Reportaje sobre el Centro Juvenil y Deportivo Quebracho
Publicado en Entre Todos N° 456
En Empalme Nicolich, donde se unen las rutas 101 y 102, funciona desde 2015 el Centro Juvenil y Deportivo Quebracho. Tanto en ese lugar como en la segunda sede ubicada en el barrio Aeroparque, todos los días unos 90 niños y adolescentes practican deporte, reciben apoyo escolar y sueñan con un futuro mejor. Una idea, un predio cedido, ganas de “hacer algo para ayudar” y la imagen de un referente. Con eso se fue construyendo una historia que lleva casi cinco años.
Los comienzos
“Esto empieza con dos chicos, Francisco Méndez y Andrés Supervielle, que tienen un sueño con el tema del boxeo y empiezan a descubrir que esto hacía bien”, cuenta Inés Schershener, coordinadora general de Quebracho. Y así arrancan: con una idea de hacer bien. Tal fue el éxito de la iniciativa que en 2017 la Intendencia de Canelones le pidió a Quebracho que replicara la experiencia en un barrio cercano. Por ahora, entre los dos centros, se atienden 91 chicos; 58 en Empalme Nicolich y 33 en Aeroparque.
Además, desde el año pasado, el centro juvenil tiene un convenio con INAU para la sede de Empalme Nicolich. “Nos dan la libertad para elegir a los profesionales que trabajan con nosotros, pero deben ser profesionales”, comenta Inés. Eso hizo que muchas metodologías de trabajo se formalizaran y se estableciera una estructura organizacional.
De la misma forma se integró aún más el aspecto educativo a la propuesta, pero siempre con el deporte como referencia, porque Quebracho nace de ese encuentro entre la persona y el deporte. “Esto es Quebracho y tiene color de Quebracho”, deja en claro la coordinadora.
El deporte como motor de cambio
El predio donde funciona el centro juvenil fue donado por una congregación de hermanas franciscanas. Allí un grupo de amigos decidió que sería a través del deporte que podrían influir positivamente en la vida de los chicos de la zona.
Pero si hay algo que define el espíritu de Quebracho es la foto de un sacerdote, ubicada sobre el marco de la puerta de entrada del gimnasio de boxeo. Es Jorge «Cuacua» Méndez, que integraba la Prelatura del Opus Dei y falleció en el año 2007. Era, además, el tío de uno de los chicos que fundaron el centro: Francisco Méndez. Para este sacerdote el deporte era parte muy importante de su vida y su apostolado, y con estas mismas ganas contagió a los jóvenes que crearon el centro.
Es así como el gimnasio de Quebracho se ha convertido en eje de trabajo de una organización que es deporte, pero que lo excede ampliamente. Igualmente casi todos los sábados se realizan veladas de boxeo, ya sea internas (con jóvenes de las dos sedes del centro), o con chicos de otras academias y clubes. “Todos los sábados estamos compitiendo, y lo mismo con atletismo, casi todos los fines de semana hay competencias”, afirma Inés Schershener.
También existe, los martes y jueves, un espacio para gimnasia de padres. «Generamos una actividad con la que nos podemos acercar. Es una forma de que Quebracho también sea un espacio para ellos, más allá de las reuniones curriculares por los hijos», comenta Inés. Estas actividades se complementan con charlas informativas para padres, charlas que buscan un conocimiento más profundo entre los adultos y el centro. «Es un espacio importante porque en la zona no hay nada como esto», asegura la coordinadora.
Un acompañamiento personalizado
Hay una clave en los procesos educativos que se realizan en Quebracho, y en cierta forma, en cualquier iniciativa que tenga una base cristiana: el acompañamiento uno a uno, la personalización. “El objetivo es acompañar y estar muy involucrados con nuestros chicos, eso hace mucho a nuestra tarea y estamos todos mirando para ese lado”, destaca Schershener. Los equipos que trabajan en los dos centros está muy comprometidos con la vida de cada chico; hay un acercamiento continuo.
Otro aspecto que no descuida el centro es el diálogo continuo con los padres de los niños y jóvenes que allí concurren. Son permanentes las entrevistas de los referentes con los referentes adultos o las visitas a los hogares de los chicos. También están en contacto con los liceos o las UTU donde ellos cursan.
“En definitiva lo que nos define es conocer a los chicos, a ellos y a su entorno, lo más posible. Porque desde ahí podemos ayudar; no podemos hacer esto en masa. Esto es un uno a uno”, subraya Inés.
