Un repaso de la exhortación postsinodal del Papa Francisco
El miércoles 12 de febrero, en la Ciudad del Vaticano, fue presentada la exhortación apostólica postsinodal “Querida Amazonia”, del Papa Francisco. Este texto es una síntesis del Santo Padre sobre lo vivido y reflexionado en el Sínodo que tuvo lugar en Roma entre el 6 y el 27 de octubre, y que concluyó con un texto titulado “Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”. La exhortación tiene 4 capítulos, en los que el Obispo de Roma quiere expresar «cuatro grandes sueños que la Amazonia le inspira”, y una conclusión.
Un sueño social
En el primer capítulo el Papa Francisco alienta a vivir en “una Amazonia que integre y promueva a todos sus habitantes para que puedan consolidar un ‘buen vivir’. Y enfatiza que para esto hace falta un grito profético y una ardua tarea por los más pobres. “Porque, si bien la Amazonia enfrenta un desastre ecológico, cabe destacar que ‘un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres. No nos sirve un conservacionismo ‘que se preocupa del bioma pero ignora a los pueblos amazónicos'».
Más adelante el Santo Padre habla de la necesidad de indignarse “como se indignaba Moisés, como se indignaba Jesús, como Dios se indigna ante la injusticia”. Y agrega que “No es sano que nos habituemos al mal, no nos hace bien permitir que nos anestesien la conciencia social mientras ‘una estela de dilapidación, e incluso de muerte, por toda nuestra región […] pone en peligro la vida de millones de personas y en especial el hábitat de los campesinos e indígenas’”.
Para el Sumo Pontífice la Amazonia “debería ser también un lugar de diálogo social, especialmente entre los distintos pueblos originarios, para encontrar formas de comunión y de lucha conjunta. Los demás estamos llamados a participar como ‘invitados’ y a buscar con sumo respeto caminos de encuentro”. Este diálogo, sostiene, “deberíamos hacerlo ante todo con los últimos. Ellos no son un interlocutor cualquiera a quien hay que convencer, ni siquiera son uno más sentado en una mesa de pares. Ellos son los principales interlocutores, de los cuales ante todo tenemos que aprender, a quienes tenemos que escuchar por un deber de justicia, y a quienes debemos pedir permiso para poder presentar nuestras propuestas”.
Un sueño cultural
En la visión del Obispo de Roma, la promoción de la Amazonia “no implica colonizarla culturalmente sino ayudar a que ella misma saque lo mejor de sí”. Entiende que la mejor tarea educativa es “cultivar sin desarraigar, hacer crecer sin debilitar la identidad, promover sin invadir. Así como hay potencialidades en la naturaleza que podrían perderse para siempre, lo mismo puede ocurrir con culturas que tienen un mensaje todavía no escuchado y que hoy están amenazadas más que nunca”.
Para el Papa Francisco la variedad de estilos de vida, sus cosmovisiones, “son tan variados como el territorio, puesto que han debido adaptarse a la geografía y a sus posibilidades”. Y entiende que “A través de un territorio y de sus características Dios se manifiesta, refleja algo de su inagotable belleza”. Por tanto, afirma que “La Iglesia, con su larga experiencia espiritual, con su renovada consciencia sobre el valor de la creación, con su preocupación por la justicia, con su opción por los últimos, con su tradición educativa y con su historia de encarnación en culturas tan diversas de todo el mundo, también quiere aportar al cuidado y al crecimiento de la Amazonia”.
Un sueño ecológico
En el tercer apartado el Santo Padre explica que en “una realidad cultural como la Amazonia, donde existe una relación tan estrecha del ser humano con la naturaleza, la existencia cotidiana es siempre cósmica”. Por esta razón, argumenta, “Liberar a los demás de sus esclavitudes implica ciertamente cuidar su ambiente y defenderlo, pero todavía más ayudar al corazón del hombre a abrirse confiadamente a aquel Dios que, no sólo ha creado todo lo que existe, sino que también se nos ha dado a sí mismo en Jesucristo. El Señor, que primero cuida de nosotros, nos enseña a cuidar de nuestros hermanos y hermanas, y del ambiente que cada día Él nos regala”.
Después, el Pontífice expone los interese políticos y económicos locales y globales que operan en esta zona del mundo. Enfatiza que la solución para los problemas que traen esta conjunción de intereses no pasa por “una ‘internacionalización’ de la Amazonia, pero se vuelve más grave la responsabilidad de los gobiernos nacionales. Por esta misma razón ‘es loable la tarea de organismos internacionales y de organizaciones de la sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan críticamente, también utilizando legítimos mecanismos de presión, para que cada gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente y los recursos naturales de su país, sin venderse a intereses espurios locales o internacionales’”.
