Reflexiones para mejor vivir la liturgia cuaresmal, por el Pbro. Valentín Goldie.
Cuando María visitó a su pariente Isabel, alabó a Dios por todo lo que había hecho en ella. En ese magnífico himno, María alaba a Dios porque enaltece a los humildes. La cuaresma es fundamentalmente un camino espiritual, para ser más humildes y así predisponernos a recibir la gracia de Dios que nos enaltezca. Es por ello que, con estas líneas, los invito a vivir el tiempo de cuaresma como un camino de interioridad, confiando en que el Dios de la gracia nos enaltecerá y nos hará participar con mayor intensidad de la resurrección de su Hijo.
El origen de la cuaresma
Desde el inicio del cristianismo se celebró la pascua como fecha fundamental. El mensaje más básico del cristianismo es la resurrección de Jesús y por lo tanto el acontecimiento fundamental que debe ser celebrado. Casi simultáneamente comenzó la práctica de bautizar a los nuevos cristianos en la noche de pascua. Es por ello que el pregón pascual reza: “Esta es la noche que a todos los que creen en Cristo, por toda la tierra, los arranca de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, los restituye a la gracia y los agrega a los santos”. La vigilia pascual es el lugar más apropiado para celebrar bautismos, especialmente los de los adultos. Si prestamos atención todas las oraciones que se rezan en la vigilia pascual tienen sentido bautismal.
Una vez instituida la fecha de la pascua y la costumbre de bautizar a los catecúmenos en esa noche, la Iglesia instituye la cuaresma, como etapa final para la preparación de los catecúmenos, que toda la comunidad acompañaría. A tales efectos la Iglesia latina instituye un total de cuarenta días de preparación, sin contar los domingos. Eso lleva el inicio de este tiempo a un miércoles, el hoy conocido como miércoles de ceniza, el cual este año se celebra el 5 de marzo.
El miércoles de ceniza
El miércoles de ceniza es un día donde se comienza la cuaresma con fuerza. Dicha conmemoración nos ayuda entonces a tomar conciencia de nuestra fragilidad y nuestra total dependencia de Dios. Es por ello que una de las fórmulas cuando recibimos las cenizas es: “Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás”. En dicho día la Iglesia nos pide que observemos una práctica muy antigua que es la del ayuno y la abstinencia. Por ayuno se entiende el no ingerir alimentos, más allá de lo mínimo necesario para no desfallecer en nuestras actividades cotidianas. Por otro lado, la abstinencia implica que aquello que lo que consumamos sea austero. En la antigüedad, cuando se estableció esta obligación, se entendía que no había que consumir carne, por ser un alimento lujoso. Aun conservando la letra de la norma es bueno que además intentemos conservar su espíritu. Esto implica que ese día debiéramos consumir pocos alimentos y que además los mismos deben ser especialmente austeros. Esta práctica nos ofrece un entorno donde es más fácil tomar conciencia de nuestras debilidades sirviendo como antídoto para la autosuficiencia, ayudándonos a tomar conciencia que necesitamos de otros seres para sostenernos en el orden material y que, por lo tanto, con mucha más razón, necesitamos de Dios para sostenernos en el orden espiritual. No se trata de un día para cultivar el autocontrol, se trata de un día para cultivar la humildad, asumir mayor conciencia de nuestra dependencia de otros seres para vivir. Todos los viernes de cuaresma estaremos llamados a practicar la abstinencia, comiendo alimentos austeros. Todos los cristianos sanos mayores de 14 años estamos obligados a observar la abstinencia, mientras que el ayuno obliga a todos los cristianos sanos entre 18 y 60 años.
Los primeros domingos de la cuaresma
Los primeros dos domingos de la cuaresma son los que ponen el marco de la misma. El primer domingo de la cuaresma meditamos sobre los cuarenta días de Jesús en el desierto y el vencimiento de las principales tentaciones. Es el domingo que le da sentido a la cuaresma. Para aquellos que se preparan para el bautismo será ocasión de meditar sobre sus tendencias al pecado, que seguirán ahí después del bautismo, y, reconociendo su propia impotencia, de pedirle a Dios la capacidad para superarlas. Para los que ya somos cristianos, se nos invita a lo mismo, con el objetivo de que, reconociendo nuestras debilidades, podamos celebrar antes de la pascua el sacramento de la reconciliación, y al menos crecer un poco en nuestra capacidad de seguir a Jesús siendo más fuertes contra las tentaciones. El segundo domingo, en que leemos la trasfiguración de Jesús se nos invita a considerar la vocación a la plenitud que todos estamos llamados. El saborear aunque sea algo de ello debiera ser el resultado del camino de la cuaresma.
