Misa de Acción de gracias por la vida y obra de Domingo de Guzmán.
El domingo 8 de agosto, se celebró una emotiva eucaristía presidida por el cardenal Daniel Sturla y los frailes dominicos presentes en Montevideo, en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario y Santo Domingo -ubicada en la calle Dr. Mario Cassinoni. La ceremonia contó con la asistencia de varias personas que se unieron a la celebración, respetando el aforo permitido, como también muchos fieles que siguieron la celebración vía Zoom.
El Card. Daniel Sturla en su homilía, hablando los 800 años del Dies natalis, y de la Orden Dominicana en la Iglesia, decía: “esta fiesta no es solo de la Orden, sino que es de toda la Iglesia, que se alegra y goza con ustedes. Ochocientos años de su muerte. Santo Domingo vivió cincuenta años; para nosotros hoy sería poco tiempo, y, sin embargo, ¡todo lo que pudo realizar en el tiempo que el Señor le concedió de vida!”.
Hablando de la familia de Santo Domingo, también con fama de santidad, el Arzobispo de Montevideo compartía: “tantas veces hablamos de que el mal se contagia, ¡Cuánto de contagio hay en el bien! Y como la santidad de uno repercute en la de otros y como entonces, así como están los círculos viciosos, ¡también están los círculos virtuosos!”.
Una pléyade de santos
Sobre la fecunda santidad de la Orden en estos años, el Card. Daniel Sturla se refería a que “toda la familia dominica va a dar a la Iglesia una pléyade de santos: 83 santos, 287 beatos, una cantidad de venerables y siervos de Dios, y ahí encontramos una variedad notable, desde santos que han marcado toda la historia de la Iglesia, y a partir de ellos, por su intelecto, San Alberto Magno, o Santo Tomas de Aquino, a santos de la humildad y de la caridad como San Martín de Porres, este santo peruano, mulato, Martín de la Caridad como era llamado, que con la escoba, y atendiendo y sacando muelas sin dolor, obraba tanto bien y tanto anunció el Evangelio, a la gente de Lima de su época, lo que hacía que hasta el Virrey iba a ver a Martín de la Caridad.
También mujeres estupendas como Santa Rosa de Lima, en Perú. Y antes, Santa Catalina de Siena, una de las doctoras de la Iglesia.
Jóvenes terciarios, como Pier Giorgio Frassati, un santo italiano del siglo XX, estupendo, activista, comprometido socialmente, con un gran amor a los pobres. Todo fruto de esa vida que nace a partir de Santo Domingo, para escribir una nueva página del evangelio”.
Continúa luego el Arzobispo de Montevideo sobre la importancia de contemplación para la Orden: «¿Cuál es la esencia de la orden de los predicadores? Una vida apostólica en sentido pleno, en la cual la predicación y la enseñanza deben emanar de la abundancia de la contemplación. Una de las frases emblemáticas de la Orden es “entregar lo contemplado”, es decir, no se puede predicar, no se puede anunciar a Cristo sin una relación de intimidad con Él, de conocerlo, y conociendo a Cristo y el Misterio de su Vida, profundizar en el misterio de la santísima Trinidad, el misterio de la fe de la Iglesia”.
La familia dominicana en Uruguay
El Cardenal luego se refirió al arraigo que tiene la orden dominica en nuestro país. Sobre esto decía: “la población más antigua del Uruguay lleva el nombre de Santo Domingo de Soriano. ¿Fundada por los franciscanos o por los dominicos? Ahí, Fray Alfonso Esponera tenía su versión de cómo los dominicos habían estado en el origen de esta población, primero en territorio actualmente argentino, y después si, pasa a territorio actualmente uruguayo”.
Sobre la figura de María, de vital importancia en la orden dominica, el Arzobispo al finalizar la homilía, hace referencia al Santo Rosario, y la imagen que hay en esa Parroquia donde se ve a María entregando el Rosario a Santo Domingo, haciendo referencia; “al papa dominico San Pio V, que en el siglo XVI, establece la Fiesta de la Virgen del Rosario, después que había pedido a toda la cristiandad, amenazada por el peligro turco, que pudieran a través del rezo del rosario, alentar a la flota cristiana, que finalmente triunfa en Lepanto. También para hoy, para las batallas que todos vivimos en el día a día, para ser fieles a nuestra vocación cristiana, confiemos en la Santísima Virgen, en la fuerza de este instrumento de piedad, de oración, que nos une a toda la Iglesia y de modo especial a esta familia espiritual en el rezo del santo rosario”.
Concluyó recordando a los frailes que ya han partido, y su aporte a la Iglesia. entre ellos el padre Carlos Bernal y el padre Lucas del Valle, entre otros.