Entrevista al P. Valentín Goldie, director del Liceo Jubilar Juan Pablo II
A partir de junio de este año el P. Valentín Goldie Álvarez es el nuevo Director General del Liceo Jubilar Juan Pablo II. La tarea se la solicitó el Card. Daniel Sturla en un viaje que realizó a Roma, en donde estaba viviendo el P. Goldie. «No era lo que yo soñaba, pero tampoco le llevó demasiado tiempo ni trabajo convencerme», confió el P. Goldie.
¿Desde cuándo trabaja en el Liceo Jubilar?
Estoy viniendo al Jubilar desde hace unas pocas semanas, empecé muy bien, generando relaciones con el equipo de dirección, mis más inmediatos colaboradores, e intentando descubrir las dinámicas humanas que sostienen un proyecto tan importante. La tarea del director general es articular el trabajo en equipo del conjunto del liceo y ser la palabra definitiva a la hora de tomar decisiones que abarcan el conjunto de la institución. Más allá de estas palabras medio solemnes, lo que hago en el día a día es relacionarme: con los chicos compartiendo el tiempo del recreo y almorzando con ellos y con el personal, especialmente con aquellos que reportan directamente al director general, con quienes tomamos decisiones en el contexto de un diálogo.
¿Qué le atrapa del proyecto Jubilar?
Lo que me atrapa fundamentalmente es que se trata de una institución que encarna ideales elevados, que nace y se sostiene por gente idealista que no quiere resignarse al ‘es lo que hay, valor’. Me fascina esa rebeldía eficaz que hizo que este liceo sea verdaderamente profético y que se siga manteniendo con mucho amor, alegría y entrega. Es un proyecto para gente muy idealista y con los pies en la tierra. Esa combinación no es fácil de encontrar. Entonces, estar en un proyecto para soñadores realistas es verdaderamente fascinante.
¿Cómo fue la elección del nuevo director?
Fue una propuesta de nuestro obispo. Él consideró que yo encajaba dentro del perfil que el liceo necesitaba en esta coyuntura previsible para los próximos años. Respecto al cómo, fue una charla muy breve en la ciudad de Roma, donde el Card. Daniel Sturla me propuso la idea y me convenció. No era lo que yo soñaba, pero tampoco le llevó demasiado tiempo ni trabajo convencerme.
¿Cómo se sintió al recibir la noticia? ¿Se sorprendió?
Fue una sorpresa muy grande. Yo ya sabía que me estaba por volver al Uruguay y uno especula con los posibles destinos. Me imaginaba párroco en una parroquia pequeña para dedicarle mucho tiempo a la Facultad de Teología. Cuando llegó la propuesta de dirigir el liceo me sorprendió mucho y me agarró con la guardia baja.
¿Cómo es su relación con los chicos del Jubilar?
Nos estamos conociendo, es una relación a construir y en permanente construcción. Son muchos y evidentemente todavía no me sé todos los nombres, vamos a ir poco a poco. Voy a participar de instancias más libres como campamentos y, en un futuro, en sus actividades deportivas. Hay que ir construyendo los vínculos adecuados. Es un descubrimiento. Si bien me apoyo en la experiencia del director saliente, somos personas diferentes y cada uno se relaciona con su estilo. Tengo que ir descubriendo mi estilo y estoy seguro de que ellos me irán indicando cómo hacerlo mejor. Lo que sí tengo claro es que los estoy empezando a querer cada día más.
La comunidad educativa del Liceo Jubilar / Liceo Jubilar
¿Qué significa para usted trabajar en un liceo con las características del Jubilar?
Significa un desafío inmenso. Soy perfectamente consciente que este liceo existe por la sangre, sudor y lágrimas de mucha gente, algunos de ellos hermanos de mi presbiterio. Soy también consciente del valor profético del Liceo Jubilar. Este fue el liceo que motivó tantos debates educativos, que introdujo la noción de liceo privado gratuito, por ejemplo. Ni hablar de lo que significa para el barrio, es el primer liceo de la zona. Asumir la dirección de una institución con este perfil es un desafío personal muy grande. No es fácil pasar de un tiempo donde estuve dedicado a los estudios con mucha intensidad a un tiempo donde tengo que relacionarme con tantas personas. Es un desafío en cuanto a identidad sacerdotal, yo nunca me soñé como cura de colegio, no sé lo que es eso, ¿cómo voy a hacer para experimentarme cura fuera del ámbito parroquial? Yo sé que existen muchos curas de colegio, pero esa nunca fue mi realidad y nunca fue mi horizonte.
