Los seminaristas volvieron a recorrer el barrio para conversar junto con los vecinos y anunciar la Palabra de Dios.
“Si quieres encontrar a Dios, búscalo en la humildad, búscalo en la pobreza, búscalo donde él está escondido: en los más necesitados, en los enfermos, los hambrientos, los encarcelados”.
Si procuramos encontrar al autor de esta frase, debemos remontarnos a 2015, más precisamente al día 18 de diciembre. Aquella tarde, el papa Francisco visitó dos instalaciones de Cáritas: el albergue Don Luigi di Liegro y el comedor San Juan Pablo II.
Perfectamente, esta mirada del ser cristiano se aplica a los seminaristas que recorrieron, una vez más, el barrio Borro. Misionar cualquier zona carenciada de nuestra capital es evidenciar la fuerza de compromiso cristiano por anunciar la Buena Noticia en medio de la adversidad, y en servicio a los más necesitados.
Una realidad difícil
Algunas casas tienen suelo de tierra. Otras más afortunadas, acogen a quienes viven allí con piso de material. La mayoría de los techos son livianos e improvisados, pero eso alcanza para que varias personas habiten en su interior. Las viviendas alternan entre la chapa y la madera. Los chicos juegan a escasos metros de la basura.
Gran parte de las calles no son de asfalto. Cada vez que llueve, el barrio se detiene ante la amenaza de alguna inundación. La tierra pasa a ser barro. El barrio Borro queda en pausa hasta que se acabe. La sensación que genera al recorrerlo es unánime: la indignación y la impotencia se apoderan de uno. Nadie debería vivir así.
Originalmente, la recorrida de los seminaristas por la zona comenzaría el pasado lunes 12, pero sus organizadores decidieron aplazarlo para el día siguiente. Aquella segunda jornada de misión sorteó los distintos charcos y el barro originado por las recurrentes lloviznas del día anterior. El clima al culminar la jornada fue de alegría y de profunda satisfacción.
El valor del anuncio
En el corazón del barrio Borro, entre pasajes improvisados y casas humildes que apenas resisten el paso del tiempo, se encuentra la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, punto central de una misión que acude al servicio de una comunidad necesitada.
Como en años anteriores, participaron de la misión los seminaristas del Seminario Interdiocesano Cristo Rey, como del Redemptoris Mater y del Camino Neocatecumenal. Antes de comenzar el recorrido por las casas del barrio, recibieron las indicaciones del P. Pablo Coimbra y luego partieron en parejas, acompañados de voluntarios del movimiento Puntos Corazón, vecinos parroquianos y dos sacerdotes de la zona —incluido el propio párroco—. Al llegar a cada hogar, los seminaristas lo bendijeron y consagraron a Jesús y a la Virgen de Guadalupe, además de rezar junto con los vecinos.
“Fueron a mi casa, rezaron por mi familia y me dejaron la imagen de la Virgen de Guadalupe. Gracias a Dios también me están ayudando con mi casa, y el mes que viene podría tenerla pronta”, expresó Patricia Latorre, vecina y referente de la comunidad.
Desde su perspectiva, el trabajo de los seminaristas y del P. Pablo Coímbra resulta fundamental: “Ayudaron a mucha gente, especialmente a quienes están más necesitados. Siempre están haciendo alguna casa, tenemos vecinos muy pobres a los que se les caía el rancho, entonces ya no daba para arreglarlo sino para construirlo desde cero. Ellos van, consiguen materiales, recorren y ponen su granito de arena. Tenemos un muy buen cura —haciendo referencia al padre Pablo—, que es cercano y ayuda a la gente. ¡Nunca conocí a un sacerdote tan cercano como lo es él con nosotros! Siempre está disponible, y eso ayuda mucho, porque el Borro y la Cuenca Casavalle están olvidados”.
Mañana de servicios en la misión de seminaristas en parroquia Guadalupe de barrio Borro. pic.twitter.com/2SpAbZXpgV
— Daniel Sturla (@DanielSturla) February 13, 2024
Las valoraciones positivas también se extienden hacia otras zonas cercanas al templo. “Se ha formado una linda comunidad. Los vecinos están muy agradecidos con todo esto, hay una mayor unión entre todos y también más cercanos a la fe. En lo personal estoy muy agradecida por todas las oportunidades que se les dan a los niños, a las personas mayores y a los más necesitados. La parroquia logró algo muy lindo acá en el barrio: construyó una fuerte comunidad cristiana, que no se podría haber logrado sin la ayuda del sacerdote. Es humilde y muy bueno con todos. Desde que llegó al barrio todos se empezaron a acercar más a la parroquia», valoró Silvana Espinoza, otra referente local.
Práctica del ministerio sacerdotal
“Estamos los seminaristas del Cristo Rey y los del seminario Redemptoris Mater, y nos quedamos hasta el domingo 18. Esta misión tiene una particularidad, nos agarró la Cuaresma en el medio, por lo que el pasado miércoles tuvimos un retiro con la guía del padre Pablo”, explicó Ignacio Donadío, diácono camino al sacerdocio, quien colaboró en el desarrollo de la misión.
Según Donadío, la actividad que desarrollan los seminaristas en el barrio Borro se puede dividir en dos grandes momentos cada día: “ En la mañana hay distintos servicios, porque siempre hay algún lugar para ayudar, algún ranchito para arreglar o alguna tabla para clavar. También hay cinco o seis casas que, al mismo tiempo, están para construir. La parroquia está llevando adelante la iniciativa. Por otro lado, durante la tarde tenemos las salidas misioneras. Fuimos de dos en dos visitando las casas y hablando con los vecinos. Este es el último año de la misión en el Borro, por lo que visitamos fundamentalmente algunas familias que, de alguna manera, están vinculadas a la parroquia”.
“El procedimiento consistía en presentarnos, hablar con los vecinos, entregarles la imagen de la Virgen, rociar con agua bendita la vivienda, rezar juntos y orar por la consagración de la casa y de la familia a la Virgen. Compartir esta misión con otros seminaristas es muy bueno. Se brinda una gran ayuda y se pasa tiempo con otros hermanos que están en la misma, formándose para ser sacerdote. En la misión se sirve al otro. Es una especie de plan piloto del ministerio sacerdotal que nos muestra la importancia del servicio hacia los demás”, reflexionó Donadío.
El viernes los seminaristas vivieron un encuentro con la comunidad en la cancha y merendero del Club Atlético Rosario. Allí se realizaron algunas actividades lúdicas junto con los vecinos, además de la bendición del lugar, dada por el Card. Daniel Sturla. En otros años de la misión también se trabajó en esa misma cancha. En 2023 se la había cercado y colocado la iluminación nueva. En 2025, los seminaristas recorrerán otra zona de la capital.
Por: Leandro Lia
Redacción Entre Todos