Mauricio Passeggi, uno de los actuales responsables de la Pastoral Ecológica, habla de los principales desafíos que tiene por delante esta pastoral y en qué se está trabajando en torno a esta temática
Publicado en el Quincenario Entre Todos, n° 468
La Pastoral Ecológica es una dimensión de la vida pastoral que implica el acompañamiento de las diferentes comunidades de la Iglesia Católica de Montevideo, para que puedan procesar una conversión ecológica y contribuir a una urgente revolución cultural. Porque, como dice el Papa Francisco en la Encíclica Laudato Si, “si la actual tendencia continúa, este siglo podría ser testigo de cambios climáticos inauditos y de una destrucción sin precedentes de los ecosistemas, con graves consecuencias para todos nosotros”.
Es por esto que la Pastoral Social de la Arquidiócesis ha comenzado a identificar y promover las iniciativas de las diferentes parroquias, centros educativos y obras sociales, que incorporan la dimensión ecológica. En la siguiente entrevista, Mauricio Passeggi, uno de los actuales responsables de la Pastoral Ecológica, habla de los principales desafíos que tiene por delante esta pastoral, así como de las iniciativas que se están llevado a cabo para el cuidado del medio ambiente, la casa común.
¿Cómo se relaciona este trabajo de la pastoral ecológica con la carta Encíclica Laudato Si, la segunda encíclica del Papa Francisco, firmada el 24 de mayo 2015?
Con la carta Encíclica Laudato Si, el Papa Francisco realiza un aporte sustancial y novedoso a la Doctrina Social de la Iglesia, a partir de un agudo análisis sobre la realidad actual, iluminada por la Palabra de Dios y por el magisterio precedente de la Iglesia.
Los principales temas que se desarrollan desde distintas perspectivas en la encíclica son: la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida.
Para que el Espíritu que sopla en Laudato Si pueda ser encarnado en nuestras comunidades se requiere de un trabajo pastoral urgente, comprometido y sostenido en el tiempo, por eso hablamos de una Pastoral Ecológica. Para empezar, todos los agentes pastorales deberíamos leer esta encíclica Laudato Si, que está disponible en internet y en la librería de la Arquidiócesis.
¿Cómo se puede aplicar las ideas de la carta Encíclica Laudato Si a la vida personal, familiar y comunitaria de una manera concreta?
Dice Francisco que “no se trata de hablar tanto de ideas, sino sobre todo de las motivaciones que surgen de la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo. Porque no será posible comprometerse en cosas grandes sólo con doctrinas sin una mística que nos anime … hace falta entonces una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias del encuentro con Jesucristo …” (L.S. 216).
Entonces no alcanza con reconocer la crisis social y ecológica que enfrentamos como humanidad, ni tampoco es suficiente adoptar una serie de hábitos correctos de manera aislada. Es necesario asumir un proceso de conversión ecológica, que nos permita escuchar el clamor de la tierra y al clamor de los pobres, pasarlos por la mente y por el corazón, y responder con nuestra vida, allí donde nos toque estar.
Sin embargo (dice Francisco), “no basta que cada uno sea mejor para resolver una situación tan compleja como la que afronta el mundo actual. Los individuos aislados pueden perder su capacidad y su libertad para superar la lógica de la razón instrumental y terminan a merced de un consumismo sin ética y sin sentido social y ambiental. A problemas sociales se responde con redes comunitarias… La conversión ecológica que se requiere para crear un dinamismo de cambio duradero es también una conversión comunitaria” (L. S. 219).
Los cristianos debemos discernir en comunidad, para comprender cómo funciona el sistema mundial globalizado y desarrollar nuestra acción pastoral de modo proactivo y valiente. De lo contrario seremos cómplices de una economía que, guiada por el ansia de acumulación, destruye la creación que nos fue entregada por Dios en custodia, y que excluye y mata a millones de personas, en su mayoría mujeres y niños, no solo en países lejanos, sino también a la vuelta de la esquina.
De manera concreta, la conversión ecológica nos llevará, en el día a día, a actuar como consumidores responsables: reducir el consumo, reutilizar, reciclar, racionalizar el consumo de agua y energía, hacer una gestión ambientalmente adecuada de los residuos y preferir productos que no los generan, trasladarnos en bicicleta o mediante el transporte público, son acciones concretas que reducen el impacto de nuestras vidas sobre el ambiente.
Este sistema mundial globalizado e insostenible es alimentado por la mayor parte de los consumidores del planeta. Por eso es importante reconocer que, como afirmara Benedicto XVI, “comprar es siempre un acto moral y no solo económico”. Es necesario madurar nuestra fe para no dejarnos arrastrar por el consumismo. “Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir” (L. S. 204). “La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo” (L. S. 222).
¿Cómo más puede se puede colaborar concretamente en el día a día?
