Sucedió en las misas de Pentecostés en todo el país
El domingo de Pentecostés significó un nuevo mojón en el camino de la Iglesia uruguaya, que se prepara para vivir el V Congreso Eucarístico Nacional (VCEN). Después de una preparación próxima que había comenzado el domingo de Pascua, los católicos uruguayos renovaron sus promesas bautismales.
La renovación de la profesión de fe consistió en el rezo del Credo Niceno-Constantinopolitano, que a partir de ahora se rezará en lugar del hasta ahora habitual, el Credo de los Apóstoles.
En las misas del pasado domingo, los sacerdotes siguieron un guión elaborado por el sector Liturgia de la comisión arquidiocesana del VCEN. Según el mismo, se intarcalaban fragmentos del Credo con algunas explicaciones y exclamaciones. En algunas misas se optó por invitar a los fieles, presentes en sus casas, a encender una vela en ese momento.
De la homilía del Card. Daniel Sturla:
«El día de nuestro Bautismo hemos sido hechos ‘templos del Espíritu Santo’. ¿Cuál es la acción del Espíritu Santo entre nosotros? Nos lo decía la secuencia: el Espíritu viene para salvar, sanar, curar heridas, exhortar, reforzar, consolar. El Espíritu es el alma de la vida de la Iglesia».
«En este tiempo sabemos bastante eso de estar encerrados por temor. Sin embargo el fuego de la vida cristiana es salir, entregarse, darse (…). En esa tensión entre estar y salir se juega la vida de la Iglesia».
“Tenemos que ser quienes recibimos el Espíritu Santo en nuestro interior, y eso supone capacidad de diálogo íntimo con Dios, súplica confiada, leer su Palabra y ver lo que nos dice. Pero siempre para salir a anunciar, comunicar, no quedarnos encerrados».
“Creemos en ti y por eso queremos anunciarte. Porque creemos en tu amor y tu bondad, aceptamos la verdad de la revelación tal como Tú, Jesús, lo manifestaste a los apóstoles. Los sucesores de los apóstoles —Pedro, el Papa y los obispos— han transmitido la fe intacta que Tú transmitiste. Nosotros hoy la profesamos».
“Este es un tiempo ‘tristón’ para la humanidad, para nosotros. Hay gente enferma, con temor, con angustia, situaciones económicas dolorosas, personas ancianas que no reciben visitas en tantos hogares. Ha muerto gente sin poder tener el consuelo al lado de la presencia de las familias. Y sin embargo el Espíritu Santo es aquel que llena de alegría el corazón».
“Hoy más que nunca nosotros, cristianos, estamos llamados a decir: ‘Ven, dulce huésped del alma, dame la alegría espiritual de saber que estoy consolado por tu presencia y nunca estaré solo’.Y por lo tanto jamás la amargura podrá echar raíces en el corazón».
«En este Pentecostés de renovación de la fe, de recepción del Espíritu Santo, que el Espíritu nos haga más humildes y nos dé la risa y la sonrisa, expresión de la alegría del corazón que no se deja vencer por la tristeza, el pesimismo, y no deja que la amargura —que es el fruto del demonio— eche raíces en nuestro corazón, que es de Dios».
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Completamente de acuerdo con las expresiones del Señor Cardenal Sturla…»el fuego de la vida cristiana es salir, entregarse, darse» Esa es la primerísima exhortación que nos acerca el Evangelio. Es imposible vivir el «Salgan y anuncien» desde el encierro, la soledad y el aislamiento. Abran las iglesias, por favor. Por favor. El virus nos mata el cuerpo, la falta de los sacramentos nos mata el alma. No podemos desobedecer a Dios en nombre de la obediencia al hombre , la sangre de nuestros mártires clama desde el Cielo por tantas almas que languidecen sin el consuelo de ver que Cristo vence, Cristo Reina y Cristo impera por sobre todas las premisas humanas. Sacerdotes, Obispos, obren con valentía y con independencia, la Iglesia no les pertenece para disponer de ella y cerrar sus puertas sirviendo así a oscuros designios de poderes del momento que hoy están y mañana serán consumidos hasta las cenizas por la ira de Dios. Abran las Iglesias. Por favor. Por favor.
Estoy de acuerdo con el mensaje del Cardenal, pero hay que respetar las indicaciones de salud. Cuidarse es un acto de amor y respeto por el prójimo y por nosotros. Al menos hay templos que se pueden visitar en determinados días y horarios, lo cual es un gran consuelo. Realmente se extraña la celebración presencial, pero aún no hay otra forma