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San Benito de Palermo… ¿y del candombe?

Origen religioso de una fiesta popular
La devoción a San Benito está en el origen de las actuales llamadas / Fuente: Flickr.com/Jimmy Baikovicius

A continuación se reproduce el resumen de un texto publicado en el último tomo de Soleriana, la revista de la Facultad de Teología del Uruguay “Mons. Mariano Soler”. La investigación corresponde al fraile Sebastián Montero, franciscano argentino.

La devoción a San Benito de Palermo en América y en Uruguay

Desde los países europeos la devoción a Benito se propagó por todos los países americanos. En su honor se pintaron numerosos cuadros, se labraron imágenes, se levantaron altares, se formaron cofradías, se ofrecieron misas, se organizaron procesiones, se multiplicaron los festejos civiles y religiosos. La devoción a Benito se desplegó de gran manera en los esclavos negros. Muchos habían sido capturados inhumanamente en las selvas africanas, habían sido desarraigados de sus tierras, de sus familias, de su lengua, de sus costumbres, y luego de azarosos viajes fueron vendidos para el trabajo como esclavos.

Todos ellos veían reflejados en Benito los atropellos y las injusticias de que habían sido objeto; pero también recibían de Benito el aliento necesario para superar las crueldades humanas, asociando su dolor y su desamparo al misterio del Señor crucificado. Para todos ellos Benito era un modelo y un intercesor. Por otra parte, provocando esas oleadas de fe y ese despertar religioso, el santo suplía con creces lo que no pudo llevar a cabo en vida.

Como en tantos lugares, la devoción a San Benito de Palermo fue echando raíces en diversas partes del territorio oriental. Se generalizó aquí como en el resto de América. Luego de la expresión devocional franciscana, las poblaciones que se formaban con familias indígenas, fueron la oportunidad para que los misioneros o conquistadores, introdujeran al santo protector como aquel a quien ellos mismos pudieran tener más afecto, y así imitar sus virtudes.

La Archicofradía San Benito de Palermo de Montevideo

El aporte franciscano tuvo marcada incidencia en la fundación y participación de la Archicofradía San Benito de Palermo, como así también en el surgimiento del candombe, manifestación cultural típica de nuestro país.

Un elemento significativo del Museo San Bernardino de Montevideo es el valioso material documental que prueba la vinculación de Artigas con los primeros franciscanos del Montevideo colonial y la vinculación franciscana de los negros en una de sus agrupaciones conventuales. La lectura de estos libros, revela como integrantes de la Venerable Orden Tercera de San Francisco fundada en 1742, a los familiares de José Artigas (su abuelo y su padre). Por otro lado, ofrece también los primeros documentos de la naciente Archicofradía de San Benito de Palermo, cofradía de negros que asistía a los pobres y se dedicaba al cuidado de los enfermos. Esto admite el comienzo de una rica y compleja historia de interculturalidad entre la iglesia colonial, los franciscanos y los esclavos de aquella época.

Un dato valiosísimo que amerita una mención y un estudio especial, es que el primer candombe que se bailó en público en la ciudad fue, como lo atestiguan los documentos, en una procesión de Corpus Christi.

Quizá en este punto aparecen disonancias en cuanto a la contextualización de aquellos acontecimientos. Los miembros de Organizaciones Mundo Afro relativizan estos datos, valiéndose de otras opiniones como las de Oscar Montaño y Romero Rodríguez, quienes tratan de desvincular por un lado el sentido religioso católico que acompañó el inicio del candombe y por otro, la intencionalidad que presentaba la conformación de estas agrupaciones. Para este último, las cofradías eran dirigidas e institucionalizadas a partir de la Iglesia, pero con una fuerte intencionalidad, “imponer sus códigos y patrones”, siendo un eficaz instrumento para el aculturamiento y la resignación de los esclavos, para evadir cualquier postura de rebeldía.

Más allá de estas apreciaciones disonantes, existen otros elementos que favorecen el hecho histórico del candombe vinculado a la procesión solemne de Corpus Christi y su relación con la cofradía.

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La Archicofradía nació el día primero de noviembre de 1773; se fundó en el convento de San Bernardino de Montevideo, y fue destinada para gente de color de toda edad, sexo y condición, asociada de alguna manera, como rama de la Tercera Orden Franciscana. Algunas de las obligaciones, efectivamente, tenían que ver con la evangelización franciscana. El tercer domingo de cada mes se destinaba a honrar al glorioso Benito de Palermo. “Teníamos la misa y luego por las tardes, la corona y el sermón”, según el recuerdo de la señora  Cristina Pese de Tuala, que a los 89 años fue entrevistada para un artículo de la Revista Anales de 1938 que se conserva en la secretaría parroquial de San Francisco, ubicada en la actual Ciudad Vieja de Montevideo.

La finalidad de esta organización no era solamente robustecer los sentimientos de piedad y religión, sino fomentar la solidaridad entre los negros. Los cofrades tenían su panteón donde recibían la cristiana sepultura. Además se practicaban las obras de misericordia, visitando a los hermanos enfermos y atendiéndolos en todas sus necesidades económicas.

Un dato fundamental lo aporta esta revista, a la luz de la crónica de Doña Cristina. Tiene que ver con la importancia de la fiesta del santo el 3 de Abril. Durante la procesión se presentaba “la orquesta y coros de gente de color con lo cual dábamos brillos a las ceremonias en la Iglesia”.

