Escribe la Archicofradía del Santísimo Sacramento.
El próximo 25 de agosto el Uruguay celebrará los doscientos años de su independencia. La patria, enseña san Juan Pablo II en el libro Memoria e Identidad: “es un bien común de todos los ciudadanos y, como tal, también un gran deber. Como sucede con la familia, también la nación y la patria siguen siendo realidades insustituibles”.
La doctrina social de la Iglesia, por su parte, nos enseña a construir y a cuidar una comunidad que promueva la justicia y la paz, orientada hacia el bien común universal. Uno de los mandatos de esta doctrina es la atención de los derechos humanos. Actualmente, en nuestro país estos derechos y el bien común se hallan desafiados por el proyecto de Ley de Eutanasia.
El derecho a la vida está asegurado en la constitución nacional vigente, en el artículo 7.º, que consagra el derecho de todos los habitantes a ser protegidos, entre otros, “en el goce de su vida”. La disposición constitucional demuestra que el valor de la vida y el de los otros derechos (honor, libertad, seguridad, trabajo y propiedad), como enseña el Dr. José A. Cagnoni en El Derecho Constitucional Uruguayo: “no son proclamados por la Constitución, sino que corresponden a las personas antes de (y antes que) la existencia de la organización estatal”. En consecuencia, el Estado solo puede preservar el goce de estos derechos y su protección no puede ser limitada por intereses particulares.
Frente a este desafío, los cristianos ―ciudadanos de esta tierra y herederos de la promesa del Cielo― tenemos la responsabilidad y el deber de facilitar a todas las personas el conocimiento de lo que el derecho natural y el constitucional dicen sobre el respeto a la vida. Esa tarea también implica difundir las enseñanzas de la Iglesia, que solo buscan asegurar el cuidado de la humanidad creada. Como escribió el papa León XIII en la encíclica Sapientiae Christianae: “El amor sobrenatural de la Iglesia y el que naturalmente se debe a la patria, son dos amores que proceden de un mismo principio eterno, puesto que de entrambos es causa y autor el mismo Dios; de donde se sigue que no puede haber oposición entre los dos”.
Pero, además, poseemos el recurso de la oración, que puede hacer cambiar el corazón y la mente de los representantes que tienen la responsabilidad de velar por los derechos y las creencias de todos. La Archicofradía del Santísimo Sacramento que tiene su sede en la Basílica Catedral Metropolitana de Montevideo invita, en el 2.º centenario de la independencia nacional, a rezar por el Uruguay y en defensa de la vida acudiendo al Santísimo Sacramento. En la Iglesia Catedral, los primeros viernes de mes, finalizada la misa de 12 horas, entre las 12.30 y las 14 horas, Jesús Sacramentado es presentado para la adoración y la oración de los fieles. Son muchas las personas que pasan por la Plaza Matriz en ese horario y las puertas del templo están abiertas a todos. Los miembros de la Archicofradía, que desde el año 1744 en forma ininterrumpida tributamos culto especial y pública adoración a Nuestro Señor Sacramentado, queremos propagar y renovar esta devoción, particularmente entre los jóvenes. Los interesados en conocer nuestras actividades pueden hallar información en el Instagram: @archicofradiasantisimosacra.