A fines del siglo XVII llegaron los primeros jesuitas al actual territorio uruguayo, desde entonces trabajan en comunidad para brindar un servicio de fe y promoción de la justicia.
La Compañía de Jesús nace de la experiencia espiritual de Ignacio de Loyola a comienzos del siglo XVI, que se refleja en su obra «Ejercicios Espirituales». Tras un periplo por las universidades europeas de Alcalá, Salamanca y París, reúne un grupo de compañeros que, en 1534, en los llamados «votos de Montmartre», deciden seguir juntos al servicio de la misión de Cristo. Así, se ponen a disposición del Papa Julio III, quien en 1540 aprueba la fundación de la Orden y envía a los primeros misioneros a territorios como la India, China o Brasil.
La llegada de los primeros jesuitas a Uruguay
En una primera época, los jesuitas llegan a Uruguay con la expedición portuguesa de Manuel de Lobo en 1680, para la fundación de Colonia del Sacramento. Allí fundaron el primer centro educativo en territorio uruguayo, el Colegio San Francisco Javier, cuyas ruinas se pueden todavía observar cerca del faro de la ciudad.
Más tarde, jesuitas españoles participaron también de la etapa fundacional de Montevideo, abriendo en 1746 el Colegio San Estanislao de Kostka en la plaza Matriz, en el predio que hoy ocupa el Ministerio de Transporte y Obras Públicas.
En 1767 la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles dio por terminada esta primera época, de la que quedan también vestigios en el interior del país vinculados a las Reducciones del Paraguay como ser la Calera de las Huérfanas, cerca de Carmelo, o la estancia Nuestra Señora de los Desamparados en Florida.
En una segunda época, ya en el siglo XIX, los jesuitas regresaron a Uruguay para hacerse cargo de tareas educativas, la formación del clero y misiones rurales. En 1878 comienza la construcción del Colegio Seminario, principal obra educativa de la Compañía en Montevideo.
Las obras de la Compañía en Montevideo
En la actualidad, la Provincia argentino-uruguaya de la Compañía lleva adelante en ambos países numerosas obras educativas, sociales y apostólicas, en red con obras similares en otros países de América Latina y del mundo. La Iglesia le ha confiado dos universidades, la Universidad Católica del Uruguay (UCU) y la Universidad Católica de Córdoba (UCC). Se mantienen los colegios tradicionales, como el Colegio del Salvador en Buenos Aires, el Colegio Inmaculada en Santa Fe, y el Colegio Seminario en Montevideo, que cumplió este año 140 años.
En Montevideo existe también el Colegio San Ignacio (antes Monseñor Isasa), y en Tacuarembó el Colegio San Javier. La educación popular y no formal está representada por la red mundial de «Fe y Alegría», presente en Uruguay con varias obras, como el Colegio San Adolfo en El Dorado (Las Piedras) o los centros de formación de La Esperanza (Aeroparque) además de una red de CAIFs y de centros juveniles.
En Montevideo, la Arquidiócesis ha confiado a los jesuitas las parroquias del Sagrado Corazón (Colegio Seminario), Sagrada Familia (con el Centro de Espiritualidad Manresa), San Ignacio de Loyola (al lado de la Casa Noviciado) y Nuestra Señora de Fátima junto a Santa María de la Ayuda (Cerro). También en la diócesis de Tacuarembó se encarga de la Parroquia San José de esa ciudad.
Otras obras sociales o apostólicas son llevadas por laicos de espiritualidad ignaciana nucleados en CVX (Comunidad de Vida Cristiana) o asociaciones amigas como la Asociación Padre Hurtado (Hogar de Cristo).
“Entrado el siglo XXI, el campo apostólico de la Compañía sigue siendo amplio, incorporando los nuevos desafíos que presenta la sociedad de nuestro tiempo. Siguiendo la intuición de San Ignacio cuando hablaba de ´sentir con la Iglesia’, la Compañía se pone a disposición del Papa y de las Iglesias locales para ayudar en lo que sea necesario, priorizando la formación intelectual y la profundidad espiritual, como herramientas para mejor `ayudar a las almas` y estar presente en las fronteras de hoy”, destaca el sacerdote jesuita P. Álvaro Pacheco.

Imagen del Colegio Seminario a principios del siglo XX./ Fuente: Colegio Seminario
“Intentamos que nuestra identidad cristiana y católica sea explícita”
El P. Rafael Velasco, superior provincial de la Compañía de Jesús en la provincia Argentina y Uruguay, explica que a nivel provincial la labor social de los jesuitas se divide en tres niveles. El primero, es la acción social directa. “A través de la atención a los más pobres en nuestras parroquias de periferia a través de ollas, promoción humana, trabajo con los migrantes a través del servicio jesuita, o con adictos a través del Hogar de Cristo y centros de atención a gente en situación de calle”, señala.
