La parroquia Nuestra Señora de la Guardia se identifica con un fuerte trabajo en la comunidad.
Don Orione tenía una frase que rezaba así: “Debemos llenar de caridad los surcos, llenos de odio y de egoísmo, que dividen a los hombres”. Para el padre Julio Robledo, estas palabras son la guía del trabajo de quienes integran la parroquia Nuestra Señora de la Guardia.
“Eso es lo que nosotros recibimos como familia: corazones rotos por la separación, por la violencia, por las drogas, por el alcohol, entre otros problemas que cada hogar vulnerable tiene. Nuestro trabajo es volver a reconstruirlo, mostrarles que hay otro camino posible y, junto con todo el equipo, hacer el esfuerzo por mantener vivo el carisma principal de Don Orione: que todas las cosas se restauren en Cristo”, explica.
Tanto en la parroquia como desde el proyecto Gurisaes y el centro juvenil, se generan distintas propuestas para construir una comunidad abierta y solidaria.
Transformar la realidad
La fundación de la parroquia data de 1942, de acuerdo con los respectivos libros parroquiales y registros de la época. Los relatos indican que el templo es anterior y que, en dicho lugar, ya existía una capilla para poder practicar la fe.
“El contexto era muy diferente por aquel entonces. La iniciativa del trabajo en la comunidad comenzó desde la parroquia, cuando hace algunas décadas el entorno no era el mejor y los vecinos decían que había algunos grupos complicados en la vuelta. Si no me equivoco, en ese tiempo los bautismos se celebraban en Nuestra Señora del Carmen de la Aguada. El lugar en el que está la parroquia es significativo, porque por acá también estuvo nuestro fundador, Don Orione, y algunas cosas se conservan desde ese momento”, recuerda.

La fundación de la pintoresca parroquia data de 1942, hace más de ocho décadas. Fuente: R. Fernández
Hace seis años que el P. Robledo está en la parroquia, y el doble de tiempo desde que llegó al Santuario Virgen de las Flores en La Floresta, proveniente desde Asunción del Paraguay. Su origen se remonta al pueblo de los Polvorines, en Buenos Aires. “Era un lugar que estaba minado de jesuitas, y yo iba a una comunidad suya. Desde chico tenía ese bichito de querer ser sacerdote. Luego, como adolescente, estuve en el Cottolengo. Todavía recuerdo cuando iba a llegar el corazón de nuestro fundador. Había un montón de gente en San Miguel, cuando llegó a la Catedral. Después me invitaron a un retiro vocacional y terminé en este ministerio. Cuando me ordené como cura, el corazón de Don Orione vino hacia Argentina para quedarse allí para siempre”, explica.
El párroco reconoce que, más allá del lugar en el que le toque servir, el objetivo siempre debe ser mejorar la situación de las personas: “En la comunidad de Argentina, por ejemplo, un día se estaba peleando la Legión de María con los monaguillos para ver a quién le tocaba rezar el rosario. Cuando vine para Uruguay, no tenía ni Legión de María ni jóvenes. También recuerdo que propuse hacer una celebración el sábado y me respondieron: ‘Mejor la misa la hacemos el domingo’. El primer desafío fue entender la religiosidad del lugar y adaptarme a su cultura. El segundo ya era responder a las necesidades de la gente”.
Una comunidad de servicio
Cuando se consulta por un referente de las distintas iniciativas solidarias que se realizan en torno a la parroquia, las miradas se dirigen hacia Dora. Ella es una psicóloga colombiana que coordina las actividades del club de niños Gurisaes. Este proyecto se realiza junto al centro juvenil, para lograr un acompañamiento que abarque desde la niñez hasta la adultez.
“Lo más fuerte de la parroquia es este trabajo de apoyo a los vecinos”
Pbro. Julio Robledo
“Actualmente tenemos unos ciento veinte niños entre los turnos de la mañana y de la tarde. El turno de la mañana funciona desde las ocho y media hasta las doce y media, y el siguiente horario va desde esa hora hasta las cuatro y media de la tarde. Estos chicos pertenecen a unas noventa familias”, explica Dora.
Ella conforma un equipo técnico que trabaja sobre cada realidad, a partir de un área psicológica, otra de trabajo social, y una tercera instancia a través de la modalidad de talleres con educadoras. El personal se compone de trece personas, cada una con un rol específico (asistentes sociales, psicólogos, maestras, educadoras, personal de limpieza y cocina).
La propuesta es variada, e incluye desde manualidades hasta clases de ajedrez, taller de arte y expresión corporal, deporte o incluso apoyo escolar. “Entre estas actividades ellos pasan sus cuatro horas del día en el centro. Tenemos el beneficio también de poder darles el desayuno y el almuerzo a los niños que ingresan en la mañana, y el almuerzo y la merienda al grupo de la tarde”, complementa.

