La nueva versión cinematográfica sobre la tragedia de los Andes es furor en el mundo. ¿A qué se debe el éxito?
La primera vez que vi La sociedad de la nieve fue en el cine, el 29 de diciembre. Fui acompañado por un amigo. Al salir del complejo, ambos permanecimos en silencio durante unos minutos. No nos hablamos. En realidad, las palabras no fluían. La película fue tan impactante para los dos que nos dejó sin habla, literalmente. La segunda vez que la vi fue en mi casa —a través del servicio de streaming de Netflix—, para prestar atención a los detalles y escribir este artículo. Y me volvió a impactar.
Es que la película impacta de principio a fin. No solo por la historia que se presenta, sino por la narrativa y la puesta en escena. Los planos, la ambientación de la época, el parecido de los actores con los protagonistas reales, los efectos visuales y los sonidos hacen que el espectador se sienta partícipe de la historia de manera profundamente sensorial.
La escena del accidente es estremecedora. Ver cómo se parte en dos el avión y los pasajeros que estaban sentados en la parte trasera salen despedidos. Escuchar el crujido de las fracturas de los huesos. Lo mismo sucede con la escena de la avalancha, que es devastadora porque dejó como saldo a ocho víctimas. Ver estos momentos nos hacen sentir en cuerpo, mente y alma lo que atravesó ese grupo de hombres y mujeres.
Por otro lado, si uno compara las fotos reales del hecho que fueron tomadas por dos de los sobrevivientes, Roy Harley y Antonio ‘Tintín’ Vizintín, podrá darse cuenta que fueron recreadas con exactitud, teniendo en cuenta cada detalle.
Una tragedia que terminó en milagro
La historia ya es conocida por varias generaciones en Uruguay y el mundo. El comienzo podría resumirse más o menos así. El 12 de octubre de 1972 un avión Fairchild de las Fuerzas Armadas Uruguayas, alquilado por el equipo de rugby Old Christians, despegó del aeropuerto de Carrasco en Montevideo con la meta de jugar un partido de rugby en Chile. En total viajaban cuarenta y cinco personas, cuarenta eran pasajeros y cinco eran miembros de la tripulación.
Aquel sueño se vio frustrado cuando el avión se estrelló en medio de la cordillera de los Andes. Doce personas murieron en el accidente y otras diecisiete fallecieron días después, debido a la falta de alimentos, las bajas temperaturas, sus heridas y a consecuencia de una avalancha de nieve que los sepultó. La supervivencia posterior duró setenta y dos días hasta que los sobrevivientes fueron rescatados el 23 de diciembre, después de un intento fallido el día previo y después de agregar un tercer helicóptero.
El rodaje de la escena de la avalancha de #LaSociedadDeLaNieve da fe de la obsesión de @FilmBayona con dotar a la película del mayor realismo posible. El documental “La sociedad de la nieve: ¿Quiénes fuimos en la montaña?” ya está disponible. pic.twitter.com/1WqDrS2k7O
— Netflix España (@NetflixES) January 30, 2024
Este suceso inspiró infinidad de libros, documentales y películas. En 2008, el escritor uruguayo Pablo Vierci publicó La sociedad de la nieve, el único libro que reúne los testimonios de los dieciséis hombres que regresaron. Vierci fue compañero de colegio de los sobrevivientes y de muchos de los que murieron. Desde su publicación, el escritor dijo que recibió varias propuestas para llevar su obra a la pantalla grande.
En 2011, el productor español Juan Antonio Bayona se comunicó con Vierci vía mail con la idea de filmar una nueva película sobre lo sucedido en 1972. Cuatro años después de la tragedia se había estrenado el largometraje mexicano Supervivientes de los Andes, dirigido por René Cardona, y en 1993 llegó ¡Viven! que estuvo a cargo de Frank Marshall y contó con el aporte en el soporte técnico de Fernando ‘Nando’ Parrado, uno de los sobrevivientes. Ambas producciones resaltan más bien el lado tétrico del episodio y no tanto la historia de sus protagonistas.
Con acento uruguayo
Siento que La sociedad de la nieve es más uruguaya que las dos películas anteriores. Aunque la mayoría del rodaje se realizó en Sierra Nevada (España), la primera parte de la película se rodó en Montevideo. Las escenas en el aeropuerto, las del partido de rugby y las conversaciones en los bares fueron filmadas en la capital uruguaya. Dada la ambientación de la época y los lugares elegidos, el largometraje es más realista.
Pero, además, la producción cuenta con la participación de actores uruguayos. Este es el caso de Enzo Vogrincic, quien interpreta a Numa Turcatti, el último en morir en la montaña el 11 de diciembre de 1972 con veinticinco años recién cumplidos. La voz en off de Vogrincic relata los sucesos a lo largo de la película y se convierte en el hilo conductor del desarrollo de la trama. De este modo, representa a los demás fallecidos en la montaña, que aparecen por pocos minutos.
