Entrevista al P. Fidel Oñoro, sacerdote colombiano que fue "elegido por la Biblia" y que predicó en Montevideo
El pasado mes de julio, el sacerdote colombiano Fidel Oñoro estuvo en nuestro país para guiar los ejercicios espirituales del clero de Montevideo. Fue la ocasión para dialogar con él sobre varios aspectos de la oración a la luz de la Palabra de Dios y los textos bíblicos.
¿Por qué se especializó en el estudio de la Biblia?
Yo no he buscado la Biblia, yo no la elegí, la Biblia me eligió a mí. Cuando terminé mis estudios de Filosofía pensé que iba a ser filósofo. Después, durante el estudio teológico, tal vez por mi personalidad un poquito apasionada, me incliné a la Teología, incluso la Teología Litúrgica. Pero de repente comenzó la Biblia a ocupar un lugar importante en mi día a día, los cursos que me pedían que preparara eran sobre la Biblia. Al final no era algo que yo haya buscado, sino que era lo que me pedían.
Cuando tenía ocho años entré a un grupo que se llamaba Infancia Misionera y eso para mí fue determinante. Ni siquiera había hecho la primera comunión y una monjita, en las misiones parroquiales, había formado un grupo. Esta monjita que dirigía el grupo no podía ir a una de las reuniones y entonces se presentó en casa, con la Biblia. Y así sin más, sin esperar respuesta, me entregó la Biblia y dijo: “Este sábado no puedo ir, tú diriges el grupo, esto es lo que tienes que hacer…”. Desde ese momento prácticamente no ha pasado un día que no tenga una Biblia en la mano y un grupo al frente. Son las cosas de Dios y claro que en ese momento no estaba pensando en el sacerdocio, ni en dedicarme a la Palabra.
Luego, cuando tenía 12 o 13 años, yo pertenecía a un grupo de adolescentes y jóvenes de la Renovación Carismática. Y nuestra locura era orar juntos, hacer misiones y leer la Biblia (sobre todo San Pablo y los evangelios). No entendíamos nada, pero la leíamos con un gusto (se ríe). Y después, ya en el seminario, vinieron los estudios y todo apuntaba hacia allí. Tanto es así que cuando me mandaron a Roma yo iba a estudiar Liturgia y el día que llego el superior de mi casa, que era el hermano superior general, me dijo: “Me ha llamado el P. Carlos Mestres y me ha dicho que tienes que estudiar Biblia”. El P. Carlos Mestres era un sacerdote que me había escuchado en Brasil en una conferencia. Así que al final, también por obediencia, estudié Biblia.
¿Qué es la Lectio Divina?
La Lectio Divina parte de una fractura. No es lo mismo la Biblia que la Palabra de Dios. La Palabra de Dios está en la Biblia; pero antecede la Biblia y va más allá de la Biblia. Lo que quiero decir es que la Palabra de Dios está en la vida, está en la naturaleza, está en el Magisterio, está en tantas cosas de Dios. Entonces esta fractura nos ayuda a entender qué es esta Lectio Divina.
Es la escucha de la Palabra de Dios en la vida, con el instrumento de la Palabra de Dios escrita. No es un curso de Biblia, no es un estudio bíblico; es una escucha de la Palabra de Dios que está en la vida. Para esta escucha la Biblia me da la gramática para poder descifrar y entender las voces de Dios y los caminos del Espíritu en mi propia vida y en la historia en la cual camino, de la que soy protagonista actualmente con mi pueblo.
La Lectio Divina es una cosa maravillosa. Es la escucha creyente de la Palabra de Dios; nunca se hará sin la Biblia, pero va más allá de ella. La Palabra de Dios está ahí; el Dios vivo y verdadero que siempre está allí, guiando la historia e interpelando mi corazón.
¿Cómo se accede a la Palabra de Dios a través de la Lectio Divina?
La palabra de Dios es central pero no lo es todo. Cuidado con caer en fundamentalismos; necesitamos de la doctrina, necesitamos de un marco histórico, de la Teología Litúrgica y Sacramental del Catecismo, el Magisterio en todas sus formas. Sin embargo, creo que la Lectio Divina es la punta de lanza de un camino seriamente llevado adelante con Dios.
Si es verdad que Dios es el pastor que guía a su pueblo, yo no puedo seguirlo si no conozco su voz, si no me familiarizo con su voz, si no obedezco su voz. Lectio Divina es lo mismo que decir, “Él es el Señor de la Iglesia”.
Ahora, obviamente esto implica una vida de comunidad, implica una opción de grey; la Lectio Divina no es misión en el sentido de evangelización primera, es para el creyente que camina en comunidad y con su comunidad, y va responsablemente día a día haciendo su ruta con Dios. Y ahí se va completando este camino, por eso digo que no lo es todo pero ocupa un lugar central, que también necesita de la Doctrina, del apostolado, de una vida sacramental y de una dinámica comunitaria.

¿Qué importancia tiene esta cercanía con la Palabra de Dios desde pequeños?
