Cuatro religiosas del Instituto de las Pobres de Jesucristo arribaron a Montevideo para atender la capilla de la Medalla Milagrosa en Puntas de Manga y propagar su carisma.
Hay un muro bajo, descascarado, que separa la vereda del jardín. Detrás, un árbol enorme, de ramas huesudas, se abre como un paraguas seco. Al costado, las palmeras crecen torcidas, desordenadas, y dan sombra sin buscarlo. Adentro, una capilla que por fuera parece austera, de techo bajo y paredes simples. Tiene un techo a dos aguas, angosto, y sobre la entrada, en lo alto, una imagen de la Virgen.
Es jueves 27 de marzo, tres y media de la tarde. Aunque el otoño ya llegó, el calor persiste, denso, pegado al aire. El portón está abierto de par en par. Unos cinco hombres jóvenes van de un lado a otro en tareas de mantenimiento. Más allá, en una casa impecable que da la impresión de ser nueva, cuatro religiosas limpian muebles, el piso y las habitaciones. Sus hábitos tienen polvillo. Son monjas jóvenes, que no deben de llegar a los cuarenta años. Lo dicen sus rostros. Lo confirman los registros.
Rafaela es la mayor, tiene treinta y cuatro. Le sigue Samuela, con veintinueve. Y por último están Plácida y Epifania —así, sin tilde— con veintiocho.
—Adelante, adelante. Bem-vindos, bem-vindos.

Cada una se presenta con su nombre y su “apellido” religioso, que son parte de su identidad: Rafaela del Corazón Suplicante, Samuela de los Santos Ángeles, Plácida del Resucitado y Epifania de la Santa Encarnación.
Las cuatro religiosas sacuden el polvillo de sus hábitos y se dirigen a la capilla. Entran por la puerta trasera que da a la sacristía y se sientan en los primeros bancos del templo.
Sus hábitos son marrones, en dos tonalidades: oscuro y claro. El color refleja la simplicidad, pero también la pobreza, la tierra y la cruz de Cristo. Una expresión visible de su espiritualidad francisclariana.
A un costado, cada una lleva el rosario de las llagas, una tradición que proviene de santa Clara de Asís. Las cuentas representan las siete heridas que Jesús padeció en la cruz: cabeza, costados, manos y hombros. Y, al final, el cíngulo, que cierra el conjunto.
—Muchos nos preguntan para qué sirve —dice Epifania y se ríe—. Viene de una tradición de la Iglesia. Antiguamente se usaba para ser más rápidos, más ágiles, porque el hábito cubría los pies.
Cada cíngulo tiene nudos franciscanos que representan los votos que profesan: pobreza, castidad, obediencia y uno más: el voto mariano, que es exclusivo de su congregación.
Lo único que las diferencia entre sí es la tonalidad del velo. Rafaela, que es religiosa desde los dieciséis años, es la única que lo lleva más oscuro. Las demás lo tienen beige.
—Cuando hacemos nuestros primeros votos, recibimos el velo beige —explica Rafaela—. Renovamos nuestros votos, y a los seis años hacemos los votos perpetuos, momento en el que recibimos el velo negro.