Por otro lado, el jugador de rugby Agustín Della Corte encarna a Vizintín. También actúan, en papeles menores, Maximiliano de la Cruz —como el teniente coronel Dante Lagurara—, Roberto Suárez y el director de fotografía Pedro Luque en la escena del rescate. Ver a estas caras conocidas en la película provoca un sentido de conexión profunda entre los uruguayos y la historia.
«La sociedad de la nieve es la primera película que es fiel a la historia real y se enfoca en las personas, no tanto en el episodio»
Cada escena tiene su propósito. Una actuación que emociona es la de Carlos Páez Rodríguez, otro de los sobrevivientes, quien interpreta a su padre, Carlos Páez Vilaró, en la escena en la que se lee por teléfono la lista de supervivientes en una llamada que existió en la realidad y que se emitió en la radio uruguaya.
Además de Páez Rodríguez, aparecen otros sobrevivientes: Daniel Fernández Strauch en la escena de la misa, Ramón ‘Moncho’ Sabella en el aeropuerto y José Luis ‘Coche’ Inciarte en el bar leyendo un periódico mientras Turcatti charla con sus amigos.
Pero las participaciones que más conmueven, por su simbología, son la de Parrado —quien sostiene la puerta del aeropuerto para dar paso al actor que interpreta a sí mismo, y a las actrices que interpretan a su madre y a su hermana— y la de Roberto Canessa —quien interpreta a un médico que recibe al actor que le interpreta a él mismo—.
Las dos versiones cinematográficas anteriores tienen algunas distancias con la historia original. En Supervivientes de los Andes los nombres de los protagonistas fueron cambiados y en ¡Viven! se incluyeron personajes ficticios y se omitió la figura de Sergio Catalán, el arriero chileno que encontró a Parrado y Canessa el 21 de diciembre de 1972. La sociedad de la nieve es la primera película que es fiel a la historia real y se enfoca en las personas, no tanto en el episodio.
La fuerza de la fe
La fe y la religión católica están presentes en La sociedad de la nieve en varias ocasiones y de maneras explícitas e implícitas. Para empezar, la mayoría de los protagonistas reales fueron educados en el colegio Stella Maris de Carrasco y tenían una formación cristiana. En la escena del accidente se ve a Gustavo Zerbino y Turcatti rezar el padrenuestro y a Páez Rodríguez, el avemaría.
Quisiera centrarme en Turcatti, a quien Bayona eligió como el narrador de la historia. Por esto, su figura se hizo conocida luego del estreno de la película. Fue un joven que egresó del Colegio Seminario, era estudiante de Derecho y frecuentaba la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y San Alfonso. Por este motivo, se grabó una escena en el templo ubicado en la calle Tapes.
Poco antes de morir, Numa les hizo llegar a sus compañeros un papel con una frase del Evangelio según San Juan: “No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Él no conocía a la mayoría de los involucrados antes del accidente, dado que no integraba el equipo de rugby. Pero con el transcurso del tiempo se ganó rápidamente la amistad y la admiración de sus compañeros.
Me emociona mucho cómo el público uruguayo ha abrazado nuestra película y la ha hecho suya. No se puede explicar mejor que en estas palabras de Enzo Vogrincic.
Para mi fue un trabajo de años entender el carácter y la cultura de tan hermoso pais.
Vamo' arriba!… pic.twitter.com/BhxO594GTo— JA Bayona (@FilmBayona) January 19, 2024
Aunque Turcatti sea el narrador de la historia, la película de Bayona no se centra en individualidades sino en una comunidad. Por eso el título La sociedad de la nieve. Una sociedad en la que cada uno de sus integrantes tuvo que aprender a vivir en situaciones extremas, a madurar rápidamente —la mayoría tenían entre diecinueve y veinticinco años— y a ver las situaciones que se les presentaban como un desafío.
Hay otros aspectos, que tienen que ver con la fe, que están presentes de una manera implícita. Me refiero especialmente a la decisión de comer el cuerpo de los fallecidos, que se suele etiquetar de canibalismo. Es una escena que se puede asociar con lo ocurrido en la noche de la Última Cena. “Tomen y coman, este es mi cuerpo”, narra el Evangelio según San Mateo. Es más, con el paso de los días, quienes quedaban en la montaña hicieron un pacto: todos donarían su cuerpo como alimento si morían. Una muestra evidente de que fue entrega por amor, en la misma línea que Cristo. Así, siguiendo sus pasos, los fallecidos como los sobrevivientes, interpretaron sus existencias como un don, como fuente de vida para los demás.
Por: Fabián Caffa
Redacción Entre Todos