Desde el centro se observa una necesidad de escucha por parte de los niños, adolescentes y jóvenes de la zona. “Quebracho hace mucho de esa función de escucha, para los padres y para los referentes. Somos un nexo también del chico con el liceo, la UTU, la psicóloga; somos parte de esa red”, remarca la coordinadora del centro.
Mirar al futuro con otros ojos
Otro de los temas que preocupa a quienes llevan adelante la obra es la formación y la futura inserción laboral de los jóvenes. Para esto llevan adelante diferentes iniciativas, que van desde la realización de talleres hasta procurar pasantías laborales. La encargada cuenta que el centro “tiene un equipo de gente de Zonamérica, de una empresa privada, que nos organiza encuentros una vez por mes. En estas instancias preparan a los chicos para el momento de las entrevistas laborales, explican cómo hacer un currículum, cómo es un recibo de sueldo, cuáles son sus derechos”, ejemplifica.
Para los referentes es importante luchar contra una especie de cultura de la informalidad. «Se trata de desprogramar aquello de que ‘tengo que trabajar en negro’. ‘No, tú tenés muchos derechos y está bueno que lo sepas, que sepas leerlos, que sepas hacerlos valer’”, afirma. Este proyecto lleva ya dos encuentros y se extenderá hasta fin de año.
También el centro juvenil trabaja con el proyecto “Jóvenes fuertes”, que apunta a reconocer todas las aptitudes y valores que tiene el chico y potenciarlas para un mejor desarrollo personal. Existe, además, una tercera propuesta denominada “Conocerme”. Es una nueva iniciativa parte de la necesidad de muchos chicos de realizar un buen test vocacional y de la imposibilidad de acceder a este tipo de pruebas en la zona. “La idea es hacer algo más profundo, más hondo; que en dos o tres encuentros los chicos puedan realmente conocer su vocación”.
¿Cómo se trabaja en «Quebracho»?
En el centro trabajan 12 personas y unos 12 voluntarios en la parte educativa. «Todos los espacios cuentan con un educador más dos voluntarios», informa Inés. Además hay voluntarios que cocinan los jueves y viernes, organizándose ellos mismos. «Asimismo, existe una cantidad de gente a la que se le puede escribir por whatsapp y vienen a colaborar para los traslados, para las veladas», agrega la coordinadora.
«Para Quebracho el asunto de los voluntarios es fundamental, se lo cuida como oro», concluye.
"Es como si estuvieras en tu casa"
Emmanuelle mira a la cara con ojos grandes. Cuenta que le gustan las artes marciales mixtas y que un día en el informativo se enteró de un club de boxeo que se llamaba Quebracho.
No lo dudó, tenía que ser parte de este centro. «Al otro día de verlo en la tele me vine a anotar. Y recuerdo que ese día justo habían robado el club. Al día siguiente me llamaron y empecé a entrenar boxeo», relata. A las prácticas de boxeo se sumó el atletismo, después vino el taller de candombe.
Para Emmanuelle el centro significó un cambio importante en su vida. «Yo nací prematuro, a las 24 semanas de gestación, tuve una hidrocefalia y espasticidad en las piernas», cuenta. Por esta razón tuvo que someterse a dos intervenciones quirúrgicas: una de acortamiento de tendones y otra, hace poco tiempo, de descenso de rótula.
Con mucho esfuerzo propio y mucha ayuda de Quebracho, Emmanuelle ha tenido la posibilidad de correr dos carreras 5K. «De hecho me hicieron un reconocimiento en la primera carrera», sonríe orgulloso. Agrega que esta alegría se suma a la de ser parte del plantel de atletismo, algo que, confiesa, lo sorprendió.
Emmanuelle realiza deportes todos los días de la semana, ya sea atletismo o boxeo. Cuando se le pregunta qué dice la familia sobre su incursión en el atletismo, no duda en afirmar: «Están muy contentos de que corra».
Una segunda familia
El caso de Emmanuele, más allá de las particularidades, no es único; es parte del día a día de Quebracho. Es algo que tiene que ver con el lugar y las personas que lo integran. «Con el ambiente acá me siento bien, es como si estuvieras en tu casa, tu segunda familia», resume.
