Sobre la saga escrita por J.K. Rowling
POR LAURA ÁLVAREZ GOYOAGA. PUBLICADO EN ENTRE TODOS N° 518
El cristianismo es uno de los elementos que ha contribuido a configurar la civilización occidental, de la cual formamos parte. Los seres humanos, de manera permanente nos estamos planteando profundas preguntas éticas y espirituales. Buscamos encontrar explicaciones a las cosas que pasan, y un sentido trascendente a nuestra vida. El pensamiento cristiano se ha enfocado en estos problemas, con una tradición que se remonta a más de dos mil años, y está inserta en la raíz misma de la civilización occidental.
Harry Potter es una serie de siete novelas de fantasía escritas por la autora británica J.K. Rowling. Cuenta las aventuras del joven mago Harry y sus amigos Hermione y Ron, todos alumnos de la escuela de magia y hechicería Hogwarts. El arco central es la lucha de Harry contra Lord Voldemort, un mago oscuro que pretende ser inmortal, derrocar al gobierno mágico del Ministerio de la Magia y subyugar el mundo.
La saga de “el niño que vivió”, generó un fenómeno sin precedentes dentro del campo cultural. Desde la publicación del primer volumen, los libros y las películas basadas en ellos han alcanzado una inmensa popularidad y éxito comercial. En el año 2018, se habían vendido más de quinientos millones de ejemplares en todo el mundo, y el texto original había sido traducido a ochenta idiomas.
Sabemos que J.K. Rowling forma parte de la cultura occidental. Ha celebrado, seguramente, dentro de las tradiciones inglesas, muchas fiestas cristianas, como la Navidad o la Pascua. Asimismo, en varias entrevistas ha admitido que asistía a la iglesia siendo niña, y que se autodefine como cristiana, e incluso insinuó que temas cristianos habían sido incluidos deliberadamente en sus libros.
C.S. Lewis afirmaba que podían apreciarse con mayor claridad las categorías del bien y el mal en los mitos, la fantasía y los universos alternativos, que en la realidad. Los personajes en un mundo de fantasía son para el autor “almas visibles”. J.K. Rowling, en un estilo paralelo al de J.R.R. Tolkien y C.S. Lewis, ha creado un universo fantástico complejo y sin fallas, que además remite al nuestro y por lo tanto nos resulta relevante a la hora de decodificar sus mensajes, marcados por una fuerte impronta moral: quedan claros el devastador poder destructivo del mal en la vida de un individuo, así como los beneficios y bondades de optar por el bien, aun cuando esta opción implique un alto costo. En la cosmovisión detrás de la historia de Harry, hay un concepto cristiano del bien. La magia y la hechicería distan de ser el tema central: este sitial lo ocupan la lucha del bien contra el mal, la amistad, el coraje, la lealtad, la capacidad de sobreponernos a nuestras debilidades, el amor, la esperanza, el sacrificio.
Hay en las novelas una fuerza poderosa que es capaz de derrotar a Voldemort: el amor. A lo largo de todos los libros, Rowling una y otra vez remarca la importancia del amor como un elemento que aglutina y tiene la capacidad de salvar, de redimir.
El mal, así como el amor, es uno de los temas omnipresentes en la saga de “el niño que vivió”. Está allí desde el primer libro, personificado en Voldemort, pero no reducido a este personaje. Rowling presenta el problema del mal desde una perspectiva cristiana. El libre albedrío aparece en los personajes de Voldemort y Harry. El protagonista de la saga, y su antagonista, han tenido historias de vida similares: huérfanos maltratados, los dos crecieron fuera del mundo mágico y los dos han demostrado desde pequeños su capacidad de actuar mal. Voldemort, por su ambición; Harry, motivado por la soledad y la envidia. Rowling una y otra vez resalta que las decisiones tomadas por uno y otro han sido lo que ha marcado el camino que cada personaje ha seguido. Enfatiza la importancia del libre albedrío, al mismo tiempo que reconoce la existencia de situaciones donde actúan influencias capaces de dañar severamente a la persona, dando a entender que todos respondemos de manera diferente, enfrentados al mal, según nuestros antecedentes y nuestras fortalezas.