Cada una lleva visible su cruz, en la que está grabado en portugués: O caminho, la orden a la que pertenecen, que fue fundada en Brasil en 2001 por el sacerdote Gilson Sobreiro —quien pertenecía a la congregación de Oblatos de María Inmaculada— y Sônia das Chagas, una laica que luego adoptó el nombre de hermana Serva.
—El padre Gilson empezó un trabajo con los jóvenes de la parroquia —cuenta Rafaela—. Una vez se organizó un retiro para aquellos que querían salir de las calles, de la drogadicción, de la prostitución. Él fue a ese retiro sin que nadie supiera de que él era padre. Se quedó con ellos, era uno más. Nadie se imaginaba que él era padre. Entonces hablaban de todo, y él anotaba todo lo que escuchaba. El final del retiro fue muy impactante para todos, porque él presidió la misa. Luego, se mantuvo un vínculo entre los jóvenes y nuestros fundadores. Después se sumaron otros y así se formó la comunidad. Nuestro fundador no pensaba crear una comunidad religiosa, pero luego los jóvenes empezaron a manifestar su deseo de ser sacerdotes o religiosos. Él aceptó este llamado de Dios e invitó a la hermana Serva, que era laica y al principio no quería ser religiosa. Ella no quería dejar su vida, su familia, su trabajo. Pero Jesús se fijó en ella.
O caminho —en español conocida como la Fraternidad El Camino— es una comunidad que incluye sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos asociados y jóvenes. La rama masculina es conocida como el Instituto de los Pobres de Jesucristo, mientras que la femenina comparte el mismo nombre: Instituto de las Pobres de Jesucristo, que hoy tiene unas cuatrocientas religiosas distribuidas por todo el mundo.
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Plácida es la hermana superiora de la comunidad de Uruguay. Nació en Pernambuco, noreste de Brasil, e ingresó a la orden hace diez años. Habla con naturalidad, mezclando palabras en portugués y español.
—El carisma estaba pensado para laicos. Una vez, él junto con la hermana Serva empezaron a correr personas jóvenes que querían salir de esa situación. Pero tenían que trabajar para sustentar la casa. Y un joven llamó diciendo que estaba con vestimencia. No sé, ¿abstinencia se dice? La droga. Mais não queriam usar. Y el padre y la hermana não podiam salir y mismo si saliese, no llegarían a tiempo. Entonces para não usar la droga, este joven (se) inyectó lama —barro en la vena— y falleció. Eso fue muy impactante para el padre y (la) hermana. Y ahí sintieron que debían asumir una forma de vida para que fuese in-te-gral-men-te el servicio. Al principio serían laicos. Como estamos en varios países, hoy vemos la realidad de cada país, no solo a los pobres de la calle. En Brasil, Bolivia y otros países de América latina es muy fuerte la Pastoral Anawin.
—¿Y qué significa?
—Anawin significa pobre. Es una de las pastorales que hacemos en los centros de las grandes ciudades. Después surgiu la pastoral con mulheres en situación de prostitución. Pastoral Dimas, que es en las cárceles. Después están los jóvenes, las crianzas. Fuimos descubriendo el grito de Dios en varios rostros de pobres, no solo aquellos que están en (las) calles o en las cárceles. También aquellos que están pobres de espíritu. Una frase que abraye nuestro carisma es: “Jesús todo, todo de Jesús”. Jesús en sus múltiples rostros.
—¿Cómo recibió la noticia de que vendría a Uruguay?
—Me quedé muy feliz. No creé muchas expectativas pero Dios me ha sorprendido mucho. Espero quedar(me) varios años. Sabemos que aquí la evangelización es personal, no es de multitudes. Creo que nuestra presencia habla mucho, sin abrir mucho la boca. Estoy muy contenta porque veo lo que Dios quiere hacer a través de nosotras a través de esta realidad pastoral, eclesial y social.

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Epifania es la única de las cuatro que pronuncia con claridad el español. Nació en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, y se unió a la fraternidad cuando tenía veintitrés años.
—Nosotras fuimos pedidas por el cardenal Daniel [Sturla], a través de un padre [Davi de Miranda] que quería alcanzar más el área pastoral de su parroquia [Nuestra Señora del Carmen, de Puntas de Manga]. Él ya tenía un conocimiento de nuestra comunidad porque nació en Mogi das Cruzes, una ciudad cercana a São Paulo. Primero, fue en busca de la rama masculina, pero ellos no pudieron, ya que su comunidad es más reducida que la de las religiosas. Entonces, ellos lo condujeron hacia nosotras.

