El seminarista Joaquín Diez se ordenará diácono el próximo domingo 8 de diciembre, en la parroquia Inmaculada Concepción de Paso de las Duranas.
El llamado a la vocación sacerdotal es, sin duda, un gran misterio.
Joaquín nunca imaginó ser cura. Bueno, así fue hasta que decidió entrar al seminario hace siete años, luego de una experiencia profunda de fe en la Jornada Mundial de la Juventud de 2016, en Cracovia. Un viaje en el que participó por dos razones: buscaba el encuentro con otros jóvenes católicos y porque nunca había salido del país.
Incluso recuerda el día que lo marcó. El 26 de julio, durante una confesión, sintió que Dios lo abrazaba y que le pedía seguir sus pasos. ¿Cómo hacerlo? Él iba a misa los domingos, y rezaba todas las noches, pero no alcanzaba. Para seguirlo, debía encontrar su llamado. Y lo encontró en el momento menos esperado.
En busca de Dios
“¿Por qué no me llamó antes?”. La pregunta recorría la mente de Joaquín una y otra vez. Desde que vino a Montevideo proveniente de Salto, luego de cumplir la mayoría de edad, estudió ingeniería química, tenía trabajo, hacía investigación, daba clases e incluso había cursado una maestría en ingeniería química con baterías recargables. Y ahí, en medio de todo eso, sintió el llamado de Dios.
“Siento que el Señor me pide servirlo desde el sacerdocio y estoy dispuesto a entregarme por él”
“Me costó entenderlo y me costó aceptarlo. Por aquel entonces trabajaba nueve horas por día en Colón, lo cual hacía que estuviera cerca de doce horas fuera de mi casa. Pero los fines de semana eran completamente libres. Empecé a sentir que me sobraba mucho tiempo y que tenía la necesidad de acercarme a Dios, de ir un poco más allá. La misa no alcanzaba. En ese momento coincidió el tornado de Dolores al que fui a ayudar como voluntario y luego la JMJ en Polonia, de la que participé con la parroquia San Juan Bautista, que es un poco como mi comunidad de referencia en Montevideo. En esa fecha que te comentaba —26 de julio— fuimos al Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia, y ahí sentí que Dios me pedía seguirlo. Cuando volví a Uruguay, esas cosas seguían. Y al principio uno intenta decir ‘bueno, ya va a pasar’. Pero no fue así”, rememora, contextualizando con algunas anécdotas de aquella aventura.
Al igual que muchos jóvenes, Joaquín sintió que algo le faltaba, y solo la fe podía completarlo: “Pasé por un momento de negación, estaba cursando mi especialización y tenía una vida por fuera, pero nada me completaba. Ahí hablé con un sacerdote y decidí comenzar mi discernimiento, para identificar qué era todo eso y a qué estaba llamado. Quería ver hasta dónde me llevaba esta locura (risas), porque nunca fui el típico chico que desde pequeño soñaba con ser sacerdote. ¡Jamás me lo imaginé! El Señor nos sorprende cuando uno menos lo espera”.
Camino al sacerdocio
“¡Estoy recontento! Después de estos siete años en el seminario, siento que es tiempo de dar este paso camino al sacerdocio. Hace poco estuve de retiro en Manresa, con la guía del padre Marcelo Coppetti, para prepararme espiritualmente para este momento y una de las meditaciones era sobre el ‘llegó la hora’ de Jesús. En este caso fueron ejercicios espirituales ignacianos, y en el proceso vivimos el fundamento del amor de Dios. Los retiros sirven para afianzar, para ver realmente dónde estamos. Ahora estoy en el momento de salir a la cancha, de dar el paso de esta ordenación, pero también de entregar todo lo que he ido cosechando en este tiempo”, reconoce Joaquín, para posteriormente entrar en detalles acerca de la dinámica de su retiro espiritual.

El seminarista está muy feliz con este momento de su vida, aunque piensa que los últimos días son particularmente intensos:
“La verdad es una alegría enorme, estoy muy entusiasmado. Obviamente con esos miedos lógicos del cambio, de la ordenación y de todo esto, pero contento. La verdad que tengo todas las ganas de seguir, más allá de que estos días previos son de intensidad, porque se me sumaron los exámenes de facultad —es mi último año—, así que es un tiempo movido. Por eso mismo estuve de retiro, para estar listo para la ordenación y para desenchufarme un poco en medio de toda esta locura. Estar así, solo, mano a mano con el Señor, es una experiencia muy linda”.
“En estos días uno se pone reflexivo y empieza a ver cómo Jesús no solo me prepara para este paso, sino que actúa por medio de las personas con las que comparto. Me entusiasmó especialmente ver cómo el resto de los seminaristas están contentos con mi ordenación. Me dan mucho ánimo”, complementa.