Los domingos de los escrutinios
El tercer, cuarto y quinto domingo de cuaresma constituyen el corazón del camino. Antes de la reforma litúrgica del concilio se leían siempre las mismas lecturas: el tercer domingo se leía el encuentro de Jesús con la samaritana, el cuarto el encuentro de Jesús con un ciego de nacimiento, y el quinto la resurrección de Lázaro. Todos esos domingos están pensados en clave bautismal, por ello si en la comunidad hubiese catecúmenos que serán bautizados en la vigilia pascual se deberán leer esas lecturas, que hoy se leen durante el ciclo A de la liturgia. El encuentro de Jesús con la samaritana pone su énfasis en el agua viva que Jesús ofrece a todos los suyos. Ese día los catecúmenos celebran el primero de los escrutinios. Los escrutinios son oraciones que ayudan a los catecúmenos a mejor predisponerse para recibir la gracia de Dios el día del bautismo. En el quinto domingo, el ciego de nacimiento recibe la luz de Jesús, el milagro de la curación de la ceguera es signo del actuar de Dios que te hace capaz de recibir la luz de la vida, la cual se recibirá el día del bautismo. La resurrección de Lázaro es el signo de la vida nueva que Dios le ofrece a quienes él elige por su gracia, vida que también recibimos en el bautismo. En esos días los catecúmenos celebran además dos escrutinios más.
El ciclo C, ciclo de la misericordia
En las comunidades donde no haya catecúmenos, durante este año se podrán celebrar las lecturas propias del ciclo C. En ellas el énfasis está puesto en la misericordia de Dios. El camino espiritual de la cuaresma supone tomar conciencia de nuestras debilidades, de nuestra necesidad de Dios. En el ciclo C vivimos la cuaresma contemplando un Dios misericordioso, que pone su corazón en los humildes para levantarlos. De nada serviría cultivar la humildad si simultáneamente no creyésemos en un Dios que enaltece a los humildes. De nada nos serviría cultivar la humildad si no estuviésemos convencidos que Dios nos hará saborear la plenitud como solo él lo puede hacer. Es así que reflexionaremos sobre la parábola del hombre que es paciente cuando la higuera no da frutos, sobre el padre misericordioso con su hijo pródigo y sobre la actitud de Jesús que se niega a arrojar la primera piedra sobre la mujer pecadora. Todo ello nos habla de un Dios que no nos condena aunque espera frutos de nosotros, de un Dios que siempre nos espera para disfrutar de la comunión.
El inicio de la Semana Santa
Finalmente, no nos olvidemos que los primeros días de la Semana Santa también son días de cuaresma. El énfasis en esos días está puesto en los últimos días de Jesús, desde la entrada a Jerusalén hasta la celebración de la última cena con sus discípulos. Luego de celebrar el Domingo de Ramos, entre el lunes y el miércoles las lecturas ponen especial atención en Judas y en el proceso de la traición. No se trata de tener una mirada soberbia de pensar que es algo que otros podrían haber hecho, sino de comprender el mecanismo interior que va generando una alienación entre Judas y Jesús, la cual perfectamente podría ser la nuestra.
A modo de conclusión
Nunca debemos olvidarnos de que el camino de la cuaresma termina con la pascua. No se trata solamente de la resurrección de Jesús, se trata además del bautismo de algunos hermanos de la comunidad que comienzan a vivir una vida nueva, y, si hicimos un buen camino cuaresmal, descubriremos que en cada pascua, el Señor nos regala participar con un mayor grado de profundidad en el misterio de la resurrección de su Hijo. La cuaresma entonces se trata de un camino espiritual, donde nosotros ponemos de nuestra parte para crecer en humildad, y esperamos que Dios nos regale crecer en la unión con Cristo resucitado. Que el Señor nos conceda entonces un camino de crecimiento espiritual para mayor gloria suya y felicidad nuestra.
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Que así sea.
Hermanos en Cristo.