Editorial del Pbro. Gonzalo Estévez, vicario general de la Arquidiócesis de Montevideo, sobre la peregrinación de la Virgen de los Treinta y Tres.
Ya llegó. El viernes 15 recibimos en la Catedral la réplica peregrina de la Virgen de los Treinta y Tres. La histórica imagen, que veneraba el pueblo de San Fernando de la Florida a comienzos del siglo XIX llamándola “la Virgen del Luján”, agregándole el toponímico “del Pintado”, referido a la primitiva ubicación del pueblo junto al arroyo de ese nombre, y que, a partir de los hechos de 1825 empezó a llamarse popularmente “la Virgen del los Treinta y Tres”, tiene, por decisión episcopal, una copia idéntica de la original, que permite el acercamiento de la madre a todos sus hijos, sin que corra riesgos la integridad de la imagen histórica, que ya no saldrá del Santuario Nacional, la Catedral de Florida, donde sí espera siempre nuestra visita, pero de modo muy especial cada segundo domingo de noviembre, cuando se realiza la anual peregrinación nacional.
La Virgen comienza ahora un recorrido por las ochenta y tres parroquias de la Arquidiócesis, yendo al encuentro de cada comunidad como hace dos mil años fue presurosa a la casa de su parienta Isabel, para hacerse su servidora en el trance de su embarazo de anciana, acompañándola y cuidándola en las cosas de todos los días, pero haciéndole además el mayor servicio que María le hará a ella y a toda la humanidad: llevarle a Cristo, el Señor, que hará saltar de alegría en su vientre al que será luego profeta y precursor de Jesús.
Ella viene a nuestra casa, y cada comunidad y fiel la recibirá con el mismo asombro agradecido de Isabel: “¿Quién soy yo para venga a visitarme la madre de mi Señor?”. Y con Isabel cada uno volverá a decir, con el saludo amoroso con que desde hace veinte siglos le rezan los discípulos de su Hijo: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!”. Porque nos alegra la visita de María, porque es ella, pero también porque ella siempre nos acerca y une a su Hijo Jesús.
«Gracias por traernos contigo al Dios de los vivientes»
Y en estos días de tristeza por la ley de muerte votada en la Cámara de Diputados, nos consuela aquella que custodia la vida de su Hijo en su vientre, y nos acerca a aquel que, haciendo suyos el dolor y la muerte, da sentido y valor a todo sufrimiento y a ese momento único, terrible y maravilloso en que la muerte natural, única muerte digna, nuestra hermana y madre muerte, nos toma en sus brazos, no para acabar con nosotros, sino para llevarnos al encuentro del Dios de la vida.
Gracias Madre por esta consoladora visita. Gracias por traernos contigo al Dios de los vivientes. Gracias por aceptar tu embarazo, gracias por acompañar amorosa el dolor de tu Hijo en la Cruz. Gracias por tu fe que te permitió esperar contra toda esperanza el triunfo de la vida sobre la muerte.
También nosotros queremos ser custodios de la vida, servidores de los que tienen miedo, sufren, desesperan.
Danos Madre el coraje para gritar y defender el valor de toda vida humana, desde su concepción y hasta el último suspiro. María, Virgen de los Treinta y tres, ruega por nosotros y por nuestra patria.


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Gracias padres Estévez por sus palabras que dentro de todo consuelan y llena de confianza