El sacerdote asumió como coordinador de la educación religiosa en los colegios de la Arquidiócesis de Montevideo.
Alejandro Korahais era un buen estudiante y le gustaba la matemática. En preparatorios, eligió la orientación científica con la intención de inscribirse en la carrera de Ingeniería en la Universidad de la República. Ingresó y cursó un año, pero pronto se dio cuenta de que no era lo suyo.
No recuerda las circunstancias que lo llevaron a Buenos Aires a estudiar Comunicación Social en la Universidad Austral, donde descubrió su vocación como periodista de prensa escrita tras cubrir el ataque terrorista a la Embajada de Israel en Argentina (1992) y el atentado a la AMIA (1994).
Tras su regreso a Uruguay, en 1997, trabajó poco tiempo en el diario El Observador, en un suplemento de negocios inmobiliarios. En paralelo, empezó a dar clases de historia y catequesis en el colegio Monte VI, donde fue secretario y llegó a ser director de secundaria. Con el paso del tiempo se dio cuenta de que la educación era su verdadera vocación.
No pensó en hacer otra carrera de grado. En cambio, optó por hacer estudios de posgrado en Educación, centrados en la gestión de centros educativos, en la Universidad de Montevideo, Centro Universitario Villanueva —adscripto a la Universidad Complutense de Madrid— y en la Universidad Europea del Atlántico.
Korahais —cincuenta y un años, casi dos años de sacerdote y director del Liceo Jubilar desde febrero de 2023— asumió en agosto pasado una nueva tarea: ser vicario de educación en la Arquidiócesis de Montevideo.

“La principal función del vicario es rezar”, dice entre risas. “Es cargar con las preocupaciones de todos y ayudar a los colegios católicos en el aspecto pastoral y evangelizador”.
Desde que asumió, el sacerdote se propuso el desafío de visitar los setenta y ocho colegios católicos de Montevideo. Hasta ahora, ha realizado ocho visitas, una por semana: “El objetivo es generar cercanía, escuchar las dificultades, los logros cumplidos y los anhelos de primera mano”. Cada visita implica conocer la institución, al equipo directivo, a los referentes de pastoral y celebrar una misa. “Es una vivencia de fe importante porque rezamos por el colegio”.
A continuación, un resumen de la entrevista.
La última entrevista para Entre Todos fue en febrero de 2023, tras asumir como director del Liceo Jubilar. ¿Qué balance haces a más de un año y medio al frente de la institución?
El balance es muy positivo e ilusionante. El Liceo Jubilar es un milagro andante (se ríe). Estoy muy agradecido con todos quienes trabajaron tiempo atrás: directores, profesores, voluntarios. Se nota que han volcado cabeza y corazón a la tarea, porque se ve en los frutos y en los exalumnos.
En 2023 nos centramos en consolidar el aspecto económico, dado que, tras la pandemia, era necesario volver a potenciar el vínculo con los donantes, quienes son socios claves en una institución como esta. No es que estuvieran lejanos, pero el liceo no se podía visitar. Los donantes vienen a ver cómo se destina su colaboración, ya sea a través del testimonio de los alumnos o de las restauraciones en el edificio. Estas visitas son fundamentales, ya que ayudan a abrir la mente, plantean desafíos y generan preguntas. Actualmente, tenemos un excelente ritmo de visitas al centro, con una cada semana. Esto amplía nuestra red de apoyos.
«Estoy muy agradecido con todos quienes trabajaron tiempo atrás: directores, profesores, voluntarios»
Para este año, nos enfocamos en consolidar el nivel pedagógico y académico de los alumnos. Era necesario reforzar las áreas instrumentales: matemática, lectoescritura e inglés. Este último es aún más relevante en esta sociedad moderna, y se debe trabajar por niveles debido a la diversidad de procedencias de nuestros alumnos.
Esto implicó revisar los programas de estudio para elevar el nivel académico, asegurando que su inserción en bachillerato o en la universidad sea lo más óptima posible. Se trata de dar un paso mayor hacia la calidad. No es que antes no existiera un esfuerzo en este sentido, pero debemos avanzar hacia un nuevo estamento.
Para ello, realizamos un primer diagnóstico para conformar los equipos de trabajo. De cara al próximo año, sentamos las bases de atención a áreas específicas. Algunas ya las iniciamos este año y otras ya están planificadas para el año que viene.
¿Cómo es desempeñar ambas tareas al mismo tiempo?
No es fácil (se ríe). Bueno, es un motivo para rezar por las vocaciones sacerdotales para que cada cura pueda dedicarse a una tarea distinta (se ríe). Por un lado, tengo la ventaja de que ya estoy en el mundo educativo y muchas preocupaciones que escucho en las visitas a los colegios son las mismas que vivo en el Jubilar. Por otro lado, tengo la desventaja de que no puedo dedicarle todo el tiempo a la tarea.

