En el marco del acto cultural San Felipe y Santiago, la Arquidiócesis de Montevideo realizó un encuentro para dialogar sobre su impacto en nuestra vida cotidiana
¿Alguna vez pensaste en hablar con Jesús? ¿Y en comunicarte con la Virgen María, con san José o san Pedro?
“Una conexión divina en tu bolsillo”, asegura un particular anuncio de internet. La propuesta no es comunicarse con ellos en la oración, durante la santa misa o, tal vez, en el transcurso de una adoración eucarística. Es algo radicalmente distinto.
“Descubre una nueva forma interactiva de involucrarte con tu fe a través de ‘Texto con Jesús’ (Chat with Jesus), una aplicación revolucionaria de chatbot impulsada por IA, diseñada para cristianos devotos que buscan una conexión más profunda con las figuras más icónicas de la Biblia”, narra una parte del mismo aviso.
El planteo es descabellado. Pero el uso de las inteligencias artificiales —tal vez sea prudente hablar de ellas en plural— está absolutamente adaptado a nuestra vida cotidiana. Si navegamos en Google Maps lo que utilizamos es un sistema de inteligencia artificial que está programado para indicarnos la ruta óptima para llegar a destino. Las plataformas de streaming implementan sistemas de inteligencia artificial para identificar los patrones de comportamiento y deducir nuestras posibles elecciones, ya sea con programas, películas o series. Igualmente, un sistema de seguridad de un banco que nos envía un correo electrónico para advertirnos de un uso sospechoso de nuestra cuenta o tarjeta también implementa inteligencia artificial.
Convivimos razonablemente con esta realidad sin cuestionarnos en demasía su uso, y sin advertir su impacto. Por tal motivo, la Arquidiócesis de Montevideo organizó un acto cultural en el marco de la tradicional fiesta San Felipe y Santiago, titulado “Distintos abordajes sobre la inteligencia artificial. Desafíos y oportunidades”, el pasado miércoles 21 de mayo, en el auditorio Mario Benedetti de Antel.
La conferencia contó con la participación del Dr. Esteban Madrid Páez, la Dra. Carolina Aguerre, el Ing. Juan Eduardo Mangarelli y el Dr. Juan Lavista como expositores, y Facundo Ponce de León como moderador. Además, previo al inicio del acto, el padre Gonzalo Aemilius contextualizó el tema a desarrollar y, posteriormente a la exposición del panel, el cardenal Daniel Sturla agradeció al público presente. Como finalización del encuentro, también hubo un cierre musical.

El auge del lenguaje como herramienta
El primero en hablar, el Ing. Mangarelli, procuró establecer a qué nos referimos cuando hablamos de inteligencia artificial y trató de desmitificar su uso. A su vez, aprovechó para explicar que convivimos con múltiples sistemas de inteligencia artificial desde hace razonablemente unos veinte años, cuya base de programación es una teoría matemática que ya tiene medio siglo de uso. El experto recalcó que algunas de ellas —como ChatGPT— tienen una gran capacidad del manejo del lenguaje.
“Todos hacemos una asociación muy directa entre el dominio y el manejo del lenguaje, y la inteligencia. Y es así como todos percibimos que, a través de los diferentes diálogos que allí podíamos tener, pareciera haber algo inteligente. No quiero romper la magia, pero la realidad es que esos sistemas que usamos desde noviembre de 2022, con esa primera versión de ChatGPT, son realmente muy pero muy poco inteligentes. Lo que tienen es una gran capacidad de entendimiento de qué es lo que le pedimos y una fenomenal habilidad para continuar esa conversación”, explicó el Ing. Mangarelli, para posteriormente complementar: “El desarrollo durante estos dos años y medio fue grande, y eso es lo que lo convierte en importante: la velocidad con la que ocurren los cambios. Podríamos decir que estamos en la etapa del auge del lenguaje como herramienta para pensar”.
¿Su uso es bueno o malo? Para el decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad ORT, hay que aclarar algunas cosas. “Por un lado, la inteligencia artificial no es una cosa. Existen múltiples sistemas desarrollados en base a técnicas de inteligencia artificial. Cuando hablamos de un chatbot —ChatGPT no es el único en su tipo— es solo una versión de un sistema de inteligencia artificial, pero hay otros ejemplos. En el área de la salud, el equipamiento médico de imagenología tiene incorporada una estructura de inteligencia artificial basada en la disciplina que se llama visión por computación, que permite asistir al médico en el momento de tomar una decisión o de identificar una patología. Lo traigo para ampliar la mirada de la inteligencia artificial y de su impacto (…) Hay una disparidad de pensamientos como consecuencia de que es un tema extremadamente relevante, que se ha hecho de común conversación, pero sin necesariamente tener los conocimientos de base para que el diálogo sea profundo. Por eso creo importante tener instancias como esta, en las que podemos abordar este tema desde diferentes perspectivas y con seriedad”.