Anunciar su Reino
El lema para su ordenación es “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38), de la Anunciación de María: “Siento que me ha acompañado en este último tiempo el ejemplo de María, su enseñanza a estar siempre dispuestos, a entregarnos totalmente a Dios”.
“La verdad que es una alegría enorme, estoy muy entusiasmado. Obviamente con esos miedos lógicos del cambio, de la ordenación y de todo esto, pero contento”
“En todo este tiempo crecí en mi relación con Dios y en mi disponibilidad a seguir su palabra. A medida que crecemos en la fe, uno va madurando y purificando su vínculo con el Señor, sobre todo en este tiempo de seminario. Ayuda a encontrar su presencia, a ser conscientes de la importancia de esta relación con él, hasta de la importancia de la oración. Antes rezaba por deber, ahora lo hago por necesidad. Sin oración no hay nada. Uno no camina. Incluso en estos siete años hubo momentos en los que me costó encontrar a Dios y uno no lo siente presente, pero la oración nos lleva a encontrar la luz. Todos somos necesarios para anunciarlo, para darlo a conocer, porque estamos llamados a compartirlo con los demás. En mi caso, siento que el Señor me pide servirlo desde el sacerdocio y estoy dispuesto a entregarme por él”, afirma.
Una vida diferente
Joaquín es una persona diferente a la que vino con dieciocho años a la capital, para dejar atrás su vida en Salto. También lo es a aquel joven que proyectó como su futuro de vida dedicarse por completo a la ingeniería.
“Es verdad que mi realidad es otra, pero también es cierto que siempre tuve una vida de fe, desde muy pequeño. De hecho, me bautizaron a los cuatro meses, mi madre me enseñó a rezar y nos llevaba todos los domingos a misa, y más de grande fui al Colegio Salesiano. Ahí tomé la primera comunión y fui a catequesis. Como no había quinto y sexto año, luego me cambié a una escuela y liceo público, pero también comencé el proceso de confirmación”, enumera, para posteriormente continuar con su experiencia de fe: “Por ese entonces sentía que en realidad me dejaba llevar por la corriente. Capaz en la sociedad uruguaya eso sea bastante, pero tenía que mostrar mi compromiso por Dios de otra manera. Mi madre siempre se acuerda del momento en el que me vine a vivir a Montevideo, porque una de las cosas que buscaba era poder estar cerca de una parroquia para ir a misa todos los domingos. Antes no tenía una relación tan íntima con Dios, pero sí buscaba una unión con la Iglesia”.

“El seminario te sirve como para desconectarte un poco y darte cuenta de qué cosas son realmente importantes. Si bien nosotros somos seculares y vamos a estar en el mundo, te ayuda a tomar distancia para prepararnos adecuadamente, como también lo hizo Jesús. También es útil para poder manejar las relaciones desde otro lugar, capaz incluso más profundo o intenso. Por ahí me veo menos con mis amigos o con mi hermano que antes pero cuando lo hago todo es mucho más fuerte, más pleno. Es como de otro sentido, y hasta te ven de una manera distinta o te hacen preguntas que antes no se animaron a plantear. Humana y afectivamente el seminario es una gran escuela, porque la realidad que encontraremos fuera, en algunos contextos o comunidades parroquiales, puede ser muy difícil. Hay personas que sufren y este tiempo nos sirve para poder empatizar con ellos de mejor manera, para poder entenderlos y encontrar esa misericordia que Dios tiene con cada uno de nosotros, y transmitirlo con todos”, concluye.
¡Participá de su ordenación diaconal!
El arzobispo de Montevideo, Card. Daniel Sturla, nos invita con alegría a participar de la celebración eucarística en la que será ordenado diácono el seminarista Joaquín Diez, el próximo 8 de diciembre.
La convocatoria es a las cinco de la tarde en la parroquia Inmaculada Concepción, de Paso de las Duranas (avenida Millán 4170).
La santa misa será transmitida en vivo por ICMtv.
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5 Comments
EXITOS, Y MUCHAS BENDICIONES!!! TODO LO MEJOR JOAQUÍN!!!! ADELANTE!!!!! QUE LA VIRGEN SANTÍSIMA TE ACOMPAÑE SIEMPRE!!!!
Felicidades Joaquín. Fue una bendición tenerte en el seminario. Que Dios y la Virgen te acompañen siempre.
Bendiciones infinitas ¡¡¡Joaquín Dios tu Guía ¡¡
Muchas bendiciones Joaquín. Me siento muy feliz de haber compartido este año contigo y de que también inicies está nueva etapa tan deseada. Felicidades
Bendiciones! Mucha fuerza para poder transitar este maravilloso camino!