la confianza en Él y en la obediencia a Él — encontramos la plenitud de nuestro propio ser, es decir, la felicidad. El culto de adoración es la ofrenda a Dios de todo lo que somos como reconocimiento de que Él es la fuente y la plenitud de nuestro ser.

La historia de Israel muestra que los hombres, una y otra vez, caemos en la idolatría: ponemos la confianza en falsos dioses, obedecemos al tentador y nos postramos ante los ídolos.

Con su entrega filial en la cruz, culmen de la confianza y de la obediencia a Dios, Jesucristo ha ofrecido de una vez y para siempre el culto de adoración perfecto. Uniéndonos a su sacrificio en la Santa Misa y prolongando nuestro culto en la Adoración Eucarística también nosotros podemos adorar al Padre en espíritu y en verdad. Adoremos a Dios como Dios quiere ser adorado — no como los israelitas que, siguiendo sus inclinaciones, construyeron un becerro de oro al que adorar (cf. Ex 32) —; adorémoslo como Jesucristo, el Cordero sin mancha que, obediente al Padre, se ofreció a sí mismo como víctima pura, santa e inmaculada.

Segunda catequesis del P. Sebastián Pinazzo: disponible aquí

Tercera catequesis del P. Sebastián Pinazzo: disponible aquí

Comentarios(2)

  1. María Beatriz Iglesias Sanz says

    Muchas gracias, p. Sebastián.

  2. Silvia Levrero says

    Magníficas exposiciones porsu claridad y su enseñanza catequética. En ambas se busca con éxito hacer comprender hasta donde la mente humana puede aquello que sobrepasa todo entendimiento: Dios.
    Gracias por hacernos más concientes de la verdadera identidad de Jesús. La única actifud ante Él es la adoración y el reconocer nuestra pobreza y limitación tomando verdadera conciencia de que a Éĺ y solamente de Él recibimos la vída y todo lo demás. Suyo es el Amor el Poder y la Gloria. Suyo es el Perdón, la Misericordia y la Justicia. Postrándonos adorémosle!

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