El colegio Obra Banneux es un proyecto social impulsado por el instituto secular Hijas de la Natividad de María, y desde hace más de medio siglo busca dar mejores oportunidades a las familias más necesitadas.
Cuando los relojes marquen las cinco menos diez de la tarde, los nervios se apoderarán de Carina Cigena, y llamará rápidamente al servicio 9-1-1 para socorrer a un vecino herido. Pero para eso todavía falta.
Recién son las nueve de la mañana de la cálida y soleada mañana del jueves 12 de setiembre, y el pulcro patio de la Obra Banneux aguarda un nuevo recreo en absoluto silencio, mientras decenas de chicos participan atentamente de la misa en un amplio y colorido salón.
La dinámica es siempre la misma, solamente se modifica el orden. El padre Alejandro Korahais, nombrado hace pocos meses como nuevo vicario de la educación de nuestra arquidiócesis, visita prácticamente semana a semana distintos institutos educativos, mantiene reuniones con sus equipos directivos y pastorales, y celebra la misa junto con sus alumnos. Anteriormente el vicario recorrió las instalaciones de los colegios Sagrado Corazón del Reducto, Divina Pastora de Piedras Blancas, Santa Luisa de Marillac, Rosa Mística de Colón y la Obra Social y Educativa Don Bosco. Esta vez es el turno de que camine por los pasillos del colegio del barrio Plácido Ellauri.
El padre Korahais preside la celebración en compañía del padre “Lucho” Ferrés, mientras Carina Gigena —directora del centro y una de las dos Hijas de la Natividad de María que lo integra— anima los distintos cantos con su guitarra. La sala está repleta, y el entusiasmo de los niños de los grupos de inicial —de cuatro y cinco años— y primaria, y de algunos adolescentes de secundaria, resulta contagioso. El clima es de fiesta.

“Lo hago porque lo siento así, no podría hacerlo de otra manera. Como antes ya era catequista en Banneux, me costaría no participar activamente. No creo que el líder tenga que estar lejos o encerrado, sino que tiene que ser cercano”, reconoce la consagrada, visiblemente contenta. Y no es para menos. La Obra Banneux no solo celebra hoy la venida del vicario de la educación, sino que continúa recordando el centenario de la labor de Baltasar Pardal en el barrio de Atocha, La Coruña, donde desarrolló —desde 1913— distintos proyectos de formación y evangelización. Aquella misión de Pardal fue germen del Instituto secular Hijas de la Natividad de María, congregación también fundada por él.
Lamentablemente, la situación cambiaría horas después. Ya casi es la hora de salida de los chicos, y un joven camina por el frente del colegio cuando es sorprendido por dos personas. Los extraños le disparan y huyen de la escena. Cigena se comunica rápidamente con la policía para que lo asistan con urgencia. La salida de los niños se realiza de manera escalonada: “Usamos el mismo protocolo que teníamos en pandemia, que es que abandonen el centro poco a poco y de manera escalonada. Es una alternativa que nos dio buen resultado. Es terrible, pero también tenemos que trabajar para enfrentar esa realidad y dar alternativas de calidad en lo educativo y en lo social. Tenemos que lograr que cada chico encuentre en el colegio una manera distinta de hacer las cosas, que se sientan comprendidos, apoyados y amados, que sepan que hay un Dios que los quiere y que los llama. Ellos tienen un porqué y un paraqué seguir viviendo. Es el amor de Dios lo que les permitirá encontrar su misión y plenitud”.
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Carina está en un baile. Esa es una de sus actividades favoritas en su adolescencia: disfrutar de la música y perderse en ella. Está rodeada de amigos, pero en un momento siente que se desconecta del lugar. Siente que todo queda en pausa, en un extraño y oscuro silencio. La gente a su alrededor baila, salta y se divierte, pero Carina se siente en la nada misma.
“¡No entiendo lo que Jesús quiere de mí!”. La confesión, días después, de Carina hacia una hermana, sucede en un retiro vocacional de la Arquidiócesis de Resistencia.
Las dudas están en su cabeza desde hace varias semanas, pero no encuentra ninguna respuesta. Su lucha interna se refleja en su expresivo rostro. La respuesta de la hermana es clara y concreta: “Si hicieras silencio podrías saber qué es lo que Dios quiere para ti”.
Carina guarda en su corazón esa frase, cena y luego participa de una adoración al santísimo sacramento. Cierra los ojos y comienza la oración, pero su cabeza no logra concentrarse. Para cuando vuelve y levanta la mirada, se encuentra sola, en absoluta intimidad con el Señor. Ahí logra descubrir el llamado de Dios.
“¡Fue lo más grande que me pudo haber pasado! Ese es mi hito vocacional y nunca lo debo perder de vista, porque ese llamado es lo que nos sostendrá en cada adversidad que tengamos. Desde ese momento me involucré más con las Hijas de la Natividad de María, aunque en realidad ya lo estaba por mi experiencia como catequista. Ellas también llegaron de una manera muy providencial a mi vida”, explica la directora del colegio Banneux.

Carina estuvo cerca de la fe desde su infancia en Resistencia, en la provincia del Chacho. Cuando entró al liceo, sus padres se mudaron al pueblo de Margarita Belén, localidad que sería oportunamente visitada por la congregación: “Recuerdo cuando vinieron, fue el 13 de octubre de 1985. Yo había cumplido quince años el mes anterior y ya me había confirmado, pero no tenía formación como para poder transmitir mi fe. Comencé a participar con las Hijas de la Natividad de María y de un sacerdote muy entusiasta —el padre Juan Gerardo Fyrnys, que ya falleció— y terminé siendo la coordinadora de catequesis. Lo viví con entusiasmo, porque en esa experiencia me enamoré de la catequesis y al trabajar con ellas y ver su alegría, me hizo desear lo mismo”.
“Las hijas de la Natividad de María abrieron una casa de formación en Buenos Aires. Yo era maestra, pero dejé todo para seguir mi llamado. Al llegar estudié cuatro años de un profesorado de catequesis en el seminario, y en 2002 hice mis votos. Luego de eso me avisaron que debía vivir mi experiencia de entrega total a Dios en Montevideo”, recuerda la consagrada.
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El centro educativo Obra Banneux surgió en 1959 y es una obra social impulsada por el instituto secular Hijas de la Natividad de María. Su objetivo es brindar apoyo a los casi cuatrocientos niños que lo integran.
La institución ofrece educación inicial y primaria, y además tiene un club de niños en convenio con el INAU y un proyecto de apoyo en sus estudios a estudiantes de educación secundaria, que abarca a unos ochenta adolescentes. De los casi quinientos chicos y jóvenes con los que trabaja, cerca de un setenta y cinco por ciento culmina el ciclo básico y un sesenta por ciento finaliza el bachillerato.
En el colegio reciben soporte educativo, social, artístico, deportivo y también de fe. Allí las misas son diarias y a primera hora de la mañana. Carina tiene el objetivo claro: “Nuestro sueño es que crezcan como personas, que aprendan, que participen en talleres, que descubran su vocación y que todo fluya para que puedan recibir la alegría y el amor de Dios, sintiéndose hijos de un Padre amoroso”.