Una de las características de la comunidad es su fuerte vocación solidaria, como se aprecia en Gurisaes. Fuente: R. Fernández
Para Doris, la propuesta es amplia e innovadora: “Nosotros construimos desde los valores y el desarrollo de las inteligencias múltiples. Más que un centro de apoyo o una guardería, nos consideramos una segunda casa para ellos. Tenemos desde una clase abierta, en la que los padres acompañan a los niños durante un día, hasta campamentos —en el último participaron ochenta y seis chicos—, y ya estamos preparando un pesebre viviente para presentarlo el 8 de diciembre a las siete de la tarde. Tenemos actividades durante todo el año, y por nuestro carisma orionita estamos llamados a alimentar esa parte espiritual y de la fe que todos necesitamos desarrollar”.
El compromiso de todos
“Pastoralmente hablando, creo que lo más fuerte de la parroquia es este trabajo de apoyo a los vecinos, en el que se colabora con la educación tanto de niños como de adolescentes. Sin dudas, es un sello distintivo de la comunidad que se ve reflejado en que, entre las ocho de la mañana y las ocho de la noche, haya continuamente gente entrando y saliendo. Cuando los jóvenes parten con dieciocho años del centro, ya arrastra todo un proceso de acompañamiento. Esa es la apuesta más fuerte de la parroquia, al margen de otras actividades que se desarrollan en el templo más formativas, como grupos de catequesis, un grupo de solos y solas que comparten comidas u otros proyectos. Tenemos que adaptarnos a las necesidades de la gente y evangelizar desde el servicio”, afirma el P. Robledo.
Cifra: 160
Niños y jóvenes participan aproximadamente de las actividades.
El compromiso solidario no solo parte desde la parroquia, sino también desde la propia comunidad. El sábado pasado se realizó un bingo solidario para recaudar fondos y poder renovar unas ventanas de hierro del templo. Mientras tanto, este fin de semana se trasladará un grupo de sesenta y un adultos y cincuenta y tres niños hacia La Floresta, para vivir una jornada de encuentro y fe.
“¡Pertenecer me genera una gran satisfacción! Realmente es una misión que uno acepta y, en la medida que el tiempo pasa, te das cuenta de que estás en el lugar que Dios te puso. Todos estamos llamados a cumplir una tarea de la mejor manera que podamos, pero antes que nada está la alegría de saber que estás acompañando una tarea que no solo involucra a los niños, sino también a las familias, los vecinos y el mismo equipo que te acompaña. Por donde lo veas, todo es integral”, reconoce Doris.
La mira en el futuro
Según la coordinadora, un objetivo para los años venideros es que, todo aquello que se desarrolla desde lo teórico, se aterrice muchísimo más en la práctica: “Creo que trabajar ese vínculo es una de las principales metas que tenemos por delante, además de seguir consolidando el grupo y creando el sentido de pertenencia de todos quienes formamos parte de la obra. Todos debemos entender que es un privilegio trabajar con niños y ayudarlos en su formación”.

Como explica el P. Robledo, los fieles mantienen muy presente el recuerdo de Don Orione. Fuente: R. Fernández
Por su parte, el P. Robledo sostiene que deben tener una actitud de apertura y atender las necesidades que surjan: “El carisma está siempre abierto a la novedad. Nosotros tenemos que dar una respuesta según el contexto, e irla renovando en cada aspecto. Con el paso de los años, lo que me percaté es que se va logrando ese encuentro con las familias. Conocerlas nos permite entender mejor a los niños y ayudarlos en su desarrollo y aprendizaje. Ese es el camino”.
Por: Leandro Lia
Redacción Entre Todos