Cuatro parroquias organizaron una Misa campal en Punta Gorda
Celebrar en familia y con María, compartiendo la alegría de la fe: ese fue el principal motivo para que cuatro parroquias organizaran, el pasado sábado 8 de diciembre, una Misa campal en Punta Gorda. Numerosas personas se acercaron hasta la Plaza Suiza (frente al colegio Santa Rita) para vivir la ceremonia, que estuvo presidida por el Card. Daniel Sturla y concelebrada por los sacerdotes de las parroquias que organizaron: Stella Maris y San José de la Montaña de Carrasco, Lourdes de Malvín y Santa Rita de Punta Gorda.
Quien se acercaba a la plaza podía ver el escenario, similar al del Rosario de Bendiciones para las Familias que se realiza en enero, o al de la Misa final del Encuentro con María: bien puesto, combinando la arpillera con otras telas, con un crucifijo en el centro y plantas en la base. En un costado, la escultura blanca de María, que esta vez tenía un rosario de madera en su mano derecha.
Antes del comienzo y durante toda la ceremonia, varios sacerdotes estuvieron disponibles para la confesión, mientras desde el costado del escenario se entonaban cantos que ayudaban a la preparación. Entre tanto, iban llegando las personas: adultos mayores, señoras con sus hijos, familias, grupos de chicos jóvenes. Algunos se ubicaron en las sillas de plástico dispuestas por la organización, otros llevaron su reposera o silla de playa, y muchísimos optaron por el suelo.
La humildad de María
En la homilía, el Cardenal se refirió a la fiesta del día, la de la Inmaculada Concepción de María. «María le respondió que sí a Dios. Lo maravilloso es que, si heredamos el pecado original, también logramos este triunfo», comentó. Destacó su humildad, que fue una de las virtudes que más atrajeron a Dios, y sugirió imitarla en esto, siendo humildes y servidores.
Asimismo, invitó a no dejarse vencer por las derrotas, pues la vida no es simplemente un viaje placentero, sino más bien un campeonato donde se gana y se pierde. Destacó que los cristianos cuentan con la gracia de ser recibidos por el Señor, que perdona y acoge a los arrepentidos, haciéndose presente en todo momento.
La Misa terminó pero la gente no se retiró en seguida, pues hubo un momento de adoración eucarística, donde se pudo rezar frente a Jesús presente en la hostia. Los celebrantes condujeron el momento con gran solemnidad, y el público acompañó en un clima de profunda oración. Solo se escuchaba el sonido de los grillos, que ya asomaban en la cálida noche.
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Felicitaciones. Gracias por esta Misa