La idea de comunidad es importante en la saga. El triunfo del bien en el mundo mágico aparece como el resultado de la acción de una comunidad. Los personajes asumen el desafío de cambiar el mundo, pero ninguno en soledad, sino juntos. La dimensión comunitaria, el ser Iglesia, pertenece a la raíz misma del cristianismo, hasta el punto que no podemos decirnos cristianos sin permanecer en una experiencia de comunión.
No es ajeno a la historia del niño mago el concepto de la gracia. Neville, Luna, Harry, Hermione, Hagrid, Ron y tantos otros personajes nos invitan a confiar en el poder del amor en este mundo. Abiertos a que el amor trabaje en ellos y a través de ellos, viven vidas plenas. Mientras tanto Draco Malfoy hace lo contrario: él no es incapaz en sí mismo de descubrir la fuerza del amor, sino que activamente la rechaza. ¿Por qué es que algunos personajes en el mundo mágico tienen esa capacidad de confiar en el bien y el amor, mientras que otras no la poseen? Esta es una pregunta teológica profunda. En el universo creado por Rowling, la gracia es un regalo, un don que debe elegirse. Nadie dentro del elenco se vuelve inclusivo y comunitario por sí mismo, sino guiados por el amor. Voldemort, en cambio, no experimenta la gracia porque no tiene ningún deseo de alcanzarla. Lo mismo ocurre con varios de sus seguidores.
El que a Voldemort se le ofrezca, a través de las palabras de Harry, la posibilidad de arrepentirse hasta el final, incluso luego de haber cometido tantas atrocidades, evidencia la concepción cristiana de que el mayor de los pecadores es digno de misericordia.
En la última de las novelas, refrendando la afirmación de que detrás de la trama hay una cosmovisión cristiana, aparecen a texto expreso dos citas bíblicas: “Donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mateo 6, 21); y “El último enemigo a ser derrotado será la muerte” (1Corintios 15, 26). El conflicto en la historia se resume en ambas, a través del dilema que enfrenta Harry. ¿Dónde está su tesoro? ¿En el ansia de poder? ¿O en el compromiso de luchar contra el mal, cualquiera sea el costo que esta lucha tenga para él? Luego de superar tentaciones, Harry elige el último camino. Elige libremente sacrificarse por los demás. Hay en toda esta situación un eco claro de las tentaciones de Jesús en el desierto, y de su agonía en el huerto de Getsemaní. Harry acepta que su muerte es el único camino para salvar a sus amigos, y camina tranquilo hacia ella. Entregándose, conquista a la muerte. Y aquí viene al caso otra cita de las escrituras, que no está en los libros de Rowling pero perfectamente cuadra: “No hay un amor más grande que el dar la vida por los amigos” (Juan 15, 13).
Otros personajes dentro de la historia de Harry también hacen sacrificios por amor a los demás o buscando el bien, como Lilly, Dobby, Snape, Sirius y Dumbledore. Sacrificios desinteresados, voluntarios. Aparecen de distintas maneras, y muchos comparten aspectos del gran sacrificio cristiano: el de Jesús, en la cruz.
Todos estos ejemplos, y podríamos citar más, refrendan la afirmación de que los libros de Harry Potter resuenan con la cosmovisión cristiana. Enriquecidas por el artificio literario, en forma frecuente estas resonancias aparecen por vías inesperadas.
1 Comment
Gracias querida Laura por este magnífico comentario. La Civilización actual sigue buscando al Eterno bajo diversas formas. Que podamos trasmitir su Buena Nueva como una invitación al Amor, a la hermandad, a la amistad comienza por poder vivirla nosotros como en esta saga que llama a las personas porque en el fondo estos son los profundos deseos del Corazón. Un fuerte abrazo.