La historia del beato Carlo Acutis por el seminarista de la Arquidiócesis de Montevideo Josué Hernández
¡Sí! Los jóvenes de la generación de los 90 estamos de fiesta, porque un joven de nuestra generación está en el cielo y desde hace unos días la Iglesia lo propuso como ejemplo a seguir para la Iglesia universal.
Durante estos días Facebook, Instagram, WhatsApp y Snapchat, se llenaron de sus imágenes hasta el punto de ganarse merecidamente el título del “influencer de Dios” o “el ciber apóstol de la Eucaristía”. Tal vez saben de quién estoy hablando: del Beato Carlo Acutis.
No puedo ocultar la emoción que experimento al escribir sobre nuestro nuevo Beato. Y ¡sí!, digo nuestro, porque solo ocho meses de diferencia de edad me separan de Carlo. Es decir que, si Carlo Acutis viviera hoy en día, tendría 29 años de edad.
Nació el 3 de mayo de 1991, en Londres, ya que sus padres se encontraban allí por asuntos laborales. Quince días después, fue bautizado en la parroquia londinense de “Our Lady of Dolours” y, a los pocos días, junto con su familia, se mudaron a la ciudad de Milán al norte de Italia, de la cual eran originarios y donde pasó la mayoría de su vida.
El gran secreto de Carlo
Los que lo conocieron personalmente lo describen como un chico súper normal, con una sonrisa contagiosa, la cual hemos podido ver en las múltiples fotos que han circulado últimamente en las redes sociales. Le gustaba jugar al fútbol con sus amigos, competir en el FIFA 2000 del PlayStation, comer la tradicional Nutella italiana y tener muchas mascotas… pero, ¿qué es lo que lo hacía tan especial?, ¿cuál fue su secreto para hacer de lo ordinario algo tan extraordinario, hasta el punto de que hoy en día sea un ejemplo para todos nosotros? Creo, -y no tengo miedo a equivocarme-, que la clave de felicidad de Carlo fue el hacer de Jesús su mejor amigo, hasta el punto de decir: “estar siempre unido a Jesús, ese es mi proyecto de vida” o sencillamente: “no yo, sino Dios”, como él decía.
Desde muy pequeño se dejó fascinar por este Dios vivo en la Eucaristía, al cual recibió por primera vez a la corta edad de siete años. Se podría decir que para nuestro amigo Carlo hubo un antes y un después desde el día de su Primera Comunión. Desde ese día no dejó de ir a la Santa Misa y le gustaba decir que “la Eucaristía [era su] autopista para el cielo”. Y este es el gran secreto de Carlo, lo que lo hizo tan pleno: el haberse encontrado con Jesús realmente vivo en la Eucaristía.
Y sí… no es necesario ir a buscar a Jesús hasta Tierra Santa
Antonia, su madre, cuenta que Carlo tenía un gran amor hacia la Eucaristía y esto fue lo que lo impulsó a desarrollar varios proyectos informáticos en internet en los que, por ejemplo, se ocupó de investigar 136 milagros eucarísticos ocurridos en veinte países. Además, organizó una exposición virtual que ha recorrido el mundo y que aún hoy ayuda a reconocer en estos milagros eucarísticos que Jesús está realmente presente en la Eucaristía y que nos está esperando en cada Sagrario de nuestros templos. Esto es lo que el joven apóstol de la Eucaristía quería mostrar a todo el mundo: ¡qué la Eucaristía es lo más increíble que tenemos en la tierra! Dios, se hizo carne para estar con nosotros y en cada sagrario está esperando por cada uno de nosotros.