¿Cuáles son los principales desafíos a los que se enfrenta el Jubilar?
Creo que el principal desafío del Jubilar es no perder su relevancia sabiendo que ya no es la novedad que fue hace algunos años. La etapa de innovación y crecimiento constante parece estar terminando, por supuesto que todavía quedan sueños por cumplir, pero no se tiene una noticia despampanante todos los días. Ser significativos sin ser los actores nuevos en la educación es el desafío. Si se quiere, hay que descubrir la forma de ser novedosos siendo que ya no somos novedad. Nuevamente hay que ser capaces de articular una tensión, lo cual me resulta fascinante. En el ámbito interno, el desafío parece ser de consolidación de la identidad institucional, prácticamente no queda gente de la primera hora, la gran mayoría está participando de una propuesta heredada. El gran desafío es no olvidarnos de los que vinieron antes y no dejar de soñar con los pies en la tierra.
¿Qué herramientas se utilizan para el cumplimiento de los objetivos del liceo?
Por lo que voy viendo, la herramienta fundamental es el contacto humano por sobre todas las cosas. En el Jubilar el amor se palpa, se puede ver, desde el momento en que llegan los alumnos y durante toda su permanencia. Hay preocupación por el cada uno, los alumnos no son anónimos aquí y se apuesta mucho por el diálogo. Si a esta realidad, sobre todo afectiva y vincular, le agregamos el profesionalismo, creo que tenemos unas «herramientas humanas» excelentes.
¿Cuál cree que va a ser su mayor aporte para el liceo?
¡Qué pregunta! La verdad que no lo sé. En la vida uno no es del todo consiente de lo que tiene para aportar hasta que se relaciona con los otros. Estoy generando los vínculos que me permitan ir entrando y ahí ir descubriendo lo que tengo para dar y recibir. Me encantaría que esta experiencia que se vive en el Jubilar pueda expandirse, y no me refiero a que surjan nuevos liceos con ese perfil, me refiero que pueda expandirse la forma notable de relacionarse que todos estamos aprendiendo aquí. Estamos como sociedad montevideana haciendo un proceso social que tiende a la fractura, a que la gente de distintos barrios sea cada vez más desconocida. Poco a poco va permeando una mentalidad donde el otro es visto como un adversario con el que tengo que luchar. El Jubilar es un liceo donde interactúa gente de barrios diferentes con entornos sociales distintos. Qué lindo sería si el Jubilar fuese capaz de ser un protagonista de primer orden no sólo en el ámbito educativo sino también en el proceso de reconstrucción del entretejido social, para que Uruguay pueda volver a ser la sociedad hiperintegrada de la que hablan los libros de historia. Por ahora es un sueño, veremos qué sale…
¿Cómo espera que sean sus años de gestión en el liceo?
Espero que sea un camino de trabajo en equipo, estoy heredando un equipo notable con gente comprometida con la causa. Así que espero asumir un estilo de liderazgo muy colegial, que no por eso sea menos liderazgo sino más liderazgo. Espero que sea un tiempo fecundo de generación de vínculos donde todos, empezando por mí, podamos ir creciendo como seres humanos.
P. Valentín Goldie y P. Ricardo Villalba. twitter /@cebedio
Perfil
Nació en Montevideo el 19 de noviembre de 1976.
Fue al Colegio Stella Maris y entre 1995 y 2002 estudió Licenciatura en Economía en la UDELAR.
Asistió al Seminario Mayor Interdiocesano y realizó la Licenciatura en Teología. Luego cursó un Doctorado en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma.
Fue ordenado sacerdote en 2010 y fue Vicario parroquial de San Juan Bautista (Pocitos) entre 2010 y 2014.
Asumió como director del Liceo Jubilar Juan Pablo II el 8 de junio de 2018.