En palabras del Santo Padre “La Iglesia, con su larga experiencia espiritual, con su renovada consciencia sobre el valor de la creación, con su preocupación por la justicia, con su opción por los últimos, con su tradición educativa y con su historia de encarnación en culturas tan diversas de todo el mundo, también quiere aportar al cuidado y al crecimiento de la Amazonia”.
Un sueño eclesial
En el último capítulo de la exhortación, el Obispo de Roma ha querido dejar claro cual es la verdadera misión de los cristiano: “Frente a tantas necesidades y angustias que claman desde el corazón de la Amazonia, podemos responder a partir de organizaciones sociales, recursos técnicos, espacios de debate, programas políticos, y todo eso puede ser parte de la solución. Pero los cristianos no renunciamos a la propuesta de fe que recibimos del Evangelio”. Llama a los católicos a no avergonzarse de Jesucristo, porque “Para quienes se han encontrado con Él, viven en su amistad y se identifican con su mensaje, es inevitable hablar de Él y acercar a los demás su propuesta de vida nueva: ‘¡Ay de mí si no evangelizo!’”. “La auténtica opción por los más pobres y olvidados, al mismo tiempo que nos mueve a liberarlos de la miseria material y a defender sus derechos, implica proponerles la amistad con el Señor que los promueve y dignifica”, afirma.
Al mismo tiempo, subraya que “la inculturación del Evangelio en la Amazonia debe integrar mejor lo social con lo espiritual, de manera que los más pobres no necesiten ir a buscar fuera de la Iglesia una espiritualidad que responda a los anhelos de su dimensión trascendente”. Enfatiza el Santo Padre que los reclamos sociales por una vida más digna, no deben “mutilar la dimensión trascendente y espiritual como si al ser humano le bastara el desarrollo material”.
En este apartado también uno de los temas más controvertidos luego de la salida de las conclusiones del Sínodo de la Amazonia. En el punto 87, el Papa Francisco subraya el carácter exclusivo recibido en el Orden, que capacita al sacerdote y sólo a él para presidir la Eucaristía; “Esa es su función específica, principal e indelegable”. El Papa recuerda que Cristo “es cabeza de la Iglesia”, y señala en el punto 88 que “el sacerdote es signo de esa Cabeza que derrama la gracia ante todo cuando celebra la Eucaristía, fuente y culmen de toda vida cristiana”.
Además el Santo Padre explica que “Hay otras palabras que sólo él (el sacerdote) puede pronunciar: ‘Yo te absuelvo de tus pecados’. Porque el perdón sacramental está al servicio de una celebración eucarística digna. En estos dos sacramentos está el corazón de su identidad exclusiva”. También llama a promover no solo la oración por más vocaciones, sino también más vocaciones misioneras, para aquellos sacerdotes, religiosos y religiosas que puedan entregar su vida para la evangelización
Justamente, para el Papa el papel de los laicos, y de las religiosas debería ser mayor, pero lo no entra en contradicción con la necesidad de que haya más sacerdotes y también más diáconos permanentes. Afirma que “Se necesitan sacerdotes, pero esto no excluye que ordinariamente los diáconos permanentes –que deberían ser muchos más en la Amazonía–, las religiosas y los mismos laicos asuman responsabilidades importantes para el crecimiento de las comunidades”.
Sobre el papel de las mujeres en la evangelización y en la vida de la Iglesia de la Amazonia, el Santo Padre advirtió que por momentos se corre el peligro de un reduccionismo que “nos llevaría a pensar que se otorgaría a las mujeres un status y una participación mayor en la Iglesia sólo si se les diera acceso al Orden sagrado. Pero esta mirada en realidad limitaría las perspectivas, nos orientaría a clericalizar a las mujeres, disminuiría el gran valor de lo que ellas ya han dado y provocaría sutilmente un empobrecimiento de su aporte indispensable”.
El Papa Francisco explicó que “Jesucristo se presenta como Esposo de la comunidad que celebra la Eucaristía, a través de la figura de un varón que la preside como signo del único Sacerdote. Este diálogo entre el Esposo y la esposa que se eleva en la adoración y santifica a la comunidad, no debería encerrarnos en planteamientos parciales sobre el poder en la Iglesia”. Y agrega que “el Señor quiso manifestar su poder y su amor a través de dos rostros humanos: el de su Hijo divino hecho hombre y el de una creatura que es mujer, María. Las mujeres hacen su aporte a la Iglesia según su modo propio y prolongando la fuerza y la ternura de María, la Madre”.
Sobre el final, llamando a levantar la mirada hacia María, el Papa invita a los cristiano “a avanzar en caminos concretos que permitan transformar la realidad de la Amazonia y liberarla de los males que la aquejan”.