Rafaela viajó a Uruguay en mayo de 2024 para conocer el país, algunas congregaciones religiosas y reunirse con el cardenal Sturla y el padre de Miranda.
—Él nos habló de los desafíos de la Iglesia uruguaya, donde tenemos que sembrar, sembrar y sembrar, y muchas veces sin esperar resultados; este desafío es algo que nos llama.
Rafaela nació en Amazonas, Brasil. Actualmente, es la hermana superiora a nivel regional, un cargo que abarca Paraguay, Argentina y, ahora, Uruguay. Esto significa que debe viajar para supervisar el funcionamiento de las otras cinco casas cercanas: cuatro en Paraguay —Asunción, Chaco, Oviedo y Ciudad del Este—, y la única en Argentina, en Olavarría.
Las cuatro religiosas arribaron a Montevideo el pasado 19 de febrero y se alojaron durante un mes en la casa de Celia y Alejandra, madre e hija integrantes de la parroquia. Luego se instalaron en la capilla de la Medalla Milagrosa —Camino de los Tangerinos 3849— que está ubicada a un kilómetro y medio de la sede parroquial —Avenida José Belloni 6121—.
—Creo que el barrio ya tenía una fuerte influencia religiosa, porque antes vivían aquí las hermanas. La gente ya sentía una gran sensibilidad y cariño por su figura —dice Rafaela.
La capilla de la Medalla Milagrosa fue fundada en 1950 por sor Magdalena Saucet Massow, quien era Hija de la Caridad de San Vicente de Paul. El terreno había sido adquirido por las religiosas en octubre de 1946 como quinta para descanso y, al año siguiente, había comenzado a funcionar como oratorio.
La llegada de las nuevas hermanas significó para la zona el resurgir de la presencia religiosa.
—Nosotros tenemos la inspiración de salir por los bairros para hablar con las personas —dice Samuela.
Samuela nació en Pará, al norte de Brasil, y lleva once años en la orden.
—Hace dos domingos empezamos, junto con la comunidad, la catequesis de primera comunión, perseverancia y crisma [confirmación]. Es una experiencia muy bonita y bella. El primer domingo reunimos a todos y miramos la película El gran milagro, que trata sobre la eucaristía, y ellos se quedaron así —dice y pone cara de sorprendida—. Al otro domingo, vinieron dois personas mais.

Salir a buscar a los niños fue idea de José, un joven que vive frente a la capilla y participa de la catequesis de confirmación. Ya tienen algunas zonas abarcadas, en las que han comenzado a trabajar. Una de ellas es el barrio Fénix, que limita con la avenida José Belloni y la avenida de las Instrucciones. Más adelante, tienen la intención de acercarse a Villa Camila, un barrio que está a casi tres kilómetros de la capilla.
—Hacemos lo mismo que hizo Jesús —dice Epifania—. Ese siempre es nuestro camino. Si es niño, vamos a buscar una forma de poder alcanzarlo, pidiendo permiso a las familias.
Además de la catequesis los domingos, las hermanas organizan encuentros los sábados para menores de edad. No son catequesis formales, pero en algún momento pretenden que lo sean.
—Tenemos la esperanza de que muchas familias serán alcanzadas por la buena noticia, que es el evangelio.
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Para las religiosas, los niños son “la puerta de entrada” para conocer el barrio y sus necesidades, y a partir de ahí orientar su misión. Sin embargo, su público no se limita solo a los niños, sino que incluye a todas las personas. Una vez instaladas en su nueva casa, que antes era un jardín de infantes, Plácida y Rafaela recorrieron la cuadra de la capilla, golpeando puerta por puerta para presentarse a los vecinos.
—Para mí sorpresa, la mayoría de las personas nos acogieron con mucha simpatía. También hubo aquellos que nos cerraron las puertas en la cara, pero fueron la minoría —dice Rafaela.
A menos de un mes en la capilla, las hermanas ya han imaginado en detalle lo que será el futuro de su misión. Las ganas de hacer, de ver crecer a la comunidad y de expandir su carisma, se sienten en sus palabras. Desde invitar a los jóvenes a jugar partidos de fútbol en el terreno que está detrás de la capilla hasta realizar apostolados o incluso sumarse a la Pastoral Penitenciaria para acompañar a los presos, un servicio que es parte de su carisma. Quieren ir a lugares donde otros no van.
—Nosotras queremos ser esa fortaleza para las personas que se han distanciado del seno de la Iglesia, o han perdido la fe, o que han tenido vergüenza, tal vez, de demostrar que son católicos —expresa Epifania.
Es algo que puede ser, o puede no ser. Pero, tiempo al tiempo. Recién han llegado y aún están en el proceso de descubrir su campo de misión, un terreno por explorar. Será Dios quien les revele sus caminos y desafíos.
* Nota publicada originalmente en el quincenario Entre Todos el 12 de abril de 2025.
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6 Comments
Me encantaría saber más de la Congregación,días de Misa en Capilla de la Milagrosa y horarios.Algún día conversar con alguna de ellas.
Excelente compartir, para guardar en la historia del barrio.
Gracias!!
Bienvenidas hnas. Samuela, Plácida, Epifanía y Rafaela.
Bendiciones !
Me encantó
Sabía de ellas por mi hermana que asiste a la capilla y las conoce
Y ahora leer todo esto que hermoso Dios las Bendiga y guíe para seguir su camino
Gracias
Admiro la advocacion a Dios, de esas Hermanas.
Se puede ir a visitarlas, gracias
Me encantaría saber que horario tienen abierto para visitar y misas.