Misa por 125 años de la llegada de la Madre Francisca Rubatto al Uruguay
En un ambiente de fiesta el miércoles 9 de agosto se celebraron, en una Catedral Metropolitana colmada, los 125 años de la llegada de la beata Madre Francisca Rubatto a nuestro país. En la Misa estaba presente la Madre Superiora General de las Hermanas Capuchinas de la Madre Rubatto, Carmen Cimarolli, además de superioras y hermanas que llegaron de varios rincones del planeta.
La Eucaristía fue presidida por el Padre Daniel Kerber, ya que el Cardenal Daniel Sturla se encontraba en Tacuarembó a raíz de la pascua de Monseñor Julio Cesar Bonino. Además asistieron a la celebración alumnos, ex alumnos y funcionarios de los cuatro colegios rubbatianos que hay en el país, así como muchos laicos vinculados a la obra de las Hermanas Capuchinas.
Francisca Rubatto “la mujer fuerte”
Al comenzar la celebración, la Madre Superiora General de las Hermanas Capuchinas de la Madre Rubatto, Carmen Cimarolli, leyó una líneas en italiano sobre lo que significaba esta celebración.
Recordó que “la Madre Francisca en 1892 llegó con otras tres hermanas a Montevideo”. Y compartió que el corazón de toda la comunidad “se siente conmovido, porque quién iba a pensar que tantos años después seguirían presentes en el Río de la Plata”.
La Superiora General definió a la Madre Francisca como “la mujer fuerte”, que abrazó “una realidad apostólica siempre tan intensa como profunda en su vida”. Definió la llegada de la beata a estas tierras como “un segundo Pentecostés para la Madre Francisca” y dijo que el primero “fue la fundación del Instituto en el año 1885”.
Una vida sensible al Espíritu Santo
La madre Carmen Cimarolli sostuvo que “hay personas que no se conocen, pero viven la cordialidad recíproca, hablan la bellísima lengua de la caridad, el amor y el perdón, que los impulsa más fuerte”. “Ella, nuestra madre, anima y sostiene en el camino iniciado a tantas hermanas, poniéndose en manos de la Divina Providencia” agregó.
Más adelante, la Madre Superiora recordó que Francisca Rubatto “nos llama a asumir con empeño la evangelización, que requiere nuestra mente y corazón, pero sobre todo mueve nuestros más profundos resortes humanos y espirituales, y nos hace sensibles a la acción del Espíritu”. Aseveró que “nos hace vivir el carisma como un signo para el mundo, que necesita a Cristo”.
Sobre el final de su alocución dijo que “como la Madre Francisca nos ha enseñado no hay que limitarse en la misión, porque <<quien ha comenzado la obra en nosotros, la llevará a buen término>>. “La acción de Dios se hizo transparente en la vida y el mensaje de la Madre Francisca. Ella, la mujer fuerte y llena de asombro, ha iniciado un nuevo camino” concluyó.
La Madre Rubatto “encontró a Cristo en los demás”
En la homilía, el Padre Daniel Kerber mostró su alegría por celebrar “este nuevo aniversario de la presencia de las Hermanas Capuchinas de la Madre Rubatto entre nosotros”. También agradeció a la Madre Carmen Cimarolli por su asistencia.
Refiriéndose al Evangelio leído en la celebración, el Padre Kerber dijo que “muchas veces pensamos que esto está referido al futuro. Y sin embargo, Jesús no está hablando del futuro, estaba hablando del hoy, y en su momento le estaba hablando a sus discípulos de cómo tenían que actuar”. Recordando el texto remarcó las palabras “¿cuándo te dimos de comer, cuándo te dimos de beber?”, ¿qué responde el Señor? Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”.
Fue enfático el sacerdote al decir que “nosotros, como Iglesia, ustedes como congregación, no somos una obra social, no somos una ONG que brinda servicios”. Y agregó “ella no se gastó para dar servicio y para levantar la calidad de quienes estaban sufriendo; aunque lo hizo”. Marcó que “lo que encontró en ellos fue a Cristo, y porque encontró en ellos a Jesús, encontró esas fuerzas para cruzar el mar tantas veces”.
“La vida no tiene sentido si no somos santos”
Más adelante, el presbítero señaló que con su entrega la Madre Francisca dejó claro “que la vida no tiene sentido si no somos santos”. Argumentó que “tenemos que reconfigurar lo que significa esta santidad” porque “la llamada de ella no es sólo para las monjas”. Mirando a los alumnos de los distintos colegios sostuvo “ustedes tienen que ser santos”.
El Padre Daniel Kerber, recordaba que la Hermana Carmen hablaba de la madre en su discurso. “Una madre nunca puede celebrar si sus hijos no celebran, una madre no puede estar feliz si sus hijos no están celebrando lo felicidad que ella tiene” remarcó.
Continuando su homilía, el sacerdote mencionó que “esta mujer quiso entregarse al Señor y encontró en esa entrega una felicidad plena”. Y preguntó a los presentes, “¿ustedes están entregándose así?”.“Esa es la llamada que nos hace en estos 125 años, a vivir la radicalidad de una vida entregada al Señor y que vale la pena” subrayó.
El Padre Kerber sintetizó que “ser santo es acoger el don de Dios, que nos regala la vida y gastarla”. Con respecto a la beata dijo que “celebramos a una mujer que gastó su vida entregándose al Señor, allí donde la Iglesia la llamara”. Agregó que “el Señor nos regala el ser plenos y nos invita a seguirlo; a cada uno en su lugar y en su vocación, pero no podemos dar menos que la vida”.
Para finalizar, el presbítero llamó a “darle gracias al Señor por este modelo que puso en medio de nosotros. Y que nos muestra que es posible, en la cotidianidad de nuestra vida, darlo todo”. Esta fue la última etapa de los festejos que comenzaron el lunes 7 y se extendieron hasta el miércoles 9 de agosto.