El segundo nivel es el educativo, con Educación Popular (con el proyecto Fe y Alegría y los centros de Manos Abiertas, además de escuelas parroquiales varias), centros de formación profesional y escuelas de un nivel social más alto en el que se intenta formar conciencia cristiana junto con conciencia social.
Un tercer nivel es el de la incidencia a través de la formación de profesionales comprometidos (universidades) y formación de políticos con otra conciencia y compromiso (a través del Centro de Investigación y Acción Social y su escuela de liderazgo político).
“Estas acciones sociales las comprendo estrechamente vinculadas a nuestro servicio de fe. En ese servicio intentamos que nuestra identidad cristiana y católica sea explícita, ofreciendo no solo ayuda o promoción, sino la posibilidad de encuentro con el Señor. Una preocupación es que nuestra espiritualidad pueda ser accesible a los más pobres. Tenemos algunas iniciativas al respecto también”, reflexiona el P. Velasco.
“Una casa donde todos tengan un lugar y donde se sientan bien recibidos”
“En la parroquia buscamos atender a eso tan de la misión de la Compañía de Jesús que gira en torno al ‘servicio de la fe y la promoción de la justicia’ (…) Queremos una casa donde todos tengan un lugar y donde se sientan bien recibidos, y aquí la clave es la acogida y la colaboración. Acogida a otros movimientos y otras parroquias que también se juntan aquí: y colaboración con otras obras y movimientos apostólicos, ‘hermanos jesuitas e ignacianos’, como son las otras parroquias y templos jesuitas de la Provincia Argentino-Uruguaya de la Compañía, y específicamente con el Colegio San Ignacio, el Hogar de Cristo, el SJM (Servicio Jesuita al Migrante), el MEJ(Movimiento Eucarístico Juvenil), la CVX (Comunidades de Vida Cristiana), que funcionan aquí en la parroquia. Todo esto implica mucho tiempo de diálogo, de coordinación, para así juntos llevar adelante esta misión común”, comenta el P. Rey Nores, párroco de la Parroquia San Ignacio de Loyola.
Y agrega, “una comunidad que se entiende ‘en salida’, que se sabe ‘misionera’, que no se puede quedar de brazos cruzados esperando que la gente venga a nuestros grupos o actividades, sino que sale a buscar, que visita el barrio, que se hace presente en sus ferias, sus plazas, sus calles como lo hicimos con la Misión Casa de Todos, y como lo hemos venido haciendo a lo largo de estos últimos años en tres momentos del año: en Cuaresma, invitando a las celebraciones de la Semana Santa, en julio invitando a la fiesta de San Ignacio, y en Adviento invitando a las celebraciones en torno a la Navidad. Una comunidad que a través de los voluntarios de la olla, sale a repartir una bandeja de comida a través de cuatro recorridos distintos en la zona. Una comunidad que sale a visitar a los enfermos y a los presos. Una comunidad que a través de las personas de la ropería visita y acompaña a nuestros hermanos de parroquias de la periferia”.
A su vez, comenta: “Como párroco, estoy convencido de que todo esto lo podemos hacer realidad gracias al compromiso de muchísimos parroquianos que llevan adelante estas actividades y grupos, y de mis compañeros jesuitas de la comunidad del Noviciado. Sin duda que la presencia de los novicios, con toda su juventud y alegría por querer seguir a Jesús al modo de Ignacio, nos enriquece a todos en nuestra comunidad parroquial… y nos compromete a rezar por ellos y por aquellos jóvenes a los que el Señor quiera llamar”.
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Buenos días. Hay confusión con respecto al sitio donde se instalaron los Jesuitas en Colonia del Sacramento. Cuando era niño, en las ruinas que están bajo el faro, una inscripción en cemento antiguo rezaba: “ Convento San Francisco Xavier “. Creo que es un error. El Colegio Jesuita estaba en la intersección de las calles Del Colegio ( por lo que estamos hablando) y Del Comercio. Allí hay una mayólica que representa un grabado de época y dice “Primer centro de estudios en el territorio nacional o algo así , instalado en 1717. Allí se conservan muros. Por otra parte los Franciscanos tenían un Convento. Tengo entendido que aquí los Jesuitas no tuvieron Convento. El Virrey Ceballos comenta en un informe que se había incendiado la iglesia y convento de los Terciarios (3a. Orden de San Francisco de Asís) , en la cual a menudo oía misa. En conclusión para mi, las ruinas del faro son Franciscanas y el Colegio, en la esquina antes citada, el Colegio Jesuita que está comprobado por planos y comentarios. Gracias