Identificar intereses
En segundo lugar, fue el turno de la Dra. Carolina Aguerre, quien recalcó que la inteligencia artificial no es un tema técnico sino de toda la sociedad, y que se debe discutir de manera colectiva porque también repercute en todos.
“La tecnología tiene un impacto material y ambiental sustantivo. No es etérea, no es una nube, no es una ecuación, no es solo un código. Las inteligencias artificiales que usamos hoy son muy físicas, y eso explica parte del fuerte componente geopolítico y bélico que se está escuchando en la prensa internacional. Existe una carrera tecnológica, y hay que marcar que no es únicamente por la nueva presidencia de Donald Trump en Estados Unidos que este tono bélico y geopolítico ha tomado estas características”, planteó la docente de la Universidad Católica.
Según la doctora en ciencias sociales, la clave está en identificar los intereses alrededor de su uso: “Hay un interés por dominar esta tecnología de propósito general, y es importante hacer hincapié en esto. Cuando hablamos de inteligencia artificial, puede significar Google Maps pero también un trabajo en un laboratorio para sintetizar una vacuna para una nueva versión del Covid-19.
“¿Qué es lo que nos preocupa de la inteligencia artificial? ¿Es la automatización? Porque hay que ir a los problemas concretos, y no quedarnos en decir si es buena o es mala. Muchas aplicaciones van a ser sumamente positivas. ¿Hablar de los riesgos significa ser retrógrada o estar en contra de la innovación? Hay visiones distópicas y utópicas que son parte de esta narrativa que vemos en los discursos”, reflexionó Aguerre ante los presentes.
Una mirada global
“¿Por qué a la Iglesia le puede interesar este tema y por qué al mundo le puede importar la palabra de la Iglesia?” preguntó, en voz alta, el Pbro. Esteban Madrid Páez, apenas comenzó su intervención. “No solo nos interesa como Iglesia, sino por qué se levantan los cuestionamientos éticos, con una profundidad y una necesidad de repensar los fundamentos, no por las normativas y regulaciones que existen, sino por los posicionamientos éticos que tenemos de fondo”, se respondió, para luego plantear algunas acciones concretas del papa Francisco y de León XIV.
El presbítero y doctor en teología propuso una reflexión ética y teológica, y aventuró que una mirada externa del asunto ayudaría a evitar algunos posibles sesgos propios de los distintos enfoques profesionales. “Desde este lugar, como outsider, me propongo hacer un mapeo de la situación, para reflexionar sobre el fenómeno de la inteligencia artificial y de su impacto cultural (…) La tecnología nace de necesidades e intereses, expresa cosmovisiones, distribuye poder, y corre el riesgo de totalizar su pretensión. Desde esta reflexión ética y creyente podemos elevar una palabra que ayude a discernir estos procesos

Cuestión de prioridades
El cuarto y último ponente, el Dr. Juan Lavista Ferrés, se conectó por videollamada para formar parte del panel. En su exposición, el vicepresidente corporativo y chief data scientist [director científico] de Microsoft reflexionó en voz alta algunas preocupaciones de estos tiempos: Hay una frase del científico Jeffrey Hammerbacher, que dice: ‘Las mejores mentes de mi generación están pensando en cómo hacer que la gente haga clic en anuncios publicitarios’. Esto es algo bastante triste, porque tenemos millones de niños que mueren en todo el mundo a partir de enfermedades completamente prevenibles, cientos de millones afectados por el cambio climático, y mil seiscientos millones de personas que viven con una discapacidad significativa. Hay un montón de problemas en el mundo, deberíamos usar esa inteligencia para otras cosas”.
“Sabemos que, para algunos problemas mundiales, la inteligencia artificial es la única opción que tenemos. Por otro lado, aprendimos que los seres humanos somos adictos a la complejidad, nos gustan los proyectos desafiantes, aunque no sean los más necesarios. Por eso mandamos el primer hombre a la Luna antes de agregarle rueditas a las valijas. La lección es que, si queremos impresionar a la gente y parecer inteligentes, tenemos que presentar soluciones complejas. Pero, si buscamos tener un impacto en este mundo, debemos invertir en soluciones simples (…) Como sociedad, somos todos responsables de maximizar el uso de esta tecnología para el bien y minimizar aquellos casos que pueden ser negativos. Hay que trabajarlo en conjunto, y creo que la Iglesia católica tiene un rol fundamental en esto para ayudar a reconocer este tipo de cosas”.
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1 Comment
Holà, estará editado en YouTube ?
Me resultó muy interesante, pero no fui.