No me cuesta pensar que, si Carlo estuviera vivo, seguramente vendría al Congreso Eucarístico Nacional, que Dios mediante, tendrá sede en nuestra querida Arquidiócesis de Montevideo. Aún más, me atrevo a pensar que Carlo será un gran intercesor en el cielo para que nuestro Congreso Eucarístico realmente sea un encuentro con Cristo vivo, que quiere caminar con nosotros por las calles de nuestra ciudad. El mismo Jesús que caminó hace 2000 años por Jerusalén, es el mismo que también hoy quiere caminar con nosotros en las calles de Montevideo. ¡Qué razón tenía Carlo al asegurar que “Jerusalén está al lado de nuestra casa”! Y sí… no es necesario ir a buscar a Jesús hasta Tierra Santa, cuando está allí, tan cerca de nosotros, en cada capilla o parroquia de nuestra ciudad.
Este Cristo amigo que Carlo descubrió en el Sagrario, también le era visible en los más pobres de los pobres. Pero… ¿Qué podría hacer un adolescente para ayudar realmente a los más necesitados? Simplemente hizo lo que estaba en sus posibilidades, de manera sencilla, generosa y alegre. Sus padres cuentan que con el dinero que ahorraba, compraba alimento, abrigo y sacos para dormir, los cuales llevaba en su bicicleta y los repartía entre los más necesitados, sin hacerse notar mucho. Es apasionante, e interpela mucho, que esta amistad tan profunda, y al mismo tiempo tan real, entre Cristo y Carlo se tradujera concretamente en la caridad.
Para él, caridad y Eucaristía iban de la mano, ya que no solo ayudaba a los pobres en lo material, sino que también ejercía la caridad con los que le rodeaban. Algunos de sus compañeros de clase relatan que Carlo, muchas veces, ayudaba a los que iban más atrasados en el estudio, explicándoles nuevamente, o en algún partido de futbol, si las cosas se ponían difíciles, bajaba la tensión tirando una que otra broma en medio del partido. Viendo toda esta naturalidad en Carlo, ¿a quién no le gustaría ser verdaderamente amigo de Jesús?
Se puede entrar en el paraíso habiendo usado bien la computadora
En medio de esta pandemia, Carlo ha sido la suave caricia y al mismo tiempo el fuerte impulso que en este año Cristo ha querido regalar a su Iglesia. Lo digo convencido, nuestro amigo Carlo ha sido el regalo que Dios nos ha querido dar en medio de esta difícil situación global, para que pudiésemos levantar la mirada hacia el cielo y querer como Carlo, hacer de la “Eucaristía nuestra autopista para el cielo”.
El otro día junto con un hermano seminarista decíamos que, sin duda, Dios metió tremendo gol de media cancha en este año, al regalarnos al Beato Carlo Acutis, porque realmente necesitábamos un joven de nuestra época que, como hermano mayor, nos mostrara que también se puede entrar en el paraíso habiendo usado bien la computadora, el celular o navegando en las páginas web. ¡Esto es mejor que haber ganado la copa del mundo! Con Carlo, hemos ganado todos, y con Carlo vemos que todos “hemos nacido como originales, pero, muchos mueren como fotocopias”. Es verdad que no podemos ser igual que Carlo, pues solamente hubo uno, pero hoy cada uno de nosotros está llamado a ser la mejor versión de sí mismo. El internet cambiará, tal vez los medios de predicar evolucionarán, pero Cristo y el Evangelio siempre serán los mismos y esta es nuestra alegría.
Dios nos quiere alegres, nos quiere plenos y cuando toque a nuestra puerta para el abrazo del cielo, lo que más espera encontrar en nosotros es que hayamos llegado totalmente plenos, totalmente humanos -con sus sumas y sus restas-, pero muy en paz con todos. Este es el regalo que Dios nos ofrece en Carlo: darnos un ejemplo de carne y hueso, que vivió en nuestra época, pero que logró la santidad armonizando sus defectos y virtudes.
Entre más humanos, más santos. Esta es la siempre nueva noticia del Evangelio: vivir alegres, aún en las dificultades, viviendo el presente y eligiendo siempre -como lo hizo Carlo y lo han hecho otros.
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doy gracias a dios por tener a carlo acutis como referente para los jovenes y por nosotros mismos