Es un lugar en el que las personas se sienten valoradas, contenidas, queridas y, sobre todas las cosas, parte de algo más grande. «Quienes trabajan acá son muy buenas personas, no solo por lo que me ayudan a mí, sino por lo que ayudan a todos los que vienen, con lo que necesites. Tengo muchos amigos acá» agrega Emmanuele.
El adolescente también cuenta sobre la insistencia de su madre para que él se acercara al proyecto, y la alegría por los cambios en su vida cotidiana.
Para Emmanuelle una de las claves es el seguimiento de los referentes de Quebracho, cómo está, qué hace, qué necesita.
"Quebracho me abrió nuevas perspectivas"
Lleva 13 peleas, 11 ganadas y 2 perdidas. Es campeón nacional sub 19 y vicecampeón en 2018, y cuenta con algunas peleas internacionales también. Hace unos días se consagró campeón de la categoría hasta 60 kg élite de la Liga Sur de boxeo. Se llama Daniel y hace cuatro años Quebracho se cruzó en su vida.
“Cuando iba a la escuela, yo veía correr a mis compañeros que venían y yo no sabía por qué lo hacían”, cuenta el joven boxeador. “Me gustaba hacer deporte, pero nunca había hecho boxeo, no sabía lo que era. Me enteré y vine con mis padres a preguntar, me hicieron una ficha y me inscribieron. Luego me llamaron, vine al primer entrenamiento y desde ese momento no he parado”, agrega.
También comenta lo que sintió en su primer entrenamiento: “Tenía una vergüenza bárbara, éramos una cantidad y me puse bien a lo último porque no sabía nada (ni qué era un protector bucal, ni unos guantes, nada), y me enseñaron todo”. Entendió que antes de cualquier otra cosa estaban el respeto, la disciplina y el esfuerzo, claves para el deporte y la vida. “Al principio, para ir mejorando, me quedaba dos turnos, desde las 5 hasta las 7 de la tarde. Esto era todos los días, de lunes a viernes. Ahora que compito lo hago de lunes a sábado”, agrega.
El boxeo y su experiencia en Quebracho le han dado la posibilidad de conocer otros lugares. «Estuvimos en Argentina y fue una experiencia muy buena, era la primera vez que iba y disfrutamos con todo el grupo», relata.
Compartir lo aprendido y crecer con Quebracho
Ir creciendo humana y deportivamente también lo motivó a brindar su conocimiento a otros. «Esto de ser profe comenzó al ver que Gabriel, el profesor principal, estaba solo para atender a una cantidad de gurises. Cuando necesita nos llama a Facundo o a mí para que le demos una mano», explica. Es que la cantidad de jóvenes que llegan al centro es mucha y de forma continua. «Un chico nuevo tiene que aprender muchas cosas que lo preparen para el combate y nosotros los ayudamos con eso», plantea.
Además de boxeo, Daniel hizo en Quebracho un curso de soldador y tiene el diploma, «eso te abre una perspectiva», acota.
A su modo de ver, el centro ayudó a su madurez. «Cuando entré tenía 14 años, plena adolescencia, y era medio demonio. Y Quebracho me dio una familia. Está muy bueno, tratan de ayudarte en todo. Necesitás un profesor de matemáticas y te consiguen uno, hay psicólogo, podés plantear un problema y hablarlo. Desde que entré en Quebracho he crecido mucho, y en este último año, aún más».
A sus 17 años, ha sido testigo del crecimiento del centro, pues llegó cuando no había ni ring ni zona de talleres. Creció el edificio y aumentaron las propuestas, entre las que hay talleres de cocina o de “Jóvenes fuertes”. “He visto a niños que vienen con muchas dificultades y los he visto crecer en todo, crecen con Quebracho día a día», comparte.
1 Comment
Buenos días
Creo q en este artículo se tendría q haber nombrado al Padre Mariano
Este sacerdote fue toda una institución en el Empalme Nicolich (así como otros curas que sirvieron allí en la Parroquia San Francisco de Asis).
Me extraño que no lo nombraran sobre todo porque esa era “LA CASA DEL PADRE MARIANO”
Así era conocido ese lugar y hasta el día de hoy decimos”allí, donde era la casa del padre Mariano”
Así mismo, es importante la conexión con la Parroquia, sus actuales servidores, el padre Alejandro y el padre Manuel.
Muchas gracias por este “ida y vuelta “. Creo q así es como construimos la “IGLESIA EN SALIDA” como nos pide nuestro Santo Padre.
Espero haber aportado mi granito de arena
Bendiciones
Andrea