III Jornada de Pastoral Social de la Arquidiócesis de Montevideo
El pasado sábado 13 de noviembre, en la parroquia Sagrados Corazones de Possolo, se desarrolló la III Jornada de Pastoral Social de la Arquidiócesis de Montevideo. Este encuentro se realiza el mismo fin de semana que la Jornada Mundial de los Pobres, creada por el Papa Francisco en 2017.
Este año el lema fue “A los pobres los tienen siempre con ustedes” (Mc 14,7) y sirvió como invitación para reflexionar sobre el vínculo entre Jesús, los pobres y el anuncio del Evangelio.
A la jornada acudieron decenas de personas vinculadas con las obras sociales, movimientos, parroquias y comunidades de la Arquidiócesis de Montevideo, así como voluntarios que trabajan en la Pastoral Social.
Reflexión y testimonios
El encuentro comenzó sobre las 9 de la mañana con una oración, y a continuación se compartió el mensaje del Papa Francisco, con motivo de la 5ª Jornada Mundial de los Pobres. Luego, llegó el momento de los testimonios. La ingeniera Clara Villalba, que trabaja en la pastoral ecológica, introdujo a quienes iban a compartir sus experiencia, y que estas debían leerse en clave de las encíclicas Fratelli Tutti —sobre la fraternidad y la amistad social—; y Laudato si’ —sobre el cuidado de la casa común—, ambas del Papa Francisco.
Los primeros en dar sus testimonios fueron Sully y Daniel, de la Cooperativa Géminis de clasificadores, ubicada en Punta de Rieles.
Nunca aflojar
Sully comentó que desde los 15 años es clasificadora y que durante 40 años vivió en un asentamiento. “Yo empecé como clasificadora cuando vine de Rivera, con mi abuela. Al quedar mi familia sin trabajo, no se pudo pagar más el alquiler, y lo que hacíamos era plantar verduras en el patio y con mi hermano íbamos a la feria a venderlas”, compartió con los presentes.
Como esta labor no alcanzaba para sustentar los gastos contó que su abuela, hablando con vecinos y conocidos, contactó a una persona que conocía la Usina 5 -en el Camino Felipe Cardozo-. “Yo cuidaba a los más chicos y los mayores iban a hacer el trabajo de clasificación, con el tiempo también yo fui a hacerlo”, recordó. Y mirando hacia su pasado agregó “había mucho trabajo, con lluvia, con sol, con el agua hasta el cuello. A veces te quedaban duros los dedos”.
Para Sully la vida no fue fácil, tuvo un compañero que también era clasificador, “él se consiguió un carrito —que también son conocidos como «vagonetas»—, entonces hacía la recolección y yo la clasificación”.
Ya en 2013, con 54 años y toda la vida trabajando informalmente, se anotó en el programa «Uruguay trabaja». Ella sabía que era por un tiempo limitado; en ese caso nueve meses. “Ahí me quedé nuevamente sin trabajo. Pero me anoté en el barrio para trabajar en una planta de clasificación, la Géminis, en donde estoy desde diciembre de 2014”. Fue un momento que cambió su vida, porque explicó que “era muy difícil conseguir trabajo a esa edad, y este es el trabajo que me gusta y que sé hacer; clasificar”.
Desde lo laboral, también los últimos tiempos han sido de cambios positivos para Sully, allí es donde entra el trabajo de la pastoral social: “hace un año que nos formamos como cooperativa. Y gracias a la Iglesia, que nos donó un motocarro, pudimos mejorar los tiempos y la eficiencia en el trabajo de búsqueda del material”. También hubo tiempo para recordar la figura del P. Cacho, al que Sully dijo conocer muy poco en persona, “pero sí lo conocí por palabras de otros, que me han dicho que él hizo mucho por esta zona de Aparicio Saravia”.
Por último, la cooperativista mencionó: “gracias a Dios hoy vivo en una vivienda, no estoy más en el asentamiento, pero sigo siendo pobre, porque por más que uno tenga riquezas, sigue siendo pobre y necesitada de los demás”.
