La red de comunidades terapéuticas celebra cuarenta años de servicio a las personas con problemas de adicción.
Gerardo Chiesa (46) tuvo una juventud normal como cualquier otro joven. Jugó al básquetbol semiprofesional en Salto, su tierra natal, y llegó a jugar en primera en varios equipos. Venía de una familia funcional y se independizó antes de alcanzar la mayoría de edad.
A los diecinueve años comenzó a fumar cigarro, después a tomar alcohol y llegó a probar otras drogas que prefiere no mencionar. «De a poco fui normalizando mi vida en cosas y actitudes que me llevaron por caminos complicados y que me desviaron del camino correcto», dice. Eso le generó dolor, angustia y pesadez que no le permitieron estar presente en el crecimiento de sus cuatro hijos y dos nietos.
Chiesa sentía que tenía una vida vacía, y la llenaba con droga. “Los adictos somos los más relegados de la sociedad”, reconoce. Estuvo envuelto en consumo problemático de sustancias durante seis años hasta que sintió que había tocado fondo. No encontraba soluciones y empezó a perderle sentido a la vida. Fue a distintas clínicas y se internó por iniciativa propia, pero siempre recaía.

Gerardo Chiesa, una vida transformada por la Fazenda de la Esperanza. Fuente: Ignacio Aiscar
Las fazendas surgieron en Brasil en 1983, en el barrio de Pedregulho, en la ciudad de Guaratinguetá, estado de San Pablo. Nelson Giovanelli, un joven laico que quería vivir su compromiso con Jesús de forma radical, decidió entregar su vida por quienes estaban al margen. Fue animado a dar ese paso por fray Hans Stapel, su párroco. Juntos fundaron casas de rehabilitación de jóvenes que desean abandonar el consumo de drogas, en donde se vive un clima familiar y de contención. La primera Fazenda de la Esperanza surgió en Guaratinguetá, en la diócesis de Aparecida, en una parroquia que se llama Nossa Senhora da Gloria.
En julio de 2021, por intermedio de su amigo Christian, Chiesa conoció la Fazenda de la Esperanza. «Yo lo había conocido consumiendo y ahora él estaba mejor. A veces hablábamos de qué bueno sería llenar el vacío que nos generaba el consumo», cuenta Chiesa. El testimonio de su amigo lo motivó a ingresar a la obra. Enseguida se comunicó con la fazenda de Cerro Chato y a los cuatro días entró. Estuvo siete meses y se fue. Hizo la mitad del proceso. A los tres meses regresó y culminó todo el tratamiento. Después estuvo ocho meses de coordinador y hace cuatro meses, llegó a la fazenda de Montevideo para colaborar con la institución.
Chiesa es instrumentista y kinesiólogo. Trabajó varios años en clínicas de adicciones con un sistema de medicamentos junto a doctores, psiquiatras y psicólogos. «Cuando llegué a Cerro Chato no entendía nada. No veía nada para que uno dejara las drogas”, confiesa. Él pensaba que se iba a encontrar con un profesional que lo acompañara en su tratamiento.
El acompañamiento como método
Afonso Boueres es el responsable de las tres sedes de la Fazenda de la Esperanza en Uruguay, que están ubicadas en Cerro Chato, Melo y Punta de Rieles. El misionero laico y psicólogo brasilero aclara que la obra no es una clínica sino una comunidad terapéutica: «Nosotros no trabajamos con medicación, sino con procesos de reeducación de la persona”. Esto se lleva a la práctica a través de los tres pilares de la institución: el trabajo, la convivencia y la espiritualidad.
Cada fazenda tiene su propia vocación de trabajo. Algunas casas cuentan con una panadería, una casa de retiros para alquilar, un taller de artesanías, una huerta y hasta un criadero de animales. En todas las sedes se trabaja seis horas diarias. “Queremos que la persona encuentre el sentido a su vida por medio del hacer, no que esté acostado en una cama, recibiendo medicación y mirando la televisión”, dice Boueres.
En todas las sedes, la jornada comienza a las 06:30 horas. En algunos lugares se celebra la misa tres veces por semana y en otros con frecuencia diaria. Además, se reza el rosario y hay espacios de formación y recreación.
¡Conocé cómo es un día en la Fazenda de la Esperanza!
El método de recuperación es el mismo para todos los usuarios. Sin embargo, los referentes de cada una de las sedes señalan que hay diferencias psicológicas y biológicas entre ambos sexos. Ester Apolinário e Ivonete Tenfen son las responsables de la fazenda de Melo, que se fundó en 2015. “Venimos de una estructura cultural que establece que la mujer puede sola y puede salir adelante sola. Hay mucha discriminación. Las mujeres demoran más en pedir ayuda, y eso lastima mucho más”, indica Apolinário.
Actualmente en la fazenda femenina uruguaya hay tres chicas en proceso de recuperación. Una está hace siete meses, otra hace tres y la otra ingresó hace quince días. Además, hay dos mujeres argentinas que se instalaron en la casa para vivir un tiempo de misión durante tres meses. Es una manera de reanimar a las fazendas.
A nivel internacional, la Fazenda de la Esperanza tiene presencia en veintiséis naciones y tiene ciento sesenta y cuatro casas dispersas por todos los continentes. La terapia de rehabilitación que propone la obra dura doce meses. “Siempre abrimos la posibilidad de reingresar, porque recayó o porque no terminó el año. Siempre la fazenda tiene sus puertas abiertas”, señala Apolinário.
