Vecinos y amigos dan cuenta de la huella dejada por el sacerdote
La vida de Isidro Ruben Alonso, Padre Cacho, es objeto de un nuevo documental producido por ICMtv, el canal web de la Iglesia Católica de Montevideo.
El video recorre en 20 minutos la vida y legado del sacerdote que se trasladó a vivir al barrio Plácido Ellauri y que a 25 años de su muerte fue declarado Siervo de Dios, camino a la santidad. “Fueron tantos los testimonios, que la Iglesia decidió hacer un estudio en profundidad”, explica en el video el sacerdote Pablo Bonavía, que coincidió con el Padre Cacho.
Son muchos los que en el audiovisual dan cuenta de la huella dejada por este sacerdote que vivió entre 1929 y 1992: los padres Jorge Techera, Adolfo Amexeiras y Richard Arce, así como varios vecinos del sacerdote que vivía en un precario rancho.
“Mucho lugares están marcados por la vivencia de Cacho. Es una presencia muy cercana”, declara el P. Ricargo Villalba, que vive cerca de la zona donde habitó el padre. Otro de los entrevistados es el P. Leonardo Vernazza, administrador parroquial de Los Sagrados Corazones de Possolo -donde está enterrado Cacho- y vicepostulador de su causa de canonización. A su modo de ver, el Padre Cacho “rompe fronteras en el barrio, entre los vecinos, de los esquemas que cada uno tiene”. Lo trascendente de su trabajo se puede comprobar porque no hizo cosas “para” los pobres sino “con” ellos, “por eso la obra persiste”.
Prueba de ello es el testimonio de los vecinos, que le agradecen tener su casa propia y declaran que piden a Dios por su intercesión, para que les conceda favores. “Está siempre presente”, dice una de ellas.
“Hoy la Iglesia reconoce lo que los vecinos ya vieron hace 25 años. Cacho es santo hace años para muchos”, comenta a su turno Mercedes Clara, autora del libro Cuando el otro quema adentro, recién reeditado.
La escritora condujo, en la Fiesta San Felipe y Santiago, una ronda de testimonios que tuvo lugar después del estreno del documental y que también ayudó a dar conocer más la figura del sacerdote en camino de santidad.
«Fue, es y será un santo»
Uno de los que intervino fue Pico Méndez, joven que vivía en Carrasco y que sintió la inquietud de trasladarse a una favela o conocer a alguien similar a Mahatma Ghandi. “Hay alguien igual que Ghandi pero en este país”, le contó su primo, y entonces conoció a Cacho. “Él supo realmente amar a imagen y semejanza. Tanto, que era capaz de sentir como el otro”, compartió. Así como Cristo pasó por este mundo dignificando a los que lo rodeaban, el Padre Cacho elevó a los “requecheros” a la condición de clasificadores, y los que vivían en cantegriles pasaron a habitar en barrios, destacó Méndez.
Otra de las que intervino en aquella ocasión fue Mary Larrosa, teresiana que trabajó junto al sacerdote. “Recuerdo su palabra suave, su andar lento, su mirada profunda, su sonrisa tímida”. La mujer vinculó al Padre con la Iglesia, y subrayó que fue “producto” de ella. “El Espíritu Santo que lo movió a él nos sigue moviendo a nosotros”, aseguró.
“El Padre Cacho es un santo y es la Iglesia de hoy en día”, dijo por su parte Jorge Álvez, también conocido como El Pantera. Cuando sus padres fallecieron, él se trasladó a vivir con el sacerdote y hoy lo recuerda con máximo cariño.
“Hicimos mucha amistad. Él era amigo de todos, yo tuve el orgullo de ser amiga de él”, se ufanó Angélica Ferreira, que es poeta y ha escito mucho sobre este amigo del barrio. Ella no tiene dudas de lo que ahora la Iglesia declara com formalidad: “Para nosotros fue, es y será un santo”.