El tiempo de Adviento y la Navidad son muy importantes dentro del calendario cristiano. La llegada de Cristo en una familia de Nazaret, naciendo en un pobre pesebre en Belén, significa para nosotros que Dios se hizo hombre y que quiso habitar entre nosotros. Es momento de gran gozo y júbilo.
Pero no es así para muchos de nuestros hermanos. En muchos casos, las circunstancias vitales han llevado al descreimiento y a vaciar estas celebraciones de su sentido original. La Navidad y el Año Nuevo se han convertido, en ocasiones, en celebraciones en las que se prioriza el consumo (de regalos, de alcohol, de comida, y varios etcéteras), más que la reflexión ante el pesebre o hacer un lugar en la mesa para quien no lo tiene.
Otro vértice que se suele olvidar es el de las personas solas (ya sea porque lo están realmente o porque así se sienten) para las que, en muchos casos, estas fechas implican más un dolor que un momento de encuentro con Dios y su comunidad.
Pensando en esta realidad —y cómo acompañar desde la cercanía— Entre Todos conversó con la médica psiquiatra Silvia Peláez, y los psicólogos Alejandro De Barbieri y Natalia Trenchi.
¿Qué hacés en Navidad?
Para la doctora Silvia Peláez la mejor forma de acercarse a una persona, que sabemos que está sola, es hacerlo desde el lugar de un semejante, con una mirada empática: “Hoy tú estás solo y yo ya lo estuve”.
En el caso de una pérdida reciente de un ser querido, y si la confianza en el vínculo lo amerita, hablar sobre esa pérdida o dolor puede ayudar a la persona. Igualmente, advierte:
“Hay que hacerlo en privado, porque buscamos no exponer a quien queremos ayudar en una etapa muy difícil… más en estas fechas”.
Peláez también recomienda algunas acciones concretas que podemos seguir para ayudar a las personas que están solas. “Tenemos que asegurarnos que no pase la fiesta en soledad, lo que puede significar invitarle a nuestra mesa o intentar que otras personas cercanas lo hagan”, sostiene.
Por otro lado, reafirma la importancia de hacernos cercanos a quien lo necesita. «Puede ser de forma presencial o a través de un mensaje, si está lejos: “¿qué haces en Navidad?”», comenta.
En el caso de quienes somos creyentes es fundamental la oración y pensar de qué forma podemos ser de ayuda para el otro. En este mismo sentido, hacer las paces y pedir perdón es un paso fundamental para sanar heridas.
Por último, recomienda a las personas que están solas y no quieren pasar de esta manera en estos días, dar el paso de invitar a otros o pedir permiso para pasar a saludar a quienes se visualicen como más cercanos.
Un tiempo para estar
“Primero hay que escuchar sin juzgar”, advierte el psicólogo Alejandro de Barbieri. Al igual que Peláez entiende que discernir “qué hablar y qué no hablar muchas veces depende del vínculo que tengamos con las personas” y que la escucha atenta es fundamental. Pero también pone de relieve el contenido de estos diálogos: “Navidad y fin de año, más allá de lo religioso, puede ser una gran oportunidad de hacer balances y abrir el corazón a la gratitud. Y esto puede significar una oportunidad de hablar, ya sea de un ser querido —si hay un duelo que no se elaboró—, o de las cosas positivas, reconociendo y agradeciendo lo que se ha caminado durante el año”. Pero también es categórico al afirmar que “si hay algo que a la persona le duele, y no quiere o todavía no está pronta para hablar, somos nosotros los que debemos crecer en empatía para aceptar el silencio del otro”.
Para De Barbieri estamos en una sociedad en la que “no hay tiempo para amar, no hay tiempo para prestar atención”. Y recomienda para este tiempo acercarnos a los demás, sobre todo a quienes más lo necesitan. “Si la persona está dentro de nuestra familia y sabemos que va a pasar sola por algún motivo, ofrecer nuestra casa, abrir nuestras puertas. Y si no son familiares, abrir nuestra casa a gente distinta siempre es lindo, sobre todo cuando sabemos que la gente, pasando en grupo, se puede sentir mejor. Estar en grupo, pasar en grupo, te protege contra la depresión y en estos momentos puede ser fundamental”, añade.
«Las fiestas son una buena oportunidad para hablar, para hacer balance y agradecer»
Alejandro De Barbieri
¿Cómo lidiar con nuestra soledad?
El psicólogo explica que “la soledad en principio no tiene por qué ser negativa, si es una soledad ‘acompañada’ de tu espiritualidad, un encuentro contigo mismo, con tu interioridad”.
Y remarcó que por el contrario “hay mucha gente que está acompañada pero se siente sola, mucha gente con una soledad no elegida, sobre todo gente mayor, y ahí es necesario el acompañamiento”.
En estos casos, concluye, “si es una soledad que me angustia puedo buscar personas con las que hablar, que puedan ayudarme a enfrentar esa soledad, pero no evadirla, no huir de ella en principio. Si esta soledad me genera culpa, angustia o rencor, tal vez se puede conversar con un psicólogo para ver cómo evitar esa soledad”.
Buscar el verdadero sentido
“Algo que me parece importante subrayar es el sentido de consumo que la sociedad actual le ha dado a estas celebraciones: comprar, gastar, gastar, comprar, hacer ruido, excederse. Nada de eso tiene que ver con el verdadero sentido de estas celebraciones”; así describe Natalia Trenchi un panorama muy reconocible.
Y agrega que parte de esta visión consumista de las fiestas es que hay que celebrarlas con una cantidad enorme de gente. “Hay que estar en patota, no importa el precio que se pague. Porque hay que reconocer que hay gente que se junta sin tener ganas, simplemente porque hay que juntarse”.
La propuesta de la psicóloga es salirse de esos mandatos de la sociedad de consumo y despojar estas celebraciones de todos esos agregados. Y agrega:
“Hay gente que tiene la capacidad de elegir pasarlo en grupo y hay gente que puede elegir pasarlo solo o con muy poca gente, porque es con lo que tiene ganas de estar. Y me parece muy buena la idea de que si hay alguien que va a estar solo y que le hace mal esa soledad, que podamos invitarlo a sumarse como uno más de nosotros”.
Iglesia Católica de Montevideo
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