La Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa celebró su 72.º aniversario.
Marcelo Scavuzzo se adentró en el mundo empresarial por herencia familiar cuando tenía diecinueve años, la misma edad que tiene hoy su hijo menor.
Su trayectoria comenzó hace casi cuarenta años en Dapama, una empresa fundada en 1972 por su padre, Santiago Scavuzzo, que se dedica a proporcionar materias primas y soluciones para la industria en Uruguay. La firma toma las dos primeras letras de los nombres de sus hermanos y el de él: Daniel —quien falleció en 2004 a causa de cáncer de huesos—, Patricia —que actualmente vive en Cataluña, España— y Marcelo.
Estuvo al frente del negocio familiar hasta 1996, cuando decidió emprender por su cuenta y fundó Sammel, una empresa especializada en la distribución de papel. Con el paso de los años, sumó proveedores de accesorios informáticos y en 2008 creó Starcenter, empresa mayorista uruguaya que se dedica a la importación enfocada en resellers y distribuidores del rubro de tecnología y artículos para oficina.
Scavuzzo —cincuenta y ocho años, abogado, cristiano, emprendedor, casado con Inés Payseé desde hace treinta y dos años y padre de cuatro hijos— es el presidente de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) desde mayo de 2023. Antes, entre 2017 y 2021, formó parte de dos consejos directivos.
En la actualidad, la red de empresarios, dirigentes y profesionales tiene trescientos veinticinco socios. “Si se compara con las otras ACDE de América Latina, es un número muy importante. Uruguay es un país pequeño y, aunque se dice que es ateo, en el mundo de los negocios no es tan así. Los valores judeocristianos están presentes en muchas personas”, dijo Scavuzzo.
El lunes 21 de octubre, ACDE celebró setenta y dos años de su fundación. Ese mismo día, su presidente dialogó con Entre Todos. Lo que sigue es un resumen de la entrevista.
¿Desde cuándo integra ACDE?
Empecé a integrar ACDE junto con mis hermanos antes del año 2000, a través de nuestra empresa familiar, Dapama, que ya era socia en ese entonces. En 2013 regresé, esta vez con Sammel, después de haber comenzado mi propio camino empresarial. Un accidente automovilístico grave me hizo replantear mi visión del tiempo, la vida y el trabajo. Desde entonces, decidí volver a ACDE y colaborar activamente, algo que me genera una gran satisfacción.

¿Cómo fueron los dos acercamientos a ACDE?
En el primero, seguí a mi hermano, quien lideraba la empresa familiar. ACDE me parecía un lugar muy atractivo por la calidad y cantidad de actividades que ofrecía. Antes del año 2000 no existían las escuelas de negocios ni programas de posgrado en este ámbito. Hoy todas las facultades, incluida la Universidad de la República, sí tienen. En aquel entonces, la única escuela de negocios era la de ACDE, conocida como ISEDE. El segundo acercamiento fue por intermedio de un queridísimo amigo, Enrique López Castilla (NdR: Director de Futuro Seguros). A él le debo esta segunda etapa.
¿Qué le atrajo de pertenecer a ACDE?
Creo que hay una premisa que puede sonar como un cuento de hadas, pero es profundamente cierta: los valores cristianos no solo son buenos en sí mismos, sino que también son muy beneficiosos para las empresas y, además, rentables.
Lo que más me atrajo de ACDE fue la oportunidad de dar a conocer estos valores. Es un espacio donde se construye no solo con temple profesional y carácter, sino también con una mirada enfocada en los demás, en los colaboradores, en la comunidad y en el impacto que la empresa genera en su entorno.
A veces, en el día a día, perdemos de vista esto, pero es absolutamente fundamental para tener una comunidad sana, próspera y con valores. En ACDE decimos que en las empresas los valores siempre se mantienen, más allá de que cambien las metodologías y las técnicas.
¿Cómo fue pasar a presidir la organización durante dos años?
Fue un cambio significativo. ACDE tiene muchas actividades que exigen tiempo. Hay una presencia institucional de ACDE con las otras cámaras empresariales. Nosotros decimos que somos un gremio muy especial porque somos el gremio de los valores. No defendemos únicamente al agro, a la industria, a los importadores ni a los exportadores. En nuestro gremio están todos ellos. No se deja a nadie excluido.

Los socios de ACDE comparten sus valores e inquietudes en los grupos GREM (Grupos de Reflexión Empresarial). Usted participa en uno de ellos. ¿Cómo ha sido su experiencia y qué le ha aportado?
Es un grupo extremadamente fuerte desde el punto de vista de la experiencia profesional, pero aún más desde la experiencia personal. En los grupos GREM abordamos temas que no suelen tratarse en una reunión de directorio o gerencial. Hablamos de cuestiones que pesan en nuestra alma y en nuestra mente, como la fidelidad, la honestidad, las buenas prácticas empresariales y los recursos humanos.
Los grupos GREM están compuestos por diez personas, quienes actúan como consejeros. Las reuniones se llevan a cabo en casas de familia, de forma rotativa, una vez al mes. En esos encuentros, planteamos nuestros casos, que pueden ser del pasado, del presente o algo que está por venir. Estos temas se tratan en un ambiente de gran confidencialidad y confianza. Luego, escuchamos lo que los colegas tienen para aportar respecto a esos problemas. Nos llevamos esos consejos a casa y a nuestra empresa, y con un discernimiento más amplio, podemos tomar decisiones más concretas. A veces, regresamos al grupo para compartir el desenlace de un caso; otras veces, queda cerrado. Algunos casos son tan delicados que se plantean de manera anónima.
Esto crea un espacio extremadamente valioso para mejorar y encontrar en nuestros colegas las mejores opiniones, lo que nos ayuda a ser mejores dirigentes y, lo más importante, mejores personas.
Es una interpelación permanente, ya que no solo se trata de plantear un caso; al escuchar las experiencias de otros, uno se da cuenta de que su propia realidad no es única. Este proceso de maduración es muy interesante y potente, ya que amplía nuestra perspectiva sobre las problemáticas del management blando, no del duro. Aquí no hablamos de ratios, estadísticas, margen bruto ni margen neto.