Con nuestras opciones podemos favorecer modos de producción y consumo que degradan el ambiente y conducen a la acumulación de las riquezas en manos de unos pocos, o modos de producción y consumo solidarios y respetuosos del ambiente. Por ejemplo, si adquirimos alimentos producidos de manera agroecológica, a través de redes de compra directa al productor, estaremos contribuyendo a preservar el ambiente, mientras aportamos a la sostenibilidad económica de pequeños productores familiares.
La conversión ecológica nos llevará, en el día a día, a generar verdaderas experiencias de encuentro, es decir, espacios de contención, donde cada persona se sienta valorada, escuchada y querida, donde pueda desarrollar y aportar sus capacidades.
Nos dice Francisco que “los medios actuales permiten que nos comuniquemos y que compartamos conocimientos y afectos. Sin embargo, a veces también nos impiden tomar contacto directo con la angustia, con el temblor, con la alegría del otro y con la complejidad de su experiencia personal. Por eso no debería llamar la atención que, junto con la abrumadora oferta de estos productos, se desarrolle una profunda y melancólica insatisfacción en las relaciones interpersonales, o un dañino aislamiento” (L. S. 47).
Ir al encuentro del otro, en especial de quien está solo o ha sido descartado por la sociedad, es también un fruto de la conversión ecológica que reconoce la dignidad de cada persona.
Nos dice Francisco que, en este marco, junto con la importancia de los pequeños gestos cotidianos, el amor social nos mueve a pensar en grandes estrategias que detengan eficazmente la degradación ambiental y alienten una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad. En consecuencia, la conversión ecológica nos llevará a actuar como tejedores de auténticas redes sociales, que movilicen a la sociedad en su conjunto y promuevan el urgente cambio cultural que permita modificar el actual modelo de desarrollo, antes de que las consecuencias sean catastróficas.
¿Qué proyectos llevan a cabo en Montevideo desde la Pastoral Ecológica y cuáles tienen a futuro?
En el año 2016, con motivo de la invitación de la Presidencia de la República a presentar propuestas para el Uruguay del futuro en un proceso denominado Diálogo Social, desde la Iglesia Católica de Montevideo propusimos la creación de Nodos Ambientales Participativos (www.naps.uy). Si bien la propuesta no fue tomada por el Gobierno, Cristianos en Red, que es una red de organizaciones laicales de la Iglesia Católica uruguaya, pidió al Card. Daniel Sturla la autorización para llevar adelante el proyecto e invitar a todas las organizaciones de la sociedad civil que pudieran estar interesadas.
Con la participación de 20 organizaciones de la sociedad civil se comenzó a trabajar en el proyecto, y hoy Nodos Ambientales Participativos es un proceso de integración social basado en el compromiso de comunidades articuladas en red y arraigadas en el territorio. Promueve la corresponsabilidad ambiental a través de dinámicas de reflexión y acción orientadas a la educación ambiental, a la formación y promoción de huertas agroecológicas y a la reducción de la generación de residuos.
Las huertas comunitarias, que funcionan en centros barriales, parroquias, espacios públicos o privados cedidos en comodato, constituyen espacios de encuentro donde se facilitan los vínculos humanos fraternos, que dan lugar al cuidado recíproco y a las redes de sostén, imprescindibles para quienes pasan por situaciones de alta vulnerabilidad. También, son espacios donde se desarrollan habilidades para la vida, se aprende a cultivar la tierra, se estimula la alimentación saludable y se propicia la experiencia espiritual a través del encuentro con la naturaleza.
Las huertas comunitarias representan una herramienta sinérgica para la acción de la pastoral ecológica y de la pastoral social. Con el objetivo de promover la creación de huertas comunitarias en parroquias, obras sociales y centros educativos de la Iglesia de Montevideo, el año pasado se realizó un taller sobre huertas comunitarias en el Colegio Pío. Esperamos se pueda repetir este año en otras zonas de Montevideo.
A su vez, será importante promover experiencias de educación ambiental y en particular de consumo responsable y valorización de residuos, pero siempre desde la perspectiva de una ecología integral, que vincule la dimensión social y la dimensión ambiental, y ponga en el centro el cuidado de la creación y la dignidad de las personas empobrecidas por el actual sistema.
1 Comment
Interesante el proyecto ecologico y social unido al trabajo en red .Ver al ser humano desde el punto BIO Sico Social .,relacionado íntimamente a la Comunidad. Muy desafiante ..Creo que el COVI19 nos deja muchas enseñanzas. Desde valorar lo importante en la vida de cada persona, ,que son los vínculos ,la familia ,y el trabajo en comunidad .Esto visto desde nuestra espiritualidad puede llegar a CONQUISTAR grandes logros .,imprescindibles para contextos de vulnerabilidad.
Gracias por la invitación.