Para conocer conocer más de esta propuesta, Entre Todos conversó con el Pbro. Marcelo Coppetti, sacerdote jesuita encargado del centro de espiritualidad, y que será, junto al Pbro. Gustavo Monzón, uno de los guías de los ejercicios de Semana Santa.
¿Hacia quienes están dirigidos los ejercicios espirituales ignacianos?
Están dirigidos a toda persona con experiencia de fe, que quiera profundizar y vivir más intensamente el encuentro con el Señor. Esta experiencia, dependiendo del momento vital en el que esté la persona, lo ayudará a ver en qué lugar se sitúa hoy en relación a Dios y los demás.
Ignacio dice que los ejercicios son para buscar y hallar la voluntad de Dios en la vida de cada uno de nosotros. La pregunta que nos debe orientar es: ¿qué quiere Dios de mí en este momento?
Cualquiera que tenga planteado esta pregunta está en condiciones de hacer los ejercicios ignacianos.
¿Qué predisposición hay que tener para realizarlos y qué opciones hay?
San Ignacio dice que el que va a ser la experiencia de los ejercicios debe entrar en ellos “con grande ánimo y liberalidad para con su Criador y Señor”; es decir, entrar con ganas, con entusiasmo, con deseos de vivir esa experiencia y dejar que Dios vaya haciendo lo que quiere hacer. No llevar la experiencia hacia dónde uno quiere, sino dejarse mover por el Espíritu de Dios.
En cuanto a las modalidades, la más común es la de ocho días de ejercicios. Ignacio pensó en un mes para realizar la experiencia, pero sabemos la dificultad que se tiene actualmente para vivir esta propuesta.
Por otra parte, están los ejercicios en la vida cotidiana, que son una adaptación del mes de ejercicios —de los treinta días—, a lo largo de todo el año. Entre abril y noviembre, la persona tiene la posibilidad de hacer un retiro durante un día en Manresa y recibir los materiales para rezar todos los días durante las cuatro semanas siguientes en su casa.
¿Qué actualidad tienen los ejercicios que fueron redactados por san Ignacio en el siglo XVI?
A Ignacio de Loyola le tocó vivir un momento de transición, nace como un hombre de la Edad Media y muere siendo un hombre del Renacimiento.
Creo que es interesante porque a nosotros —personas del siglo XXI—, que vivimos también una experiencia de grandes transformaciones, de mucha inestabilidad e incertidumbre, los ejercicios espirituales y la espiritualidad ignaciana tienen mucho para decirnos.
Los ejercicios tocan los temas de los deseos, de la voluntad y de la gracia. Creo que es una experiencia que conecta con lo que a nosotros nos toca vivir hoy.
¿Qué rol tiene el acompañante dentro de esos ejercicios espirituales?
Es una de las características de los ejercicios. Tener a alguien con quien compartir, confrontar, contrastar lo que uno va viviendo. El rol del acompañante es ayudar a quien está realizando los ejercicios a no caer en los errores del mal espíritu, diría Ignacio. Es alguien que ayuda a objetivar lo que se va viviendo.
¿Qué importancia tienen los lugares y tiempos en los que se practican?
Con respecto a los lugares, san Ignacio marca en las notas a los ejercicios espirituales que ayuda mucho salir del lugar donde uno transcurre su vida cotidiana y eso es lo que nosotros proponemos con los ocho días de ejercicios. Ir a un lugar —una casa de retiros— donde todo está ordenado, orientado, para poder dedicarse de lleno a la experiencia de profundizar en este camino de fe. Todo ayuda: los horarios, las comidas, la presencia del acompañante, la capilla —o las capillas—; todo ordenado para que la persona tenga la experiencia de encuentro con Dios.
En cuanto a los tiempos, hay opciones de hacerlos en verano —hubo tandas en enero y febrero—, en Semana Santa, en julio, una tanda en septiembre y octubre —con una experiencia un poco distinta— y después en diciembre.
En este contexto, ¿qué lugar ocupa específicamente Manresa dentro de la espiritualidad ignaciana uruguaya?
Es un lugar de referencia. Es una casa muy antigua, donación de la familia Jackson, en propiedad de la Compañía de Jesús desde finales del siglo XIX. Es una casa que tiene larga tradición, orientada a que sea casa de retiro, casa de descanso. Además, fue noviciado durante un tiempo.
Es un lugar de referencia para mucha gente de Iglesia, religiosos, religiosas y laicos que buscan ese espacio para venir a rezar, para sus propios retiros dentro de su propia espiritualidad. Es un lugar que les ayuda a ese encuentro con Dios. Está todo muy ordenado para que sea un lugar que invite a la oración, al descanso con el Señor, a estar con él. Creo que ocupa un lugar importante en la vida espiritual de la Iglesia en Montevideo.
Para informarse más sobre las propuestas e inscripciones dirigirse a manresa@ucu.edu.uy o 093789640.