Antecedentes y referencias del candombe

Existen dos corrientes en el orden de los inicios de la música afro-uruguaya, continuación la segunda de la primera. La inicial es secreta y está constituida por la danza ritual africana sólo conocida por los iniciados, sin trascendencia socializadora. Ésta desaparece con la muerte del último esclavo llegado de África. La segunda es superficial, en el sentido de su rápida y extendida afloración, y fuertemente colorida; en el siglo XVIII constituyó la comparsa que acompañaba a la custodia en la procesión de Corpus Christi, que organizó luego la calenda, tango o candombe que se bailaba entre Navidad y el día de Reyes alrededor del 1800 y se transformó por último en la comparsa de carnaval de las sociedades de negros, desde 1870.

Las primeras referencias sobre las danzas de negros en el Uruguay traen ya una idea del aparente sincretismo religioso acontecido desde el comienzo, entre los cultos paganos del África y el de la religión católica que constituye el profundo estrato teológico de todo el coloniaje. El 7 de mayo de 1760, el cabildo de Montevideo deliberó sobre los festejos a realizarse ese año por las calles de la ciudad con motivo de la procesión de Corpus Christi. Era antigua costumbre de origen medieval, que los fieles agrupados en corporaciones profesionales concurrieran a ella danzando al compás de las bandas militares.

Se hizo comparecer en la sala al vecino José Guido quien había anunciado previamente que tomaría a su cargo “por propia voluntad suya el formar y determinar una danza de negros esclavos” que él mismo instruiría. Se le rogó que continuara con el proyecto pero el gremio de los soldados se negó a concurrir a la procesión para que “no se salieran con la suya los pardos”. A la sesión siguiente realizada el día 15 del mismo mes, estos últimos revocaron su decisión y el Cabildo resolvió que el gremio de los albañiles “pagase 11 pares de zapatos ligeros de badana, que se necesitan para la danza de los negros”.

Estos documentos demuestran fehacientemente que los esclavos africanos ya habían incorporado su ritmo a la sociedad colonial de Montevideo. Por otro lado, también se evidencia la relación existente de estos ritmos en las festividades católicas.

Las Llamadas | Carnaval 2011 |

Significado religioso-social del Candombe

Durante la ceremonia del candombe se hacía presente todo el cortejo. Entraba el santo –un San Benito en madera tallada– sobre una parihuela que sostenía sobre sus hombros cuatro figurantes de fuerte complexión y elevada estatura. Detrás de él avanzaban el rey y la reina; el primero con casaca militar vistosa que pedía prestada a su amo, lleno el pecho de medallas y sobre la testa, dorada corona. La reina cargada de chafalonías, grandes collares de cuentas de vidrio y su correspondiente atributo real. Junto a ellos, venia el príncipe o los príncipes, niños ataviados con lujo que se suponían hijos de ambos. A manera de séquito marchaban en dos filas: hombres y mujeres en pareja y por último el grupo de instrumentalistas con mazacallas, marimbas y los infaltables tamboriles. Haciendo saltos en torno al cortejo avanzaban el gramillero y el escobillero. Éste último daba inicio y fin al candombe; abre camino con su escoba y su buen trabajo significaba buenos augurios frente a los malos presagios de la agrupación.

Sobre una elevada tarima se colocaba el santo, en otra inmediata inferior sobre la cual había dos sillones, se ubicaban los reyes, de manera que no cubrieran la vista de la imagen; al pie de los soberanos se sentaban los príncipes, y los instrumentalistas se detenían al lado derecho del santo. Son de capital importancia los detalles de la celebración, para reconocer el lugar que tenía el santo, y la devoción que se desprendía con el despliegue con que se realizaba el cortejo.

Conclusión

De alguna manera, San Benito, ha sido en Uruguay mucho más que San Benito de Palermo. Ha sido el santo negro, que dejó una huella profunda en la comunidad de esclavos y quien les permitió con su testimonio, el acercamiento a la celebración litúrgica del catolicismo colonial, aportando lo propio de la cultura afro. Tal es así, que en la actualidad la imagen del santo expuesta en el Museo San Bernardino, sigue siendo el punto de encuentro que convoca a la comunidad afro para la salida por las calles de Montevideo, en diversas celebraciones durante el año.

* El autor es fraile franciscano (ofmconv) y actualmente está en la comunidad de José León Suárez (Buenos Aires, Argentina). Al momento de hacer el trabajo, estaba en la Residencia Universitaria Franciscanum y la Parroquia San José y San Maximiliano Kolbe en el Barrio Sur de Montevideo.

Comentarios(5)

  1. Francisco Fernández says

    Es interesantísimo!!

  2. Luis Borges says

    Muchas gracias por el material e aprendido mucho soy catolico y gramillero en una comparsa. Tengo a San Benito en un Rosario que llevo en mi vehiculo y me dijeron que consultara por su historia y encontre este material hermoso…gracias bendiciones

  3. Victor says

    Muchas gracias por residir en nuestro pais, por investigar nuestras raices e instruirnos acerca de la importancia de nuestra fe y la devocion a los santos, en la hermandad de los pueblos ( primero lo primero).

  4. Ana María says

    Acabo de leer, el artículo que me pareció muy bueno,y he aprendido algo que no sabía, sobre el candombe y la relación con lo religioso social
    Quiero agradecer a ICM, éstas publicaciones que nos dejan enseñanzas para nuestra cultura.
    Felicidades y sigan adelante

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