Los jóvenes uruguayos compartieron la Misa y las experiencias en la tierras panameñas
De los cerca de 600 uruguayos que hay en la Jornada Mundial de la Juventud, en Panamá, aproximadamente la mitad se reunió el miércoles 24 de enero en la parroquia San Antonio de Padua, en la zona de San Antonio, para celebrar una Misa de jóvenes peregrinos de nuestro país. Al encuentro, organizado por la delegación oficial de Pastoral Juvenil, asistieron miembros de todos los grupos de Montevideo y del interior presentes en la JMJ.
En Panamá como en Uruguay
De camino a la Iglesia ya se veía, en las distintas líneas del transporte público, un importante flujo de uruguayos en dirección al encuentro. La llegada a la parroquia fue como volver por unos instantes en Uruguay.
Al llegar los jóvenes eran recibidos por Mons. Carlos María Collazzi, Obispo de Mercedes y Mons. Heriberto Bodeant, Obispo de Melo y encargado de la Pastoral Juvenil a nivel nacional. También hubo momento para una batucada, gracias a los tambores que llevaron desde Uruguay los jóvenes de San Carlos, que dieron ritmo y color al encuentro entre compatriotas.
Panamá: un pueblo de brazos abiertos
Antes de la Misa se realizó un encuentro, en el que jóvenes de distintos grupos fueron compartiendo su experiencia de estos días en la JMJ; tanto chicos del interior del país como de la capital. Se destacó la experiencia de acogida que están viviendo en Panamá y la comodidad que sienten con el recibimiento del pueblo panameño.
Algunos dieron ejemplos concretos: comentaron como algunas familias se acomodan en una habitación para dejarle más espacio a los peregrinos, o de personas que querían recibir peregrinos y al ver que no les eran asignados se subían al transporte público para conocer a alguno.
Otros compartieron ejemplos aún más profundos. Es el caso de Simón, un chico de Punta del Este, que contó como rezó con gente de diferentes lenguas, pero al rezar se convertía en una lengua universal; la de la fe en Cristo.
O el caso de un joven de Paysandú, que habló de su vivencia de la universalidad de la Iglesia el día de la Misa inaugural, rodeado de banderas de todo el mundo. Lo resumió en una frase: “Fue hermoso”. Una idea compartida por todos los presentes.
También hubo un momento para los testimonios como el diácono Sebastián “Cheba” Alcorta, pronto a ordenarse sacerdote, y el del P. Germán Celio, de la Diócesis de Mercedes; ambos están acompañando a diferentes grupos de jóvenes peregrinos.
Una celebración especial
La Misa fue presidida por Mons. Heriberto Bodeant y concelebrada por 13 sacerdotes, algunos de ellos nuestra Arquidiócesis, que están acompañando diferentes grupos de peregrinos: el P. Juan Andrés Verde, que acompaña a jóvenes de Stella Maris; el P. Washington Hernández de la Parroquia de Cordón; el P. Marcelo Marciano, de la Parroquia María Reina de la Paz; el P. Xavier Masdeu, que acompaña un grupo de la Universidad de Montevideo y el P. Mauro Fernández. También había 2 diáconos y algún seminarista.
Se destacaba el celeste de las remeras de Uruguay y la presencia del coro de la Fraternidad Contemplativa María de Nazaret. Al ser una Misa parroquial, además del nutrido grupo de uruguayos, había muchas personas de la comunidad de San Antonio.
En todo caso se notaba la impronta uruguaya en la celebración, abundancia de termos y mates en el piso del templo, muchas banderas, los abrazos apretados, muchas veces entre personas que no se conocían pero compartían la misma fe y por supuesto los cantos que animaron la Misa habituales de nuestra tierra (por ejemplo, durante la comunión se cantó el Himno Eucarístico). Además algunos sacerdotes vestían la estola con la imagen de nuestra patrona, la Virgen de los Treinta y Tres.
Como dato anecdótico, al finalizar la Misa se homenajeó a 3 chicas que cumplían años, una de ellas 15, tanto con el canto como con bendiciones, mezclando las formas tradicionales de festejo uruguayas y panameñas.
Vivencias que se quedan en la memoria
Antes de finalizar el encuentro, dos chicos de la delegación oficial de nuestro país entregaron a la comunidad de San Antonio de Padua una imagen de la Virgen de los Treinta y Tres y el pabellón nacional, para que siempre recuerden al grupo de uruguayos que pasó por allí. Fue un momento muy emotivo y que despertó los aplausos de todos los presentes.
También hubo tiempo para la selfie con todos los peregrinos y la comunidad de parroquianos, concluyendo con un canto a la Virgen. Luego vinieron los momentos de charlas más personales, para ir compartiendo cara a cara lo que se está viviendo en la JMJ.