Misa por el 208° aniversario del Ejército Nacional
El sábado 18 de mayo, conmemoración de la Batalla de Las Piedras, se celebró en la Catedral Metropolitana una Misa con motivo del 208° aniversario del Ejército Nacional. La Eucaristía fue presidida por el Card. Daniel Sturla, acompañado del P. Genaro Lusararian, capellán de la Capilla del Hospital Militar, contó con la presencia del Gral. Claudio G. Feola, Comandante en Jefe del Ejército, así como autoridades de las Fuerzas Armadas de Uruguay y del extranjero.
Jesús hace nueva todas las cosas
Al comenzar la homilía el Card. Daniel Sturla saludó a las autoridades del Ejército Nacional y de fuerzas extranjeras presentes en la Misa. Dijo “esta Iglesia Matriz abre nuevamente sus puertas para esta celebración eucarística con la cual un grupo de militares católicos ha querido celebrar también en la fe el aniversario del ejército, su día”. Recordó que la histórica iglesia “guarda los restos de varios de los lugartenientes de Artigas, entre ellos los de Juan Antonio Lavalleja y Fructuoso Rivera”.
El Arzobispo señalando el altar mencionó que “allí ponemos nuestras vidas, con sus aciertos y errores, nuestros anhelos y combates, nuestros trabajos y desvelos, la trama de nuestra vida. El Señor por su Espíritu transforma ese pan y vino presentados, en el cuerpo y la sangre de su Hijo amado. Nosotros queremos también ser transformados por aquel que es capaz de ‘hacer nuevas todas las cosas’”.
Más adelante, el Card. Daniel Sturla remarcó la necesidad que todos tenemos de Dios y sostuvo: “Lo necesitamos como personas individuales pero también lo necesitan nuestras familias y comunidades, nuestras instituciones, el Uruguay entero”. Y agregó: “Esta comunidad espiritual que formamos, la patria, tiene un cuerpo, pero también tiene un alma que estamos llamados a cuidar”.
Recordando el aniversario de la batalla de Las Piedras como día de nacimiento del ejército nacional y primera victoria de Artigas, el Arzobispo de Montevideo mencionó que también en ese día el general de los orientales “quizo que la espada del ejército derrotado fuera entregada al sacerdote José Valentín Gómez para no humillar al vencido”. Indicó que este gesto de Artigas fue “una indicación de la magnanimidad propia del que sabe que la victoria no da derechos, sino que sobre todo indica obligaciones y que no hay mayor señal de coraje que el respeto al derrotado».
«La magnanimidad puede hacer posible un Uruguay reconciliado»
Para el Card. Daniel Sturla los últimos meses “han sido de dolores y desencuentros que han tocado al ejército nacional y su relacionamiento con la sociedad a la que pertenece, con la sombra de un pasado que necesita la luz de la verdad, la justicia y el perdón, para que los orientales demos pasos más decididos en el camino de la reconciliación nacional que por momentos parece que se diluye para dolor de la mayoría de los orientales que anhelamos la paz”.
En este sentido, “el compromiso asumido por el comandante en jefe en el día de hoy llena de esperanza no sólo a los familiares que siguen buscando a sus seres queridos sino a la gran mayoría de nuestra gente”, agregó.
El Arzobispo de Montevideo explicó a los presentes que “la grandeza de alma, la magnanimidad en todos, desde el lugar que ocupe cada uno en la sociedad, es lo que puede hacer posible el Uruguay reconciliado que restañe las heridas del pasado y mire el presente y el futuro con esperanza”. Y añadió: “Como el ideal parece lejano, como el acuerdo de todos suena a quimera, sin duda serán los mejores hombres y mujeres de la patria los que han dado y darán los pasos necesarios para seguir construyendo la paz”.
La paz es artesanal
Después, el Card. Daniel Sturla trajo a colación las palabras del Papa Francisco en la que establece que la “paz es artesanal” y que depende del esfuerzo de todos. Luego citó al Sumo Pontífice: “La paz es el sueño de Dios, es el proyecto de Dios para la humanidad, para la historia, con toda la creación. Y es un proyecto que encuentra siempre oposición por parte del hombre y por parte del maligno”. Y agregaba: “La paz es don de Dios, no en sentido mágico, sino porque Él, con su Espíritu, puede imprimir estas actitudes en nuestros corazones y en nuestra carne, y hacer de nosotros verdaderos instrumentos de su paz”
Luego, el Card. Daniel Sturla hizo foco sobre el Evangelio leído en la Misa. Recordó que “la gloria de Jesucristo es la cruz. Allí desnudo y vejado, el Hijo de Dios pide el perdón para sus verdugos. En el pasaje que escuchamos, en la última cena, Jesús establece el mandamiento del amor. Habla de un mandamiento nuevo, pero en realidad el mandamiento del amor ya estaba presente en el antiguo testamento. ¿Dónde estaba la novedad? Jesús dice ‘ámense, como yo los he amado’”.
Ante esta realidad que parece inalcanzable, el Arzobispo de Montevideo dijo que es el propio Hijo de Dios el que hace capaz que “nuestro corazón humano lata con la fuerza del Espíritu Santo. Él hace capaz de amar hasta el extremo, Él es el que hizo que los mártires cristianos perdonaran a sus enemigos, o vivieran con alegría su aparente derrota”.
También el Card. Daniel Sturla quizo dejar claro que “los mártires no eran superhéroes, quizás ni siquiera valientes… eran hombres y mujeres, ancianos y niños, que abrieron su corazón a aquel que hace nuevas todas las cosas…”.
«La fe en Dios nos abre a su acción y también nos llama a mirar en el otro a un hermano”
Siguiendo con su alocución, el Arzobispo de Montevideo llamó a los presentes a ser promotores de una “cultura del encuentro”. “El encuentro es entre diferentes que pensando distintos, teniendo diversas miradas y sensibilidades somos capaces de mirarnos a los ojos como hermanos, quizás adversarios, pero no enemigos. La fe en Dios nos abre a su acción y también nos llama a mirar en el otro a un hermano”.
Sobre el final de la homilía, el Card. Daniel Sturla se mostró esperanzado: “Qué bueno que un día podamos contar, como Pablo y Bernabé al llegar a Antioquía, cómo en nuestro país hubo gestos de grandeza de distintas tiendas que asumieron el compromiso de ser artesanos de la paz, haciendo así ya presente en este trazo de la historia la descripción de la Jerusalén celestial: ‘no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó’”. “Contamos con el Señor que proclama desde el trono: ‘Yo hago nuevas todas las cosas’”.
“A María… Virgen de los Treinta y Tres, estrella del alba del paterno día que vio nacer el sol de la patria, a Ella capitana y guía, le pedimos de corazón que interceda ante Dios por nuestra patria”, concluyó.
Un país de cara a Dios
En el momento de la acción de gracias, el P. Genaro Lusararian, capellán de la capilla del Hospital Militar, dirigiéndose a Dios y a los presentes dijo: “Toda la eternidad no va a alcanzar para dar gracias a Dios por lo que hizo por nosotros”. También quiso agradecer al Card. Daniel Sturla por abrir las puertas de la Catedral, a los sacerdotes presentes y al Comandante en Jefe por su presencia en la Misa.
Para el P. Lusararian “la vocación de Uruguay es la de un país de cara a Dios”. Agradeció también a Cristo por el Ejército Nacional y por nuestro nación. Por último instó a todos a pedir a María, en su advocación de la Virgen de los Treinta y Tres, para que interceda por Uruguay en el Cielo.