Se celebró la Vigilia Pascual en la Catedral Metropolitana
En la noche del sábado 3 de abril, en la Catedral Metropolitana, se celebró la Vigilia Pascual. La Misa fue presidida por el Card. Daniel Sturla, acompañado por el Obispo auxiliar, Mons. Pablo Jourdan, y el párroco, el P. Juan González. Además cuatro seminaristas ayudaron en el servicio al altar durante la celebración.
Como sucedió durante toda la Semana Santa la concurrencia de fieles fue mínima, siempre respetando los protocolos previstos y por debajo del aforo permitido. Cientos de fieles siguieron la Misa más importante del año por el canal online ICM tv y el canal de eventos de Montecable.
De la oscuridad a la luz
Con el templo a oscuras la celebración comenzó con la bendición del fuego con el que luego se encendió el cirio pascual. “En esta noche Santa, en la que Nuestro Señor Jesucristo pasó de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos –diseminados por toda la tierra– a que se reúnan y permanezcan en vela para orar (…). Esperemos con fe compartir su triunfo sobre la muerte y vivir siempre con Él en Dios”, comenzó diciendo el Card. Daniel Sturla. Luego, el Card. incrustó cinco granos de incienso en el cirio, en forma de cruz, significando las llagas gloriosas del resucitado y bendijo el cirio pascual donde figuran la cruz, el alfa y el omega –principio y fin- y el año en curso. A continuación lo encendió.
Aún en la oscuridad se procedió a la liturgia de la palabra -más breve de lo habitual- la cual contó con lecturas del Antiguo Testamento que recorren los grandes momentos de la historia de la salvación (la Creación, la salida de Egipto del Pueblo de Israel y los profetas). Cada una estuvo acompañada de un salmo cantado y de una oración. A continuación, el Card. Daniel Sturla anunció el canto del Gloria, se escucharon las campanas y comenzó el canto. Se encendieron las luces y la Catedral se iluminó con la alegría por la resurrección de Jesús.
Luego, una lectura del Nuevo Testamento y nuevamente la alegría; el pueblo de Cristo cantaba otra vez Aleluya. A continuación, el P. Juan González proclamó el Evangelio.
La vida y alegría que vienen del Señor
Compartimos con ustedes, íntegramente, la homilía del Card. Daniel Sturla.
«Queridos hermanos, cuando comenzamos el Gloria, sonaron las campanas y se encendieron las luces, todo nos hablaba de la alegría de lo que estamos festejando: la Pascua. Recién cantábamos: «Este es el día en que actuó el Señor…». Y en las lecturas fuimos haciendo un recorrido, más breve que otras veces, por aquellos momentos de la historia de la salvación que marcan cómo el Señor ha actuado. Desde la Creación, pasando por la liberación de Israel -de manos de los egipcios que los tenían esclavizados- y luego los profetas, hasta llegar, con el Gloria, a la alegría, del nacimiento Cristo. Cristo que viene al mundo.
Pero el Señor ha venido, ha muerto en la cruz y ha resucitado. Y qué significa esto; no solo que ha revivido, sino que es una nueva creación, un nuevo comienzo de todo. Nosotros no tenemos la experiencia de la resurrección, pero sí creemos y confiamos en el testimonio de los apóstoles, que nos dicen: «Cristo, que estaba muerto, está vivo. Y está vivo para siempre». Y los apóstoles vivieron la resurrección de Cristo Jesús como el nuevo comienzo, la vida que había triunfado sobre la muerte. Y todo el mal y el pecado del mundo -el que ellos vivían (que habían dejado solo al Maestro y lo habían traicionado)-, todo eso era nada comparado con la alegría de Cristo resucitado, que al volver a vivir -una vida distinta, plena- les hacía patente que mal y el pecado no tienen la última palabra de la historia, sino que la última palabra es de Dios. Es el triunfo que canta el Exultet y que mañana entonaremos con la Secuencia Pascual de la vida sobre la muerte.
¿Y qué tiene que ver esto conmigo? ¿qué tiene que ver con nosotros, que estamos en este momento difícil de la humanidad como pocas veces se ha visto? Todos estamos afligidos, esta catedral casi vacía que nos habla de miedo, de angustia, de enfermedad y de dolor. ¿Qué tiene para decirnos la resurrección de Cristo a nosotros? Lo explicaba san Pablo en la lectura del Nuevo Testamento cuando dice: «En el bautismo hemos sido sepultados con Cristo y hemos participado de su resurrección». Entonces,tiene que ver con nosotros bautizados que hemos participado de la Pascua de Cristo, y por lo tanto que somos criaturas nuevas. Lo antiguo ha pasado y Cristo me renueva.
Por eso, el Papa Benedicto XVI decía en una noche de Pascua la fórmula de la existencia cristiana: «Yo, pero ya no-yo». Desde el día del bautismo Cristo vive en mí, como dice Pablo. Entonces, hoy soy yo, en mi identidad más propia, y también soy yo hijo de Dios, y recibiendo de pura gracia la vida eterna, la vida para siempre. En el bautismo Dios nos ha hecho hijos adoptivos suyos. Por eso en esta noche santa la Iglesia renueva las promesas que hemos hecho en el bautismo y recibimos la bendición -con el agua bendita- que nos recuerda ese día maravilloso, en el que pasamos a ser herederos de la gloria, hermanos de Cristo que compartimos con Él el sumergirnos en el sepulcro y resucitamos a una vida nueva. Yo, pero ya no-yo.
Para los que están enfermos, para los que están sufriendo por la enfermedad o la muerte de un ser querido, para los que están solos, para todos; Cristo se une de una forma especial, en esta noche santa, a nuestro dolor y nos llena de esperanza en la victoria sobre la muerte, en que nos ha asociado a su victoria y nos ha hecho herederos de vida eterna, de vida plena. Por eso cantamos aún en medio de la noche. Cantamos y caminamos, como decía san Agustín: «Canta y camina. Consuela con el canto la fatiga. Canta pero camina».
También nosotros hoy, recogiendo la alegría de esta noche y transmitiéndola a los demás, queremos cantar y caminar con la esperanza puesta en el Señor que es la luz que disipa toda tiniebla».
Renovar las promesas
El siguiente gran momento de la Vigilia fue la liturgia bautismal, donde se bendijo el agua y todos renovaron las promesas que hicieron el día de su Bautismo. Al terminar este momento, el celebrante principal roció a los presentes con el agua bendita.
La Misa continuó como de costumbre, aunque con más solemnidad y cantos. Luego de la bendición final se cantó a la Virgen el Regina Coeli. El Card. Daniel Sturla, entonces, envió a los fieles con el saludo final que se oirá en cada celebración durante el Tiempo Pascual: “Pueden ir en paz. Aleluya, aleluya”. Los fieles respondieron con alegría: “Demos gracias a Dios. Aleluya, aleluya”.