Uno de los proyectos de ACDE es Liberados, que comenzó en mayo de 2023. ¿Qué balance hace de la iniciativa?
Creo que tuvimos una muy buena intuición sobre lo que los empresarios debíamos comenzar a observar y cuestionar. Para nosotros era contradictorio que cada vez tuviéramos más presos, por tanto, más delitos. Si bien ahora hubo una baja de delitos, nunca tuvimos tantos presos como antes. En este período de gobierno hay cuatro mil nuevos presos. Pasamos de once mil a más de quince mil privados de libertad. Como empresarios, dijimos: “Quizás lo que está faltando es una oportunidad para que estos muchachos no vuelvan a delinquir”.
ACDE se convirtió en el último eslabón del trabajo que realiza la Dinali (Dirección Nacional de Apoyo al Liberado) ya que cada miércoles, en el polo industrial del Comcar, organizamos talleres para trescientos privados de libertad, con el objetivo de facilitarles la búsqueda de oportunidades laborales al salir.
El objetivo de ACDE es concientizar a las empresas públicas y privadas sobre la responsabilidad de devolver a estos jóvenes un poco de dignidad y ciudadanía.
Una faceta importante del proyecto es el acompañamiento que ofrecemos a los liberados una vez que consiguen trabajo. Los voluntarios de ACDE establecen un vínculo con el liberado y un referente de la empresa, lo que permite un seguimiento más eficiente. Esto incluye verificar si ha faltado al trabajo, si ha tenido una recaída en el consumo de drogas, si rinde adecuadamente y si es candidato a un ascenso. Este acompañamiento es fundamental para que la experiencia de reinserción sea lo más provechosa posible tanto para el liberado como para la empresa que decide emplearlo.
Conoce la realidad carcelaria porque es agente de la Pastoral Penitenciaria.
Desde hace ocho años que integro la Pastoral Penitenciaria de la Iglesia. Me es muy grato acompañar a un grupo de veinte agentes pastorales al Comcar. Allí me toca visitar el módulo 10, que es bastante complejo. Esta experiencia ha alimentado nuestra vocación y nos ha brindado una gran oportunidad: devolver dignidad y ciudadanía, además de generar manos que trabajen. Necesitamos jóvenes que estén trabajando y no en la cárcel.
ACDE es una organización con identidad cristiana. ¿Cómo se promueven diálogos con actores sociales que tienen diferentes creencias o visiones?
No somos una organización religiosa. Tenemos valores que nos guían y muchos de nosotros somos cristianos. Hay quienes no lo son pero comulgan con nuestros valores. Hemos tenido consejeros judíos, entre ellos a Miguel Brechner (NdR: Ideólogo del Plan Ceibal, al que presidió entre 2007 y 2020). Todos aquellos que se preocupan por el bien común, colocan a la persona en el centro, y defienden la sostenibilidad, la dignidad y el coraje, son bienvenidos en ACDE.
Para el Proyecto Marginalidad, que surgió el año pasado tras un conversatorio en el que participaron los expresidentes Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle Herrera y José Mujica, convocamos a los seis centros de estudio más destacados del Uruguay —CED, Ceres, Cuesta Duarte, Cinve, Ágora y Etcétera— para elaborar una agenda de temas que sobrepasan la ideología, y que deseamos entregar al próximo gobierno para que lo tengan en cuenta. Hay diversas formas de pensar el país, pero creemos que la marginalidad nadie la quiere porque es muy indigna y humillante.

Desde su rol como director de Sammel y Starcenter, ¿cómo ha logrado integrar sus valores cristianos en el ambiente empresarial?
Bueno, no sé si lo he logrado. Estas cosas no se dicen, se hacen. Habría que preguntar a los más de ochenta colaboradores para ver lo que ellos sienten, porque uno trata de influenciar, permear y que las cosas no dejen de ocurrir. Una organización grande es compleja. Trabajamos en talleres internos y priorizamos campañas de bien público para generar conciencia respecto a que todos contribuimos a algo más grande de lo que hacemos, sea cual sea nuestro trabajo dentro de la organización. Esto es muy importante, porque si no logramos transmitir un concepto de trascendencia al trabajo, estamos haciendo un mal trabajo como líderes.
La forma en que uno saluda a la gente, remunera, reconoce y recompensa, planea un proyecto y trabaja un fracaso, todo ello forma parte de los valores en el día a día de la empresa. Seguramente hay muchísimas cosas en el debe, pero lo fundamental es no perder la humildad y la conciencia de la importancia de los valores en cada acción que tomamos.
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1 Comment
Muy bueno.