Unas 8.000 personas se reunieron en Durazno para rezar por las intenciones del Uruguay entero
En la cálida y despejada mañana del sábado 14 de octubre, María Nuestra Madre, nos volvía a reunir en la Aduana de Oribe, con destino Durazno – Parque de la Hispanidad, con motivo del 3º Rosario de Bendiciones para las Familias, organizado por un grupo de laicos pertenecientes a la Arquidiócesis de Montevideo y del interior del país.
Sobre el mediodía nos despidió el Cardenal Daniel Sturla. Nos animó a llevar la alegría de la fe y nos dio un “recado” especial: “Tengan presente en el ‘Corazón de la Patria’ a los hermanos que han abandonado su práctica de vida cristiana”.
Con un Ave María y la bendición emprendimos el viaje, que tenía a la imagen de Nuestra Señora de la Milagrosa como buque insignia. A medida que avanzaba la caravana se iban sumando peregrinos de todos los rincones del país.
Excursiones, autos particulares, motos, camionetas, iban siguiendo la estela de Nuestra Buena Madre, junto a los funcionarios de Policía de Tránsito y Caminera que fueron instrumentos durante todo el peregrinar.
Los numerosos gestos de cariño caracterizaron la caravana de principio a fin. Desde persignarse, abanar con boinas, gorras y pañuelos, hasta levantar las manos al Cielo en señal de victoria y agradecimiento.
En el Km. 140 de la Ruta 5, Sarandí Grande, esperaban ansiosos y con mucha fe, Laura y Francisco. Una joven mamá con su bebé, operado del corazón, que quería ofrecer su hijo a la Virgen y recibir la bendición.
Con la bandera uruguaya en la mano y su pequeño en brazos, la mujer se llenó de alegría al ver la imagen de Nuestra Madre y recibir la bendición del P. Marcelo Marciano, que acompañó en la caravana.
Así lo relató uno de los organizadores, Mario Viloria, en el programa Entre Todos, somos comunidad de Radio Oriental: “Laura fue a ponerse a los pies de Nuestra Madre, como lo hizo la sirofenicia a los pies de Jesús. Su fe fue más grande que cualquier otra cosa y le ofreció a su hijo”.
Cerca de las 17:30 horas llegamos a Durazno. La fiesta comenzaba. El pueblo en la calle recibía a María. La alegría se reflejaba en cada rostro. Las bocinas, las pancartas, los saludos se multiplicaban a medida que la caravana se acercaba al Parque de la Hispanidad.
Pasadas las 18 ya estaba todo pronto: escenario, música, rosario de globos, pero sobre todo el corazón de cada uno de los peregrinos que habían llegado de todo el país con fe y alegría.
Mons. Martín Pérez, obispo de la Diócesis de Florida (que compende a ese departamento y a Durazno), dio la bienvenida con un mensaje que caló hondo en los corazones de los presentes y que invitaba y animaba a tomar conciencia de lo importante que es Jesús en la vida de cada uno, de Su poder transformador y de la importancia de evangelizar con ardor. “Dar a Jesús es lo más grande que le podemos dar a una persona. Tocamos y ayudamos en su dignidad cuando le presentamos a Jesús. No sean tímidos cristianos. Que María nos ayude a no ser tímidos en nuestra fe. Sepamos que lo más grande que le podemos dar a los que queremos y a los que no queremos también es a Jesús”, invitó.
El P. Henry Santana, asesor de la Renovación Carismática Católica, minutos antes de la invocación al Espíritu Santo y de la reflexión del Evangelio, recordó que «solamente emocionan las cosas de Dios y de la Virgen, las otras cosas son pasajeras».
Seguidamente, y con la alegría que lo caracteriza, el P. Marcelo Marciano invitó a rezar el Santo Rosario, animando a consumir ese “remedio”. Acto seguido explicó: “Cuando uno consume este medicamento logra un efecto que no lo obtiene con otra medicina, y ese efecto es la paz. La Virgen es Madre y nos da la paz en el corazón. Necesitamos paz en nuestras familias. Cuando nos reunimos entorno a Ella nuestros corazones cambian. Siempre los corazones de los hijos, cuando están entorno al amor de la Virgen, van cambiando y experimentando mucho más amor”.
Con esta súplica a María por la paz en nuestros corazones y en el de nuestras familias comenzamos el rezo del Santo Rosario, que estuvo guiado por sacerdotes, religiosos y familias.
Como es tradicional, se elevó al Cielo el Rosario de globos, llevando consigo todas las intenciones y miradas de los presentes.
La tarde iba llegando a su fin y las estrellas comenzaban a brillar lentamente. Con el canto de los últimos pájaros, el Parque de la Hispanidad se fue poblando de la luz de las casi 8.000 velitas que dijeron presente en ese hermosísimo rincón de nuestro país.
Con el corazón lleno de alegría y con esa paz que nos regaló Nuestra Madre, se vivió el 3º Rosario de Bendiciones para las Familias.
/Por María del Valle García