El 15 de septiembre la Iglesia celebra a Nuestra Señora de los Dolores. La devoción a la Mater Dolorosa es muy antigua y se extendió a la Iglesia universal desde los países mediterráneos, llegando muy tempranamente a Hispanoamérica. El papa san Pío X estableció la fiesta litúrgica ese día en el año 1913. Escribe la Archicofradía del Santísimo Sacramento.
En el Uruguay hay numerosas parroquias y capillas dedicadas a la Virgen santísima con esa advocación. La ciudad de Dolores, en el departamento de Soriano, debe su nombre a la imagen que se veneraba en la capilla que fue el origen de la actual población.
Ese título, con el que se adorna a María asociándola a la cruz de su Hijo, está especialmente unido a la vida y a la piedad del beato Jacinto Vera. Dentro de su profunda devoción mariana, tenía una particular predilección por la Virgen de los Dolores, tan ligada a su familia, originaria del pueblo de Tinajo, en la isla de Lanzarote. En ese lugar se sigue venerando una imagen de la Dolorosa, patrona de la isla, conocida también desde el siglo XIX con el popular nombre de Nuestra Señora de Los Volcanes. Este título se debe a un milagro ocurrido en el siglo anterior, cuando ―según las crónicas― aquella imagen detuvo una erupción volcánica en la isla. En el escudo episcopal de Mons. Vera está presente María con su corazón traspasado. Así lo explica la Positio presentada en Roma para su beatificación. En un testimonio incorporado al documento sobre su vida y virtudes se lee:
«El nuevo Obispo, llevado de su tierna devoción a los Dolores de María y de su confianza en la celestial Señora, adoptó un escudo que representaba el Corazón de la Santísima Virgen traspasado por una espada y rodeado de una palma y de una rama de jacinto, lo que heráldicamente se traduce por la frase: ‘Jacinto triunfará por María’».
Nuestro primer obispo supo llevar muchas cruces durante su vida y conocía por experiencia propia que el dolor tiene una capacidad transformadora si va unido a la cruz de Jesús y a su madre María.
En una homilía de la santa misa del 9 de junio de este año, el papa León XIV recordaba como los cristianos recibimos a santa María como madre, justamente al pie de la cruz. Decía el santo padre en un pasaje del discurso:
«Juan, de los Doce el único presente en el Calvario, vio y dio testimonio de que, al pie de la cruz, junto a otras mujeres, estaba la madre de Jesús. Y escuchó con sus propios oídos las últimas palabras del Maestro, entre la cuales, estas: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”, y después, dirigiéndose a él: “Aquí tienes a tu madre”».
En la Iglesia Catedral de Montevideo, en una hornacina cerrada ubicada en la nave lateral norte o derecha, se venera una antigua imagen “de vestir” de la Virgen de los Dolores, con un ropaje de terciopelo negro bordado y su corazón traspasado por siete espadas que indican los siete dolores de María según la tradición. Antes de la reforma de la basílica catedral a mediados del siglo XX, esta bella imagen de la Dolorosa se hallaba en la capilla del Santísimo Sacramento, conocida entonces como capilla de la Dolorosa. En esta misma capilla, que recibe el afecto y el cuidado de la Archicofradía del Santísimo Sacramento, se celebra diariamente la santa misa, renovación incruenta del sacrificio de Cristo en el Calvario. Los interesados en conocer las actividades de la archicofradía pueden participar en la misa del tercer domingo de cada mes, a las 11 horas, en la Iglesia Catedral o hallar información en el Instagram: @archicofradiasantisimosacra.

