Reflexión del arzobispo de Montevideo, cardenal Daniel Sturla, sobre la llegada de la Navidad.
El episodio evangélico de José y María, de que no haya albergue en la posada y deban refugiarse en un establo de animales, ha dado lugar a diversas manifestaciones de piedad popular que, en algunos países hermanos, se celebran con devoción y regocijo en los días previos a la Navidad.
Me comentaban en estos días cómo en Méjico, desde la época de la primera evangelización, los frailes introdujeron esta práctica de “las posadas” que sigue muy viva. Los vecinos van a diversas casas siguiendo la representación de José y María, que piden entrar y poder alojarse, pero a diferencia del rechazo que ellos sufrieron, las puertas se abren para recibirlos. El verdadero significado de las posadas radica en el acto de abrir las puertas, tanto del hogar como del espíritu. Dentro de la casa se celebra, se canta, se reza, se rompe la piñata y hay dulces para compartir.
«…mantenemos firme la esperanza y abrimos las puertas al Príncipe de la paz»
Card. Daniel Sturla
Abrir las puertas a José y María, ser capaces de acoger el acto más significativo de la historia de la humanidad en nuestra casa y en nuestro espíritu, eso es Navidad. La de este año 2025 tiene la particularidad de que la celebramos en el año santo de la esperanza. Cuando los sonidos de guerra se sienten cercanos y experimentamos el dolor de los cristianos perseguidos en Nigeria y en Nicaragua y en otras partes del mundo, mantenemos firme la esperanza y abrimos las puertas al Príncipe de la paz.
Entre nosotros queremos vivir nuevamente una “Navidad con Jesús” y nos preparamos para ello. Que podamos prepararnos con la oración y la reconciliación, que podamos expresarlo en la intimidad de nuestra casa con el pesebre, en el gesto solidario con los que sufren y también manifestarlo a nuestra sociedad con las balconeras que dicen que esta fiesta es la de un amor sin fronteras. A abrir las puertas que ya llegan y quieren hospedarse entre nosotros.

