La Parroquia surgió en torno a una comunidad extranjera y hoy está en el centro de la ciudad
A mediados del siglo XIX el Obispo de Bayona, Monseñor Francisco Lacroix, veía con preocupación que un creciente número de diocesanos, especialmente vascos, emigraba para Montevideo. Preocupado por la vida espiritual de sus compatriotas escribió, el 21 de agosto de 1855, al Obispo de Buenos Aires Mons. Mariano José de Escalada, para ofrecerle el envío de sacerdotes para atender espiritualmente a la población vasca de ambas orillas del Plata. Con viva alegría recibió el prelado argentino esta carta y respondió: «Mi corazón se dilata con la esperanza de este auxilio». Un año después, el P. Miguel Garicoits, quien acababa de fundar una pequeña congregación en Betharram —localidad francesa ubicada a 15 kilómetros de Lourdes — despidió con su bendición a la embarcación del puerto de Bayona con los primeros misioneros.
“Desde el barco admiran la ciudad que se extiende espléndida ante sus ojos. Nunca olvidarán el paisaje, la solicitud atenta de los aduaneros y la simpatía de los pobladores”, cuenta el P. Washington Hernández, actual párroco de San Miguel Garicoits, “Los Vascos”.

En el ambón se recrea la escena de la Transfiguración con Moisés, Jesús y Elías. F. GUTIÉRREZ
Desembarco en Uruguay
El P. Juan Bautista Harbustán se estableció en la capilla de los Vascos. Llegaba para asumir una tarea ya comenzada, para continuar con eficacia una obra naciente pero llena de vida, del P. Paulino Sarraute, monje cisterciense de origen vasco, llegado a nuestra ciudad desde Kansas, Estado Unidos. En Uruguay la colectividad vasca lo rodeó enseguida con vivo afecto. Comenzó una relación fluida entre el sacerdote y sus compatriotas, a los que convocó para vivir la Semana Santa (de 1856) en la Iglesia de San Francisco de Asís (del Puerto), cordialmente cedida por el párroco del lugar, Pbro. Martín Pérez. Poco tiempo después se incendió el templo y los vascos buscaron refugio en la Capilla de San Ignacio, en la Casa de Ejercicios Espirituales, en las actuales calles Sarandí y Maciel.
Tiempo después, debido a la necesidad de más espacio, la familia Da Costa Guimaraes donó un terrero de 50 varas de fondo por 25 de ancho, tasado en 6.250 patacones. El P. Sarraute aceptó el ofrecimiento y en seguida se formó una comisión para edificar la iglesia.
La piedra fundamental fue bendecida solemnemente el 3 de octubre de 1858 y comenzó la construcción, encargada a los hermanos Recayte, en presencia del Sr. Presidente de la República y de destacadas personalidades de la ciudad.
Para no suspender las actividades religiosas de los vascos, en 28 días levantaron un gran salón que pronto sería conocido con el nombre Capilla de los Vascos. Los fieles acudían los domingos a la Misa solemne de las diez y al canto de vísperas, a las novenas, funerales y primeras comuniones solemnes. La obra se detuvo por falta de dinero y serio desentendimiento con los constructores, hasta que en 1867 el P. Harbustán decidió continuarla y el joven arquitecto catalán Victor Rabú asumió la dirección de la construcción de la Iglesia. Gracias a su empeño personal y al aporte pecuniario de los vascos creyentes, la obra adelantó rápidamente hasta que, finalmente, el 8 de diciembre de 1870 se realizó la solemne inauguración del templo. Desde entonces y durante varias décadas, sin interrupción hasta 1906, los Vascos de Montevideo tuvieron sus celebraciones comunitarias en la Iglesia que ayudaron a levantar.
Los donantes del terreno, Lucio y Germán Da Costa Guimaraes, dejaron claro que deseaban que se construyera un templo dedicado a la Inmaculada Concepción, en honor a su madre, que se llamaba Concepción. Por eso se la conoce como Iglesia de la Inmaculada Concepción, una advocación presente tanto fuera como dentro del templo, donde está la Virgen de Lourdes. El mismo nombre es el del colegio que está en la esquina. Y curiosamente, tanto el Colegio como la Iglesia se conocen indistintamente como de «Los Vascos» o Inmaculada Concepción.
En 1919, cuando se trasladaron las Hermanas Clarisas de la actual Parroquia de Conventuales, el Arzobispado de Montevideo decidió trasladar la sede a la Iglesia de Los Vascos, con el nombre de San José de la Visitación. Cuando se canonizó al fundador de la orden de los padres bayoneses, se cambió nuevamente la designación del templo, para pasar a llamarlo en su honor, Parroquia San Miguel Garicoits. Pero más allá de los diversos nombres, nunca dejó de ser «Los Vascos».

