En la Solemnidad de la Anunciación del Señor, la Iglesia de Montevideo se unió al Papa Francisco en la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María
El viernes 25 de marzo, en la Catedral Metropolitana de Montevideo, tuvo lugar la Santa Misa en la cual se realizó la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María, al igual que hizo el papa Francisco en Roma. La principal intención fue rezar de manera especial por la paz y poner bajo al amparo de la Virgen a estos dos países, para que se genere un diálogo entre ellos y se consolide el fin del conflicto que atraviesan hace más de un mes.
La celebración fue presidida por Mons. Luciano Russo, Nuncio Apostólico en Uruguay desde diciembre de 2021. Fue acompañado por el Card. Daniel Sturla, Mons. Nicolás Cotugno, Arzobispo emérito de Montevideo y una veintena de sacerdotes y diáconos. También participaron embajadores y miembros del cuerpo diplomático, así como religiosas y laicos. Asimismo, la misa fue seguida por decenas de personas a través del canal de YouTube de ICMtv.
La homilía de Mons. Russo se dividió en tres temas: el tiempo de Cuaresma, el misterio de la encarnación y el combate que viven Rusia y Ucrania. El Nuncio Apostólico en Uruguay se mostró agradecido de poder presidir la celebración y definió a Jesús “como un príncipe de paz”.
Sobre el tiempo litúrgico que estamos viviendo, Mons. Russo comentó: “La Iglesia nos invita a intensificar nuestra oración, a estar más atentos a las necesidades de los demás y a dominar, a través del ayuno y pequeñas renuncias, nuestros deseos materiales por el bienestar de nuestra alma”.
“En este tiempo la Iglesia nos dirige dos imperiosas invitaciones. Una a tomar más viva conciencia de la obra redentora de Cristo, y la otra a vivir nuestro bautismo de manera más comprometida”, alentó.
Fue contundente cuando dijo: “Nuestra conversión es la respuesta más agradecida al maravilloso misterio del amor de Dios. Vivir plenamente nuestro bautismo significa no acostumbrarnos a las situaciones de degradación y miserias que encontramos en nuestro camino”.

La imagen de la Virgen de Fátima estuvo presente en la celebración. Fuente: Sofía Cayota
Más adelante, el Nuncio Apostólico en Uruguay relacionó el tiempo litúrgico que estamos transitando con la realidad que vive Ucrania: “La Cuaresma es tiempo providencial para cambiar, para reaccionar ante la realidad del mal que siempre nos interpela. Es el momento propicio para acercarnos a Dios y convertirnos al amor del prójimo”.
En segundo lugar reflexionó con la Solemnidad que celebróla Iglesia, a la cual catalogó de “muy antigua” y “rica de significado teológico”. Más adelante, dijo que este hecho: “Nos hace comprender que Dios no entró al mundo con la fuerza, sino que se propuso a nosotros. El sí de María es el cumplimiento definitivo de la alianza divina porque en Ella está presente en su totalidad el pueblo de la promesa: el viejo, el pueblo de Israel y el nuevo, la Iglesia. Dios es nuestro Dios y nosotros somos por siempre su pueblo”.
Siguiendo, el Nuncio Apostólico definió a la encarnación “como el misterio de la colaboración responsable de María en la salvación recibida como don” y que “nos revela que Dios, para salvarnos, eligió vivir a la manera de nosotros, es decir, pasar a través de la criatura”.
Luego, mencionó que la celebración de la Solemnidad de la Anunciación “invita a todos, y más precisamente a los que se han consagrado al Señor, a hacer creíble la salvación de Dios: su amor por nosotros y su don total a partir de la encarnación de su hijo Jesús”.
Para Mons. Russo “la Anunciación de María no fue solo el anuncio del nacimiento de Jesús; fue también el anuncio de la salvación que se acercaba. Fue un anuncio de paz y de misericordia. Fue un anuncio de conversión y perdón. Fue un anuncio de esperanza”. En esta línea manifestó que “este es el anuncio que queremos, con esta celebración, proclamar nosotros también junto con el papa Francisco y con toda la Iglesia y con las personas de buena voluntad”.
El Nuncio Apostólico en Uruguay lamentó que en la actualidad seamos testigos de escenas de guerra, destrucción y muerte, sin respeto por la vida y por las personas más vulnerables. “Es triste pensar que en pleno siglo XXI, con todos los avances de la ciencia y tecnología y la dura prueba del covid-19, que todavía no ha terminado, estemos asistiendo a dramáticos escenarios de guerra, que muchos de nosotros lo teníamos solo en las imágenes fotográficas de libros escolares o películas”, agregó.
“Nos unimos a la invitación del Santo Padre a orar y a ofrecer este acto de consagración por la paz. Seamos también nosotros los primeros heraldos de la paz en el mundo, en el medio donde nos encontramos, vivimos y actuamos. Que la Virgen María nos ayude y proteja con amor de madre, y abra el corazón y la mente de los que tienen el destino de los pueblos y el poder de las armas, para que acojan el grito de paz y misericordia de tantos hermanos y hermanas que sufren a causa de la guerra y la violencia”. concluyó.
Antes de la bendición final, el Card. Sturla realizó la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María.