Rogelio Pampillón y Simón Gutiérrez compartieron su testimonio tras servir una semana en el Hogar San José, de las Misioneras de la Caridad.
POR FABIÁN CAFFA
Madre Teresa de Calcuta decía que “quien no vive para servir, no sirve para vivir”. Rogelio Pampillón (34) y Simón Gutiérrez (21), ambos seminaristas de Cristo Rey, decidieron poner en práctica esta frase y dedicaron una semana de sus vacaciones a servir en el Hogar San José, atendido por las Misioneras de la Caridad y que está situado en Las Piedras.
“Cuando yo entré al seminario (en 2021), Rogelio y el Dona (Ignacio Donadío) tuvieron una experiencia parecida. Entonces dije que cuando fuera adulto iba a hacer lo mismo… y pasó el tiempo”, contó Gutiérrez. Esa vivencia fue en el Hogar Santa Teresita, que también está a cargo de la congregación fundada por Calcuta y se ubica en el barrio Borro. En esa casa cuidan a mujeres ancianas solas, que no tienen ningún tipo de familia, y que en la mayoría de los casos superan los noventa años.
La realidad en el Hogar San José es distinta. Se trata de un residencial mixto que atiende a pacientes con problemas psiquiátricos. La mayoría son adultos mayores, pero también hay algunos jóvenes. Las hermanas que viven allí son: Faustina, María Katerina, Tisa, Kateri, Docithe y Teresita, que es la única religiosa uruguaya.
¿Cómo los recibieron las hermanas y los pacientes?
RP: El primer día que llegamos, las hermanas salieron a recibirnos. Compartimos y charlamos con las seis. El último día hicieron lo mismo para despedirnos. No es algo común verlas sentadas y conversando. Generalmente a las hermanas las ves caminando, siempre ágiles. Hacen todas las tareas rápido. Cuando llega el momento de oración, se van para la capilla a rezar.
SG: Dos veces tuvimos un compartir fraterno, en el que ellas contaron sus testimonios. Una hermana africana nos contó sobre su vocación, cómo salió de su casa, los requisitos para entrar en la congregación. Fue un compartir vocacional.
RP: Los abuelos y las personas que están internadas ahí también nos tomaron cariño. El último día nos decían que nos iban a extrañar, que iban a sentir nuestra falta.
Pampillón y Gutiérrez se levantaban unos minutos antes de la cinco de la mañana y rezaban. Enseguida, laudes. Y después, meditación de la palabra. Cuando terminaban, tenían un momento libre para desayunar. A las 6.30 comenzaban a trabajar: bañaban a los abuelos y los llevaban al comedor para que desayunaran. A las 8.30 celebraban la misa junto a las hermanas y posteriormente seguían trabajando.
¿Qué lugar ocupaba la oración en el día?
SG: Al mediodía, las hermanas cortan para hacer una meditación, un examen de conciencia del día y, según el día, rezan unas letanías. Tienen unas letanías de la humildad muy lindas. Cada día hay algo específico.
RP: El viernes rezábamos el vía crucis.
SG: La idea era tener un momento de oración fuerte.
RP: Las hermanas rezan mucho, y esa oración la llevan al trabajo. Ellas rezan, se arrodillan y ven a Jesús como su motor.
SG: Las hermanas que empiezan a estar un poco más inactivas, pasan a ser más contemplativas. Faustina y Teresita, que tienen sus dificultades, rezaban mucho más para bancar el trabajo de las hermanas con la oración.
Después cortaban para comer, descansaban y a las 14.30 tenían adoración y rezo del santo rosario.
RP: El trabajo más fuerte es en la mañana. Hay que bañar a los abuelos, lavar la ropa, limpiar las habitaciones y ordenar las camas. En la tarde es más suave: recoger la ropa, rastrillar, limpiar los pisos y los vidrios.
SG: Hay muchos pacientes que pueden hacer cosas, entonces ayudan. Nosotros sumamos a lo que ellos hacían.
Una noche los dos seminaristas fueron a ver que los abuelos estuvieran bien y encontraron que uno de ellos había tenido un percance. Fue una situación compleja. Esa vez un funcionario había faltado por enfermedad y entre los dos tuvieron que bañarlo.
SG: Dios siempre te sorprende y te muestra lo que te cuesta a veces ayudar a los demás. Ahí te das cuenta de la fragilidad que tiene la otra persona y la que tiene uno mismo. Igual la situación ayudó a superarnos. Las hermanas te dicen: ´Tocá al abuelo que ahí está Jesús´. Nosotros, a través de los pacientes, tocamos a Cristo.
¿Qué se llevan de esta experiencia para aplicar en su formación camino al sacerdocio?
RP: El sacerdocio tiene que hacerse de rodillas. Si no se hace de rodillas, quedás como un funcionario más de la parroquia. Rezar para poder servir es lo que hacen las hermanas. La Madre Teresa decía: ´El mismo Jesús que está en la eucaristía es el mismo que lo vas a encontrar en todo´. Y realmente lo encontramos. Lo encontramos cuando rezábamos el rosario, en la adoración, cuando teníamos que servirle el desayuno a Benito, un abuelo que no podía moverse y simplemente hablaba.
SG: No podemos dar lo que no conocemos. Para conocer más a Jesús hay que tener más trato con él en la oración. Creo que las hermanas nos enseñaron eso. No es lo mismo leer la vida de la Madre Teresa en un libro, que vivirla una semana. La invitación fue a rezar más para poder dar más a Jesús.
6 Comments
Felicitaciones muchachos Esto es vivir para servir Dios los bendiga y acompañe siempre
Hermoso todo lo que hicieron y como ayudaron a tanta gente que está sola y se que lo hacen x que lo sienten no x obligación ,eso es amor verdadero x lo que hacen ,cuando se hace con el corazón
Qué grande Simón.!!!! Deseo de corazón el Señor siga guiando tus pasos y llegar a ser un fiel sacerdote. Cuento que con el padre Marcelo Marciano, el padre Mathías y él fueron una gran compañia y fortaleza espiritual durante la pandemia, gran acompañamiento virtual, soy de Buenos Aires y les estaré muy agradecida y rezo por los tres desde que los conocí en tal difícil año. Dios los bendiga y nuestra Madre Celestial los proteja.
Muy lindo lo dicho por los dos seminaristas tanto Simon como Rogelio. Me agrado muchisimo y la manera de expresarse me encanto.
Un gran abrazo para un gran amigo Simon
Felicitaciones chicos. Q Dios los acompañe y guie en este precioso camino q están realizando.
Que Dios guíe a estos futuros Ministros de Cristo, el Ministerio es un servicio a los pies Cristo Sacerdote como lo recuerda el Apostol Pablo.