La congregación dejó Uruguay tras ciento veinticuatro años. La administración del templo estará a cargo del P. Alejandro Korahais y el Diác. Ignacio Donadío.
El domingo 3 de marzo no fue un día más para la comunidad de la parroquia Inmaculada Concepción de Paso de las Duranas. Fue un momento de agradecimiento y de despedida para los Franciscanos de Sales, después de una larga presencia en nuestra arquidiócesis. Aquel día, la sensación era de tristeza, pero también de alegría por los frutos de su incansable obra.
El trabajo de esta pequeña congregación, cuya única presencia era, precisamente, en esta comunidad, no se limitaba únicamente a la evangelización. Todo su servicio —la parroquia, pero también el comedor, la policlínica o el Colegio Mariano— fue testimonio de su entrega por una zona que, cuando ellos llegaron, era muy distinta a como la conocemos.
Una tarea centenar
Antes del templo, la zona estaba apenas ocupada por quintas. Era, en efecto, un pequeño barrio casi rural. Las investigaciones sobre aquella época repiten cómo el escribano y político Carlos Casaravilla tenía, en su terreno sobre la calle Millán, una casa y una pequeña capilla.
Fue en 1889 que, tras advertir que los fieles que visitaban su modesto templo eran cada vez más, decidió construir una capilla más grande, realizada por el arquitecto Augusto Parcus y el ingeniero Pedro Gianelli.

Fachada del templo. Fuente: Federico Gutiérrez (archivo)
El nuevo templo se bendijo el 8 de diciembre de 1890, mientras que, diez años más tarde, fue donada a los Oblatos de San Francisco de Sales. Desde aquel entonces, esta congregación de origen francés comenzó su obra en la comunidad.
En 1919 fue erigida como parroquia, con los sacerdotes Lorenzo Hond y Alfredo Eigelthinger, y se la dedicó a la Inmaculada Concepción en honor a la Virgen María.
Memoria agradecida
“Es una gratitud enorme la que la Iglesia de Montevideo tiene para con esta congregación. ¡Hay muchas cosas buenas para agradecer! Su servicio, pero también su trabajo evangelizador, con algunos sacerdotes que además marcaron la vida del barrio. Por ejemplo, el padre Kramer, alemán lleno de energía y fundador del Colegio Mariano en la década del cuarenta, o el inolvidable padre Mario, párroco durante medio siglo de la comunidad. También damos gracias a Dios por el padre Yandri Loor, sacerdote ecuatoriano que estuvo primero como vicario parroquial y afrontando situaciones difíciles como párroco, con dignidad y entrega”, recordó el cardenal Daniel Sturla durante el último programa de La alegría del Evangelio, que se emite cada domingo por Radio Oriental.
Las tareas solidarias en la comunidad también incluyen una olla solidaria, las tareas de la Fraternidad Contemplativa María de Nazaret y un sinfín de actividades más.
Gracias a los Oblatos de San Francisco de Sales por 128 años de su misión apostólica en Montevideo!! Los despedimos con gratitud. La parroquia de Paso de las Duranas y el colegio Mariano los extrañará. Asume el clero secular: p Alejandro Korahais y Diacono Ignacio Donadío. pic.twitter.com/YjbtnosbYv
— Daniel Sturla (@DanielSturla) March 3, 2024
El desafío del anuncio
“Conocemos el trabajo de los Oblatos en la comunidad y sabemos todo lo que se nos viene, pero es una alegría cómo nos recibió la comunidad y con las ganas que tenemos de servir a Dios en este lugar que hoy la Iglesia nos encomienda”, reconoce el diácono Ignacio Donadío, quien se ordenará el próximo 20 de abril y quedará como párroco allí.
“Estamos viviendo el desafío con mucha alegría y también, por qué no, con un poco de sustito (risas). Sabemos que caminamos sobre hombros de gigantes, porque ya hay una comunidad organizada hace muchísimo tiempo. Nos dejan una misión ya marcada y eso facilita nuestra misión acá. Es una gran alegría y una gran responsabilidad”, afirmó.
Por: Leandro Lia
Redacción Entre Todos