“De una u otra manera, todos somo pobres”
A continuación, Daniel —también cooperativista de la Planta Géminis—, tomó la palabra. Y en primer lugar recordó al siervo de Dios, Rubén Isidro Alonso: “Dentro de lo poco que conocí al P. Cacho, y lo que hablé con otros, se trataba de alguien que siempre estaba para los demás”, y agregó “por eso estoy contento de estar en esta hermosa iglesia”, donde descansan sus restos.
Sobre su vida laboral, Daniel contó: “empecé como clasificador como muchos; que teníamos de todo y en un momento determinado nos quedamos sin nada. Me encontré solo, en un callejón, y salí para luchar por mí y sobrevivir. Así de a poco fui aprendiendo el oficio. Acá, de una u otra manera, todos somos pobres. En 2014 llegué, como Sully, a la planta Géminis, y pudimos formar la cooperativa este año”.
Me devolvieron la vida
Más adelante fue el turno de Sebastián, que forma parte de la comunidad del “Achique”, en Casavalle. Allí concurren personas con problemas de drogas. “Tengo 44 años y creo que más de la mitad de la vida consumí drogas. Tuve una buena crianza, una buena familia; pero de un momento para otro comencé a consumir drogas. Lo cierto es que me quedé solo y en situación de calle”, recordó.
Agregó que “en un momento, en el que estaba tocando fondo, llegué al ‘Achique’”.
Y sobre cómo este lugar cambió su vida compartió: “en el ‘Achique’ puedo ser yo mismo, me devolvieron mi vida, mi familia, pude estudiar, puedo vivir un poco”. También reflexionó sobre la pobreza: “yo tenía casa, tenía auto, pero de la cabeza y del corazón era muy pobre. En este momento no tengo nada, pero me siento más rico de lo estaba antes, por ejemplo estando acá”. “Conocer gente que me ha ayudado mucho. Me devolvieron a lo que era antes, con mi familia, con el amor y la crianza que me dieron mis padres”, concluyó.
Aprender de y con los pobres
El último testimonio fue el de María Jesús, una de las consagradas que trabaja en la Obra Banneux, en la Cuenca Casavalle. Comenzó diciendo que tenía una gran virtud y un gran defecto: “amo mucho la realidad en la que estoy inserta”. Explicó que la obra está basada en dos pilares: la providencia y la solidaridad. “Surgió de dos necesidades del Marconi, la educación y alimentación”, añadió.
La religiosa española recordó que “los padres y vecinos del barrio fueron quienes dieron el primer impulso para la obra” y mencionó que la obra es una capilla de la parroquia de Possolo. también rescató un pensamiento del fundador de su orden: “A nuestros niños hay que darles pan y catecismo”. Y después de preguntarse quiénes son los pobres, exclamó: “son aquellos que nos enseñan a ser más solidarios”.
Somos mendigos del amor de Dios
Después de realizar un trabajo comunitario, que constó en pintar un muro, por parte de los concurrentes, el término de la jornada fue con la celebración de la Santa Misa. El P. Luis Ferrés, durante la homilía, recordó el pasaje del Evangelio en el que aparece la palabra de Jesús que eligió el papa Francisco como lema para la Jornada de los pobres de este año: «A los pobres los tienen siempre con ustedes».
“Estas palabras marcan el desafío siempre presente y que nos reúne hoy, aquí”, dijo. Y añadió: “basta salir y mirar a nuestro alrededor que necesitan de nosotros y, sobre todo, de Jesús. Jesús se hizo pobre para enriquecernos a todos, y ¿por qué? Porque delante de Dios todos somos pobres, somos mendigos de su amor. Y eso nos hace estar a la misma altura, necesitados de Jesús”.
Sobre la confianza en el Padre sostuvo: “tenemos la certeza que es Dios el que nos enriquece, si nos soltamos de Él caemos”. “Jesús lo más grande que nos dio fue su vida. En parte también en una figura como el Padre Cacho podemos ver una vida que se entregó por lo demás”, concluyó recordando al siervo de Dios.
2 Comments
Estupenda recopilación de lo acontecido en la jornada, gracias a todos por participar con alegría. DIos estuvo presente»
Muchas gracias por estos testimonios. ¡¡¡Los necesitamos!!!