Rehabilitar desde la fe
La Fazenda de la Esperanza no solo busca que los adictos salgan de la droga, sino que también pretende que los usuarios conozcan a Dios. Mauro Bergessio es argentino e hizo su proceso en la fazenda entre 2012 y 2013. Luego, decidió dedicar su vida a ayudar en la sede de Cerro Chato. «Esta obra es cosa de Dios. No es solo para recibir a personas adictas a las drogas o alcohol, sino que todos nosotros tenemos algo que sanar para alcanzar la plenitud que Dios quiere para nosotros”, dice.
Bergessio cuenta que al ingresar, los usuarios pasan por un tiempo de adaptación, encuentro personal y perdón mutuo. Por ello, son acompañados por referentes durante las veinticuatro horas: «No juzgamos a nadie por todos los defectos que pueda tener y por los errores que haya cometido”. En tanto, Tenfen explica que la mayoría de los jóvenes que ingresan a las fazendas no tienen una vida de fe ni formación religiosa: “A veces sucede que ponen resistencia y les cuesta integrarse, pero entienden, y se dan cuenta, que si lo ponen en práctica y viven la fe, encuentran equilibrio en su vida”.
Chiesa fue uno de ellos. Antes era ateo, no creía en Dios. Pero durante su paso por la Fazenda de la Esperanza sintió la necesidad de acercarse a la capilla y conocer a Cristo: «Dios me dio la posibilidad de ser un buen hijo. Mi corazón se empezó a llenar con cosas buenas”. El pasado 8 de agosto, día en el que la fazenda de Montevideo celebró tres años, Chiesa fue bautizado y recibió la primera comunión.
¡Reviví la cobertura de la misa por los tres años de la fazenda de Montevideo!
Embajadores de la esperanza
Una vez que los jóvenes salen de la fazenda continúan con un acompañamiento por parte de los Grupos Esperanza Viva, que existen en todos los países donde hay presencia. En Uruguay los hay en Treinta y Tres, San Carlos, Maldonado y Montevideo. Otros deciden ponerse a disposición de la obra.
«Los voluntarios están muy agradecidos por la experiencia de pasar de la vida vieja a la vida nueva. Cuando encuentran la vida nueva quieren ayudar a otros. Lo bueno es que es una persona que pasó por la problemática de las drogas y se transforma en un signo de esperanza para los demás», cuenta Boueres.
“Cada vez que alguien termina el proceso y logra reinsertarse en la sociedad, lo siento como una fiesta en el cielo por un pecador que se convierte”, expresa Apolinário. Por otra parte, Bergessio manifiesta: “La mayoría de los chicos que egresan muestran un cambio y una apertura del corazón que Dios les dio”.
Chiesa egresará el próximo 27 de agosto de la Fazenda de la Esperanza: «Me voy con el corazón lleno de Jesús, con mucho amor y con mucha perspectiva de cosas buenas. Estoy feliz de que exista un lugar como este». Esta obra le devolvió su vida de antes. Pudo retomar el vínculo con sus hijos, se acercó a la fe católica y encontró un motivo para vivir. Volvió a nacer. Es un hombre nuevo.
«Esta obra es cosa de Dios. No es solo para recibir a personas adictas a las drogas o alcohol, sino que todos nosotros tenemos algo que sanar para alcanzar la plenitud que Dios quiere para nosotros»
Mauro Bergessio
La Fazenda de la Esperanza en cifras
164 sedes de la Fazenda de la Esperanza hay en todo el mundo.
3 sedes de la Fazenda de la Esperanza hay en Uruguay.
Próximas actividades por los 40 años de la Fazenda de la Esperanza
Domingo 27 de agosto: Fiesta por los 40 años de la Fazenda de la Esperanza en la sede de Monte Carmelo (Géminis 6740) desde las 16 horas.
Lunes 28 de agosto: Misa de acción de gracias en la Catedral Metropolitana de Montevideo, presidida por el Card. Daniel Sturla, a las 19 horas.
Martes 29 de agosto: Mesa redonda sobre el tema «Problemática de drogas, ¿hay una respuesta? En la sala Zorilla del Club Católico a las 18 horas (Cerrito 475). Intervienen: Juan Pablo Cibils (Psicólogo) y Daniel Radío (Secretario General de la Junta Nacional de Drogas).
Todos los eventos contarán con la presencia de los fundadores, Frei Hans Stapel y Nelson Giovanelli.
Por: Fabián Caffa
Redacción Entre Todos
4 Comments
Buenas noches hace tiempo sentí la nesecidad de ayudar ‘, por la gracia de DIOS mi única adicción (en el pasado) fue el tabaco soy de SAN BAUTISTA CANELONES como debo hacer gracias!!!
Soy vecina de Damián,estamos buscando ayuda para el.
Agradezco información del lugar, y un contacto para poder comunicarme
Buenas tardes, Melina. Te compartimos el contacto de la Fazenda, ellos ayudan a personas con problemas de adicción. Te podés comunicar con ellos al 095010671, 094444536 y http://www.portalfazenda.org/
¡Quedamos a las órdenes ante cualquier otra duda o consulta, saludos!