El Papa visitó Auschwitz – Birkenau y el Hospital pediátrico de Cracovia
El Papa Francisco realizó dos visitas muy conmovedoras en el comienzo de este viernes. La primera al campo de concentración de Auschwitz – Birkenau, y luego al Hospital Pediátrico de Prokocim en Cracovia. El día terminará con el tradicional Via Crucis en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) 2016.
Silencio y oración
Esta mañana en clima de profundo silencio y recogimiento en Papa Francisco ha visitado los campos de concentración de Auschwitz – Birkenau. En su primera visita a este memorial del horror el Santo Padre no pronunció ningún discurso, pero sí aprovechó para rezar en el lugar.
Luego de entrar caminando al campo se dirigió en un vehículo a la entrada del “Bloque 11” y saludó a diez supervivientes, según cita la agencia Zenit. Con ellos habló durante un momento y los estrechó en un abrazo. Luego hubo un momento de oración frente al Muro de la Muerte, donde depositó la vela que uno de los supervivientes le había entregado.
El Papa Francisco continuó su visita entrando en la celda del hambre, la celda del martirio de san Maximiliano Kolbe, el sacerdote polaco martirizado por los nazis al ofrecer su vida por la de otro prisionero. En ese lugar de tortura y muerte el Pontífice también quiso tener un momento de oración.
El Papa también visitó a la otra parte del campo de concentración, conocida como Birkenau, donde caminó frente a las tumbas conmemorativas. Allí rezo nuevamente. A continuación saludó a 25 justos entre las naciones, personas no judías que prestaron ayuda de manera altruista y singular a las víctimas de la persecución nazi, consigna Zenit.
Para terminar la visita del Santo Padre se cantó el Salmo 130, el De Profundis, en hebreo por un rabino, y después leído en polaco por un superviviente.
En el campo de exterminio de Auschwitz – Birkenau murieron más de un millón de judíos y miles de polacos, rusos y gitanos. Además era un centro de trabajos forzados y tortura que funcionó más de cinco años.
“Quien practica las obras de misericordia, no tiene miedo de la muerte.”
El Papa Francisco comenzó el discurso pronunciado ante los niños, médicos, personal administrativo y familiares en el Hospital Universitario Pediátrico de Cracovia, diciendo que “No podía faltar, en esta mi visita a Cracovia, el encuentro con los pequeños ingresados en este hospital” y dijo que le “gustaría poder estar un poco cerca de cada niño enfermo, junto a su cama, abrazarlos uno a uno, escuchar también por un momento a cada uno de ustedes y juntos guardar silencio ante las preguntas para las que no existen respuestas inmediatas. Y rezar.”
El Sumo Pontífice recordó que “El Evangelio nos muestra en repetidas ocasiones al Señor Jesús que encuentra a enfermos, los acoge, y también que va con gusto a encontrarlos. Él siempre se fija en ellos, los mira como una madre mira al hijo que no está bien, siente vibrar dentro de ella la compasión.”
Como en reiteradas ocasiones advirtió que “Nuestra sociedad, por desgracia, está contaminada por la cultura del «descarte», que es lo contrario de la cultura de la acogida. Y las víctimas de la cultura del descarte son precisamente las personas más débiles, más frágiles; esto es una crueldad.”
Pero esperanzado afirmó “Sin embargo es hermoso ver que, en este hospital, los más pequeños y necesitados son acogidos y cuidados.” También se preguntó “A veces, las familias se encuentran solas para hacerse cargo de ellos. ¿Qué hacer?” y respondió desde la mirada cristiana “multipliquemos las obras de la cultura de la acogida, obras animadas por el amor cristiano, el amor a Jesús crucificado, a la carne de Cristo.”
El santo Padre fue enfático al decir que “quien practica las obras de misericordia, no tiene miedo de la muerte.” Luego animó “a todos los que han hecho de la invitación evangélica a «visitar a los enfermos» una opción personal de vida: médicos, enfermeros, todos los trabajadores de la salud, así como los capellanes y voluntarios.”
Por último pidió “Que el Señor los ayude a realizar bien vuestro trabajo, en este como en cualquier otro hospital del mundo. No quisiera olvidar aquí el trabajo de las religiosas, muchas religiosas que dan la vida en los hospitales. Y los recompense dándoles paz interior y un corazón siempre capaz de ternura.” Luego, el Papa Francisco se tomó un tiempo para saludar a cada uno de los niños allí internados, recibir sus regalos, y regalarle a su vez una imagen de la Virgen al hospital.