Se celebró el 7° Gran Rosario de Bendiciones para las Familias y participaron miles de personas
“No va a llover. En otras cosas la gente tiene ‘plan b’. Acá no hay ningún ‘plan b’, el ‘plan b’ es Dios y Él no es ‘plan b’, así que no va a llover”. Contundente. Así respondió el pasado viernes una de las organizadoras del Gran Rosario de Bendiciones Para las Familias ante la pregunta de qué sucedería en caso de lluvia. Dicen que la fe mueve montañas. El sábado la fe movió las nubes.
La fiesta estaba preparada desde hacía meses. Cerca de 20 personas en la organización estable, otras 300 en los momentos previos. Escenario armado desde el viernes, el sábado pusieron reclinatorios, un atril, plantas, faroles y un Cristo crucificado. Cámaras y luces en sus lugares, sillas ya desplegadas, materiales preparados, cartelería en su lugar. Estaban llegando algunos sacerdotes para disponerse a confesar, los servidores ya estaban casi todos,unos pocos centenares de personas ya aseguraban su lugar en las sillas de plástico. Y se largó la lluvia.
Los más ingenuos pensaron que pasaría en seguida. Otros sabían que duraría un buen rato. Entre los que estaban todavía en su casa, muchos se preguntaron si el Rosario efectivamente se realizaría o no. Allí, en el predio de la Aduana de Oribe, nunca hubo dudas: no iba a llover para el Rosario. Al parecer, María estaba pidiendo más fe, y los servidores reaccionaron. Empapados como estaban, desprotegidos ante las gotas gordas, se arrodillaron y rezaron un Rosario, pidiendo a la Virgen que moviera las nubes para su fiesta.
🤚En la tarde del sábado, mientras llovía en la Rambla, rezamos el 📿 rosario de rodillas junto a los jóvenes servidores para pedirle a la Virgen que pasen las nubes y se restablezca el clima para que se pueda realizar el #RosarioDeLasFamilias 👨👩👧👦. @ICM_uy @iglesiauy pic.twitter.com/AmjFXcPYWu
— Marcelo Marciano (@marcianomarcelo) 28 de enero de 2018
A la media hora, el cielo se abrió y todo se pudo desarrollar como si nada hubiera pasado. Apenas hubo que cancelar una cosa, las pantallas gigantes ubicadas a ambos lados del escenario. Lo demás, se vivió tal cual estaba previsto, en un clima de fiesta familiar.
Nada más llegar, los fieles se encontraban con alguno de los 300 servidores, que le salían al encuentro para ofrecerles tres cosas: un rosario de plástico, una tulipa con una vela, y un folleto donde explicaba cómo rezar esta oración y cómo prepararse para la confesión. Los participantes eran de todos lados, incluso del interior del Uruguay y de Argentina. Esta es la séptima ocasión en que se realiza el Rosario de Bendiciones, algo ya tradicional en el cuarto sábado de enero, y la convocatoria es cada vez mayor.
El Cardenal Daniel Sturla estaba cerca del escenario, saludando a todos los que se acercaban. Los demás sacerdotes estaban un poco lejos, en las zonas destinadas para las confesiones. Allí las personas hacían fila para poder recibir esta gracia y mantuvieron a los padres varias horas “ocupados” administrando el perdón de Dios.
Cerca de las 19.30 llegó la imagen de la Virgen María. Es la del Santuario de la Medalla Milagrosa (en la Unión), viajó en una camioneta especialmente acompañada. Una decena de servidores la llevaron en andas con sumo cuidado y veneración. La estatua, preciosa, estaba adornada con claveles y rosas blancas, junto a algunos ramitos de ilusión. “¡Mamita!”, gritaba una señora al verla pasar. Muchos le sacaban fotos, estiraban su mano como para tocarla, rezaban en silencio o en voz alta. Era una especie de euforia poco comparable a otras manifestaciones.
La Virgen fue colocada en el escenario, del lado derecho. Atrás el cielo adquiría tonos claros y rosados, de una belleza poco habitual. En ese marco, se liberó un rosario hecho con globos celestes, blancos y amarillos. Repletos de helio, los globos se elevaron hasta perderse de vista, como en una imagen de las oraciones que poco más tarde subirían hasta el Señor.
El Cardenal subió al estrado y dio la bienvenida a todos. Luego dirigió unas palabras sobre la familia, con énfasis en tres ideas: “Estar atentos, rezar juntos y tener el apuro por anunciar a Cristo Jesús” (se puede leer su intervención completa aquí).
Después hizo uso de la palabra el Padre Fabián Barrera, vicentino, uno de los que inició este Gran Rosario. Aunque ahora vive en Argentina, sigue muy unido a Uruguay y pudo volver para la ocasión. Antes de comenzar, se encendieron las candelas del pasillo central y unos a otros se fueron pasando el fuego para prender la vela que habían recibido. Comenzaba el atardecer y la zona se iluminó con las luces que aportaba cada uno.
El Rosario fue rezado por todos, en voz alta. El P. Barrera anunció los misterios gozosos, él guió el primero. Al terminar, todos cantaron el Gloria, una jaculatoria y otra música en honor a María. El coro, compuesto por jóvenes, movía a la piedad. Los siguientes misterios fueron conducidos por los padres Juan Andrés Verde y Guillermo Striebeck. El cuarto se rezó en silencio.
Apenas el zumbido de un dron lograba cortar el ambiente de profunda oración, donde no se oía nada, donde todo ocurría en el interior de las miles de almas allí reunidas. El quinto fue rezado por una familia, cada uno entonó un Avemaría. Después vinieron las letanías y las oraciones finales.
Los sacerdotes que habían estado confesando se subieron al escenario. Allí el Cardenal Sturla agradeció la concurrencia y saludó la iniciativa. Todos sonreían: los que estaban en el estrado mirando a la gente, y los que se encontraban en el pasto -tal vez con frío o con los pies mojados- y miraban a su Madre y a los padres. Todos lo sabían, la fiesta había sido completa. El Cardenal impartió la bendición final y el Padre Barrera anunció que la cita de 2019 será el sábado 26 de enero, el último del mes.
La imagen de la Virgen fue retirada con la misma solemnidad que al principio. La gente, más que antes, se abalanzaba sobre ella. Le gritaba piropos, le decía que era linda, que le hiciera favores. Los niños corrieron la camioneta unos metros, felices de haberla podido ver de cerca. El pueblo se fue dispersando de a poco, en su vehículo, en ómnibus de la calle, en alguno de los tantos buses contratados o caminando. Dos señoras se iban por la rambla, conversando. “Cómo te llena el alma todo esto”, le dijo una a la otra. Quedó claro; Dios no es ningún ‘plan b’.
/Por Carolina Bellocq
3 Comments
REALMENTE MARAVILLOSO!!!
ESTER, ALEJANDRO ECT.
GRACIAS, GRACIAS, EXCELENTE!!!
MARIO INVENTOR Y TODOS LOS COLABORADORES.
DIOS LOS BENDIGA!!!
Santa Virgen María, intercede por las familias de Uruguay y de América.
Realmente una jornada maravillosa. Se respiro aires de Paz y Alegría! , Jesús y María estaban entre y con nosotros!! Gracias a los que trabajaron para que fuera posible y sobre todo Gracias a Dios!!