El centro de apoyo a estudiantes, surgido de un grupo de madres que perdieron a sus hijos en la tragedia de Los Andes, cumplió cincuenta años.
En la biblioteca Nuestros Hijos, los libros son mucho más que hojas impresas. Cada estante guarda los recuerdos de quienes no están; de aquellos jóvenes que no volvieron, pero que, cincuenta años después, siguen presentes.
Está claro que la institución no es solo una ayuda académica a jóvenes de contextos vulnerables, sino una forma de demostrar que, a partir del dolor y de la ausencia, también puede brotar un ejemplo de solidaridad.
Por eso mismo, desde el 1°. de agosto de 1973, trece madres de quienes no lograron volver de la cordillera fundaron una biblioteca para ayudar de manera gratuita a estudiantes escolares, liceales y universitarios.
Memoria viva
Raquel Arocena de Nicolich es la única madre fundadora viva. Fue mucha la emoción, por el paso de los años, durante la misa que presidió el Card. Daniel Sturla, para conmemorar y celebrar el medio siglo de la biblioteca.
“Todas las mujeres que la fundamos lo hicimos con el más dulce recuerdo, a pesar de que nuestros hijos no volvieron. Pero era como si los tuviésemos a nuestro lado. Así llegamos a donde llegamos”, afirmó Raquel Arocena, en diálogo con ICMtv. Acerca de su situación, no duda en reflexionar: “La biblioteca nos ayudó mucho, en el sentido de que nosotros también pusimos mucho en ella”.
De acuerdo con Stella Pérez del Castillo, presidente de la iniciativa entre 2011 y 2021, explica la función que cumple la biblioteca para la comunidad. “Nosotros consideramos a la biblioteca como un memorial viviente de nuestros hermanos”, explicó.
«Todas las mujeres que la fundamos lo hicimos con el más dulce recuerdo, a pesar de que nuestros hijos no volvieron»
Raquel Arocena de Nicolich
El 1°. de agosto se celebró una misa por los 50 años de la Biblioteca Nuestros Hijos. ¡Mirá la nota de ICM Noticias!
Ejemplo solidario
Todos coinciden en que la biblioteca es una herramienta para brindar oportunidades. Stella Pérez del Castillo, lo resumió en pocas palabras: “Es una historia de amor a los demás y un ejemplo de resiliencia, porque fue fundada por las madres de los chicos que no volvieron del accidente”.
Desde su rol como presidente del emprendimiento, detalló todo el impacto que genera la biblioteca en la sociedad. “Ellas se reunieron y buscaron algo para ayudar a los demás en nombre de sus hijos (…) Por ejemplo, tenemos becas para estudiantes, clases de informática gratuitas, armamos bibliotecas en distintas organizaciones no gubernamentales, se organizaron bibliotecas en el interior, e incluso vamos a las cárceles. Todo es en base al amor, pero en pos de la instrucción y de la educación, para que la gente menos favorecida pueda tener un futuro mejor».
Para este ejemplo solidario, es fundamental el apoyo de quienes participaron del accidente. Ese es el caso de Gustavo Zerbino, sobreviviente del milagro de Los Andes y padrino del emprendimiento. “Soy socio desde el primer día. La biblioteca Nuestros Hijos se hizo en nombre de quienes no volvieron. Ellos son mis amigos y mis hermanos, que sé que están en el cielo. Lo apoyo en gratitud a ellos y en agradecimiento a esas madres que nos enseñaron con el ejemplo», sostuvo.
«La biblioteca es una historia de amor a los demás y un ejemplo de resiliencia»
Stella Pérez del Castillo
El compromiso se renueva
La actual presidente de la biblioteca Nuestros Hijos es Claudia Pérez del Castillo, hija de una de las madres fundadoras y hermana de uno de los jóvenes que no retornó de Los Andes.
“Me impacta cómo al principio pareció todo muy casero, pero, con el paso del tiempo, se fue aggiornando y creciendo hasta lograr alcanzar estos cincuenta años. La verdad que me emociona mucho. A mi modo de ver, seguimos con el fin y el propósito que tuvieron nuestras madres, de ayudar a los demás por medio de la instrucción”, confesó Pérez del Castillo.
Lo que caracteriza a la comunidad de la biblioteca es su capacidad de resistir el paso del tiempo: “Lo que destaco es el espíritu de lucha. Acá se rema contra todas las corrientes. Cuando parece que la idea se desmorona, y cuando uno ve que los años pasan para todos y nos ponemos más grandes, aparece la solución. De alguna manera u otra, siempre se resuelve todo.
“Mi mayor satisfacción, más allá de que se pueda ampliar la sala de computación, es poder acondicionarla para realizar allí otro tipo de estudios, ya sea para niños o adultos. Eso me encantaría. Además, me gustaría que estuviera en manos de las nuevas generaciones, que se la apropien y que mantengan viva la biblioteca. Sin duda, hay alguien que nos guía y nos da una gran mano. Mantenemos la fe”, concluyó.
Ejemplo para todos
El pasado martes 15 de agosto, el Correo Uruguayo realizó un acto para homenajear las cinco décadas de la creación de la biblioteca, a través de una nueva hoja filatélica. La ceremonia se realizó en el Sofitel Montevideo Casino Carrasco hotel, sitio en donde empezó a funcionar la biblioteca hace cincuenta años.
Estuvieron presentes tanto las autoridades del Correo Uruguayo como de la biblioteca Nuestros Hijos. En representación de la empresa postal pública, hizo uso de la palabra su vicepresidente, Julio César Silveira.
Silveira destacó el vínculo del Correo Uruguayo con la historia nacional, a lo largo de sus casi doscientos años de historia: “El Correo tiene un rol como difusor de conocimiento y de preservación del acervo cultural. Los libros, los escritos, las ideas; todo tiene que ver con el Correo Uruguayo”.
El vicepresidente del ente remarcó la importancia de esta nueva hoja filatélica, además de su orgullo personal por la obra de la biblioteca. “(En el Correo) guardamos la memoria de todos aquellos que han sido importantes, que tienen algo de significación para la vida nacional. Entonces, reflejar cómo la biblioteca mantiene vivos a aquellos que ya no están físicamente entre nosotros pero que forman parte de la memoria colectiva, es parte de ser útiles a la comunidad. Es un gran honor para el correo integrar esta temática a su filatelia”, reconoció
Correo Uruguayo reveló nuevo sello dedicado a la Biblioteca Nuestros Hijos. Fuente: R. Fernández