Como cualquier aprendizaje, cuanto más temprano, mejor. Pensemos en la alfabetización y lo mismo con las cosas de Dios. Entre más temprano aprendes la gramática y la forma de leer la vida, mejor. Porque en las fases tempranas y decisivas de la vida es donde uno debe tener ya las competencias para poder administrar la vida, sobre todo en un camino y una opción por Dios.
Igualmente cualquier edad de la vida es buena. Incluso a lo largo de nuestra vida vamos haciendo aprendizajes, replanteamientos y ajustes. Si queremos ser buenos pedagogos entre más temprano (sobre todo infancia y adolescencia), mejor para comenzar el aprendizaje. Porque la Biblia siempre va de la mano de las elecciones de vida. La Biblia no es un libro de informaciones, es un libro de elecciones; eso fue lo que hizo Israel, eso fue lo que hizo Jesús con sus discípulos, eso fue lo que hicieron las primeras comunidades, aprender a elegir la vida con Dios, el Dios del Reino.
¿Por qué libros de la Biblia conviene comenzar a tener un primer acercamiento?
Bueno, no soy el primero en decirlo, es un lugar común pero muy válido; empezar siempre por los evangelios, en plural, los cuatro evangelios. Esa pluralidad es importante; empezar con Marcos que es el más básico, para luego ampliar en la visión comunitaria que nos muestra Mateo, después el impulso evangelizador que nos muestran el Evangelio de Lucas y los Hechos de los Apóstoles (tomado en conjunto), y finalizar con esta visión de madurez, altura y aquilatamiento que nos da el Evangelio de Juan. Entonces es ver a Jesús desde estos cuatro ángulos y estas cuatro fases de la vida espiritual que cada Evangelio nos da.
¿Cuán necesarios son estos momentos de retiro para los sacerdotes?
Los ejercicios espirituales son un momento fundamental en la vida de un sacerdote, porque la nuestra es una historia vocacional. Y es una historia vocacional que partió de un impulso, de una fuerte experiencia de Dios en medio del ajetreo de todos los días. Se puede evaporar así uno tenga oración diaria, se puede evaporar si uno, cada cierto tiempo, no para y retoma el llamado, el amor primero, lo que nos metió en esto. Y esto lo hace examinando el cuadro de la vida y haciendo los ajustes para que haya un camino de calidad, una alegría con convicción, a la altura de las responsabilidades y los desafíos que la vida nos va planteando.
Por eso yo diría, desde mi propia perspectiva, que los ejercicios espirituales son muy necesarios y lo mismo diría para un laico con su vida matrimonial, con su familia, para un ministro de la Eucaristía, para un catequista. El camino con el Señor se hace retomando esos momentos en la ruta para permitirse una renovación continua.
Retiro de sacerdotes: alimento necesario para renovarse
Durante el mes de julio, en la Casa Vianney, se realizó el retiro de los sacerdotes del clero de Montevideo. El encargado de predicar en esta instancia fue el padre eudista Fidel Oñoro. El tema elegido para los ejercicios de este año fue la oración con el Libro de los Salmos. «Los ejercicios espirituales son un momento alto, importante en la vida de un sacerdote cada año. Una semana para volver sobre los fundamentos de la vocación, retomar el camino y proyectar lo que viene. Es un momento de oxigenación, de renovación, de discernimiento en el Espíritu Santo», reflexionó el sacerdote colombiano.
Sobre los Salmos, el experto en Biblia explicó que «son 150 escuelas, 150 piezas, que nos educan en la vida interior y van dando forma a la oración. Ningún salmo se repite, cada uno tiene una identidad propia y eso es lo que redescubrimos en estos días».
Alimento para el viaje
Para el P. Daniel Kerber, Vicario pastoral de la Arquidiócesis de Montevideo, el retiro es parte de la misión de los sacerdotes como pastores. La Arquidiócesis los organiza en dos momentos en el año, para que todos puedan organizarse y elegir las fechas en las que más les convenga. Una de esas fechas suele coincidir con las vacaciones de invierno.
Comparte las palabras de San Agustín, que decía: “Yo soy cristiano con ustedes y soy obispo para ustedes”. Basado en las palabras del santo argumenta que los sacerdotes son «pastores del pueblo, pero también ovejas. También necesitamos que el único Pastor, que es Jesús, nos alimente y por eso partimos el pan de la palabra». «Nos alimenta con su palabra para volver a nuestras comunidades renovados y recreados, para seguir sirviendo», agregó.
Perfil del P. Fidel Oñoro
Nació el 8 de diciembre de 1963 en Baraona, Colombia. Es sacerdote y miembro de la Congregación de Jesús y María (Padres Eudistas). Es licenciado en Ciencias Bíblicas (terminando su doctorado en Salamanca) y fue director fundador de Centro Bíblico Pastoral para América Latina (Cebipal).


1 Comment
Muy buena la información q dio. Que Dios lo bendiga