¿Qué preocupaciones te planteó el cardenal Daniel Sturla cuando te pidió que asumieras este rol?
La necesidad de mantener cercanía con los colegios, asegurar la formación intelectual de los catequistas a través de la carrera de Ciencias Religiosas en la Facultad de Teología y ayudar a que los colegios católicos no pierdan su identidad.
¿Los colegios católicos en Montevideo tienen una clara identidad cristiana?
Creo que podemos caer en la tentación de aguar la identidad por miedo a perder alumnos. El mensaje que tenemos para ofrecer es espectacular, y es Dios quien lo impulsa. Es necesario recuperar el optimismo, la alegría y el sano orgullo de que tenemos el mejor mensaje para transmitir: el mensaje de Jesucristo. No a un código o a una doctrina, sino a una persona. Esa vivencia debe mantenerse viva en los colegios, y corremos el riesgo de que esto no ocurra. El gran desafío que tienen los colegios católicos es no perder su identidad.
¿Cómo se tiene que trabajar este tema a nivel pastoral?
(Piensa unos segundos). Primero, hay que ver la vivencia de la fe en el colegio: el trato personal con el Señor —según la edad, el grado y los contextos—, la vida eucarística y la dimensión mariana. De ahí sale lo que hay que trabajar a nivel pastoral: lo que se enseña, se transmite y se vive. Nuestra fe católica no es solo para ser enseñada, es para ser vivida.
Luego, hay que ver cómo se presenta la propuesta pastoral a todas las familias que van a los colegios católicos.
En Uruguay, los colegios católicos se construyeron para que la población católica llevara a sus hijos para que tuvieran una formación oportuna de acuerdo a sus creencias. Pero en la actualidad, gran parte de las familias que se acercan a nuestras instituciones no lo hacen por la fe. En la mayoría de los casos se acercan por la propuesta educativa y sus valores, que coinciden con los cristianos. No me parecería leal no mostrar el mensaje de fe que tenemos.
«Creo que podemos caer en la tentación de aguar la identidad por miedo a perder alumnos»
Creo que no perdemos alumnos por ser católicos. Los padres retiran a sus hijos por otros motivos. Podrá haber habido algún caso que haya sido por la fe, pero en general se van porque están descontentos con la propuesta pedagógica o porque se enojaron con alguien.
Los colegios también evangelizan. No se impone nada sino que se habla de Cristo, algo que han hecho los cristianos en todas las épocas. Hay hermosas historias de personas que en los colegios recuperan la fe y se acercan a Dios a través de testimonios de compañeros y profesores.
No solo los alumnos y sus familias se acercan a la fe, también ocurre lo mismo con los docentes y demás funcionarios. No todos quienes trabajan en los colegios católicos son creyentes. Quizás la mayoría no lo son. Pero el personal católico que trabaja en los colegios, y vive su cristiandad a través de su trato con Cristo, tiene un ámbito de evangelización lindísimo. El ámbito educativo es fundamentalmente evangelizador.
La gente no se acerca a Dios porque le demos mil argumentos. Es Dios quien se acerca, toca sus corazones y los atrae. Si es a través de nuestro trabajo, testimonio y vivencia de fe, genial. No tenemos que ser obstáculos a la acción de Dios con las familias de los alumnos y de los trabajadores.
La Fundación Sophia cumplió diez años en setiembre pasado. ¿Cómo evalúas el trabajo de la red de colegios y su propósito?
En estos meses he tenido la oportunidad de visitar colegios atendidos por la Fundación Sophia.
Detrás de su funcionamiento hay muchos sacrificios y esfuerzos, pero lo que realmente prevalece es la presencia cristiana. Su labor es encomiable, tanto por su magnitud como por su dedicación. Se ven los frutos de este esfuerzo. Los equipos que trabajan en los colegios se esfuerzan por ofrecer una educación de calidad.
«No tenemos que ser obstáculos a la acción de Dios con las familias de los alumnos y de los trabajadores»
En el Liceo Jubilar, recibimos a chicos que cursan el bachillerato en colegios de la Fundación Sophia, así como a estudiantes del barrio que provienen de estos colegios. El Liceo Jubilar y la Fundación Sophia son instituciones hermanas, ya que ambas dependen del Arzobispado de Montevideo y el cardenal Daniel Sturla es el director de ambas. Esta sinergia permite crecer en aspectos profesionales, económicos y de fe, creando ambientes cristianos.
¿Cuáles han sido los planteos que te han llegado por parte de los colegios en las visitas?
Recién estoy en los primeros contactos. Pero sí, me han dado sugerencias de cómo se hacían las cosas y cómo se pueden hacer mejor. Esto no quiere decir que se hayan hecho mal. Lo que veo es que agradecen mucho el contacto directo.
La mayoría de las preocupaciones no son del ámbito de pastoral y evangelizador, sino más bien de la falta de materiales. Los colegios tienen cientos de problemas. En algunos casos la vicaría puede ayudar y en otros no.
Hay familias que piden ayuda respecto a la crianza y educación de sus hijos. Es un tema muy interesante para trabajar. Los colegios luchan por ser la mejor herramienta para las familias, empoderándolas y recordándoles que los padres son los primeros educadores de sus hijos.

En lo pastoral, hay preocupaciones que implican la evangelización, la cual, en la actualidad, enfrenta complicaciones debido a las tendencias sociales. Es fundamental presentar el mensaje de manera atractiva sin desvirtuarlo, ya que las generaciones han cambiado. Seguramente, quienes desempeñaron este rol en el pasado se enfrentaron al mismo desafío (se ríe).
Existen otras dificultades. Muchos colegios católicos están en un momento acuciante por dificultades económicas y por el contexto donde están ubicados. Por eso hay que generar instancias de diálogo, rezar, dar ánimo y orientaciones para resolver temas específicos.
¿La educación no formal entra en el trabajo de la vicaría?
Sí, porque es otro ámbito de la educación y la mayoría de las instituciones de educación no formal están integradas en los colegios católicos, y son parte de su propuesta.
Ver todas sus notas aquí.
1 Comment
Excelente persona. Lo conocí porque fue profesor y tutor de mis hijos en Colegio Monte VI.
Un Colegio increíble y pienso que este Sacerdote hará mucho bien en el puesto que le han asignado!!!!