F. GUTIÉRREZ
Un templo con un rico patrimonio ornamental
En la década de 1960, a raíz de la renovación litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II, tuvo lugar una gran reforma en el mobiliario de todo el templo y se perdieron el púlpito y el comulgatorio. Se modificó el presbiterio y se retiró el retablo antiguo.
En la actualidad, el edificio cuenta con importantes esculturas como la de Nuestra Señora de Betharram, realizada en mármol de carrara por el escultor italiano Gino Manzini. Rodean el altar, en el centro del presbiterio, una talla en madera de Santa Mónica realizada por el escultor español Pablo Serrano y la imagen de San Miguel Garicoits.
Cuatro estatuas de Santa Brígida de Suecia, Santa Rosa de Lima, San Agustín y San Bernardo en madera de roble, tamaño natural, fueron realizadas por el escultor alemán Johann Friedrich Reusch y están sobre el retablo del altar mayor, bendecido por Mons. Mariano Soler el 15 de agosto de 1900. Reusch también es responsable de otras tallas del retablo, como son las de los cuatro evangelistas (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), los 12 Apóstoles, y el sagrario con el Ángel incensando con turíbulo y naveta. También realizó las del ambón, que recrean la escena de la Transfiguración con Moisés, Jesús y Elías.
Arriba de la puerta central de ingreso, un majestuoso vitral muestra al Sagrado Corazón de Jesús, fechado en 1820 y realizado en Burdeos por la firma de Gustave Pierre Dagrant. Entrando, a la derecha se observa un pedestal de madera que encima tiene una representación del Calvario, con las imágenes de Jesús en la Cruz, la Virgen María, San Juan y María Magdalena. Del otro lado, en otro pedestal semejante, se encuentra una Sagrada Familia (María, José y el Niño Dios). Siguiendo hacia la nave lateral izquierda, está una pintura de San Fernando y un fresco que representa la batalla de Lepanto, con la intercesión de la Virgen del Rosario, debajo entronizada está la patrona del Uruguay, la Virgen de los Treinta y Tres.
Ingresando hacia la nave derecha está ubicado un Cristo crucificado, custodiado por dos ángeles orantes, realizados en yeso por el escultor español José María Urquía. Son también importantes los dos confesionarios de madera labrada en roble, en combinación con los cuadros que significan el Via Crucis que rodea todo el templo por las naves laterales. El órgano de tubos, fabricado en París en 1890, es el segundo más antiguo del mundo en su tipo.

F. GUTIÉRREZ
En el centro de la ciudad
La comunidad parroquial tiene una vida muy activa entre semana y esto responde principalmente a su ubicación en el centro de la ciudad, explica el párroco, P. Washington Hernández. “No son pocos los creyentes que se acercan y entran a rezar, a hacer su visita al Santísimo, para rezar el Rosario… También muchos curiosos entran, dejándose llevar por la estética y el estilo del templo. Sin lugar a duda, el lugar deja entrever que hay mucha historia aquí”, añade. En la actualidad existe un consejo parroquial que reúne a los delegados de los grupos: pastoral social, biblia, liturgia, catequesis de niños, jóvenes y adultos, grupo misionero, del rosario, prebautismales y prematrimoniales, los movimientos de Vida Ascendente y la Legión de María. La comunidad que asiste Misa diaria ronda las 25 personas y los domingos, en el entorno de las 150, aproximadamente.

Aquí tuvo lugar la boda del actual presidente, Dr. Tabaré Vázquez, con María Auxiliadora Delgado el 23 de octubre de 1964.
“Nos comprometemos a seguir adelante”
El pasado domingo 3 de noviembre el Arzobispo de Montevideo, el Cardenal Daniel Sturla, presidió la Santa Misa de los 100 años junto con el Nuncio Apostólico, Mons. Martin Krebs, el Obispo Auxiliar, Mons. Pablo Jourdán, y varios sacerdotes de la zona. Se hicieron presentes con mensajes de felicitación los obispos de Florida (Mons. Martín Pérez Scremini) y de Maldonado (Mons. Milton Tróccoli) y la Dirección del Colegio del Huerto y Vascos.
“La intención fue clara: en acción de gracias por estos primeros 100 años de presencia y testimonio de fe en torno al Señor. Una comunidad que busca ser fiel al proyecto del Reino que nos da Jesús. En la celebración se pudo compartir la vida, la historia y los sueños, expresados en las oraciones de los fieles y las ofrendas, traídas por los niños de catequesis que acercaron los dones del pan y vino, cantando y danzando con trajes típicos”, afirmó el párroco.
Y añadió: “Este momento puntual en la parroquia de ‘Los Vascos’ nos alienta y estimula a la misión, para anunciar gozosos la fuerza del Evangelio, especialmente a los nuevos vecinos que se mudan para el centro. Queremos ser una Iglesia de puertas abiertas, entusiasta, que renovamos nuestra esperanza, agradecidos por nuestros mayores que nos han dejado un legado, la fe. Nos comprometemos a seguir adelante con la gracia de Dios”.