Nuestro nombre es mariano: la estrella de la mañana es la primera que surge en el cielo y que anuncia el amanecer. Es la estrella más brillante, anima a los que han velado durante toda la noche y manifiesta la victoria de la luz sobre las tinieblas. La Virgen María es para nosotras esta estrella que nos guía siempre en la esperanza. Nuestra comunidad de hermanas contemplativas quiere vivir de la maternidad de María y así enraizarse en el corazón de la Iglesia.

Nuestra vida, enraizada en la tradición monástica, está marcada por la oración del Oficio divino, la adoración eucarística, el trabajo manual y el estudio bíblico. El Espíritu Santo nos envía a vivir el mandamiento del amor dado por Cristo y a dar testimonio en todos los continentes.

Una característica de nuestra vida contemplativa es su impulso misionero, vivido primero en la oración y mediante una presencia visible y accesible allí donde se encuentren nuestros conventos.

Aunque preservando una verdadera clausura, queremos compartir nuestra vida de oración y nuestra formación con aquellos que lo desean y que vienen a recuperar fuerzas al amparo de nuestro convento. Compartimos nuestra vida de oración con aquellos que lo desean invitándoles a la misa, a nuestros tiempos de oración frente al Santísimo Sacramento, así como a las veladas acompañadas de cantos y de textos que conducen al encuentro íntimo con Cristo. En ocasiones se nos pide que animemos un tiempo de oración fuera del convento.

“Una característica de nuestra vida contemplativa es su impulso misionero, vivido primero en la oración y mediante una presencia visible y accesible allí donde se encuentren nuestros conventos”

En respuesta a la sed de verdad de los jóvenes y de búsqueda del sentido de sus vidas, proponemos tiempos de oración, una formación humana, filosófica, teológica, grupos de lectio divina, etc.

También, las hermanas proponemos a los niños tiempos de adoración frente al Santísimo con objeto de despertar en ellos el gusto de la oración y de hacerles descubrir un lazo personal con Jesús.

Nuestro convento ofrece hospitalidad a quienes buscan a Dios y tienen sed de silencio y de oración. Deseamos que nuestro convento sea para todos un oasis de paz, de luz y de amor, donde puedan encontrar la fuerza para vivir cada día su vocación cristiana.

Se nos conoce en Montevideo como las hermanas que cantan. De hecho, nuestra liturgia, de inspiración gregoriana, brota del silencio de la eucaristía y de la oración. Esta liturgia quiere estar al servicio de la Palabra de Dios y ayudarnos a meditarla a lo largo de la jornada.

Hasta ahora, no hemos empezado trabajos artesanales, pero nos gustaría empezar lo más pronto posible. Este trabajo artesanal y artístico es ocasión de dar testimonio de Dios a través del arte, la belleza y la creatividad, en un mundo donde la dimensión religiosa y espiritual ya no tiene mucha cabida.