Cuando los niños y adolescentes vuelvan a clases, además de la emoción y la expectativa por comenzar un nuevo curso, se van a encontrar con varios cambios. Cambios que van desde la forma de aprender a la forma de ser evaluados. Cambios que tienen como objetivo mejorar su vida educativa y para los que docentes, directores y autoridades de la educación se han estado preparando durante un buen tiempo.
En las primeras horas de implementación de la reforma educativa, Entre Todos dialogó con la Dra. Adriana Aristimuño, directora sectorial de Planificación Educativa del Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). Compartimos con ustedes parte de un extenso diálogo.
¿Cuáles son los objetivos a mediano y largo plazo con esta reforma?
Esta transformación tiene un gran objetivo que es el de garantizar mayores niveles de acceso de los estudiantes al sistema educativo. Que accedan todos los niños, que el sistema de educación amplíe su cobertura. Si bien en inicial y primaria hay buenos niveles de cobertura, en educación media -si bien ha mejorado- todavía quedan sectores sin cubrir. Otro objetivo es que el sistema educativo retenga a los estudiantes, porque tenemos altos niveles de abandono.
Además, que se concreten aprendizajes de calidad. Sabemos, por los resultados en las pruebas nacionales -Aristas- e internacionales -PISA- que los aprendizajes requieren muchas mejoras. Tenemos casi el 50% de los estudiantes de quince años por debajo del nivel de suficiencia en las pruebas de matemáticas. Eso es muy duro para un país y debemos mejorar esos aprendizajes.
Y también debemos mejorar las tasas de egreso, es decir, que todos los niños que ingresan al sistema egresen. Uruguay, en este aspecto, tiene uno de los peores guarismos de América Latina; porque de cada cien niños que empiezan la educación inicial sólo egresa un poco más de cuarenta. Y, además, el egreso se da entre los veintiuno y veintitrés años, cuando la edad tendría que ser dieciocho.
Resumiendo: mejorar el acceso, cobertura, retención, aprendizajes y egreso, que es el trayecto por la vida educativa de cada niño. Estos son los grandes objetivos.
Todo sistema educativo en el mundo debe garantizar aprendizajes de calidad, que implican la construcción de ciudadanía, el desarrollo de capacidades para inserción en la vida social, la inserción en el mundo productivo, un proyecto de vida; todo eso implican los aprendizajes. Pero sobre todo que los niños que ingresen, egresen adolescentes jóvenes con una buena formación. Uruguay tiene muchas cosas por mejorar.
¿Qué llevó a elegir este diseño en el trayecto educativo?
En la propuesta curricular que llamamos Plan de Educación Básica Integrada -EBI, por sus siglas en inglés-, lo que se ha tenido en cuenta en primerísimo lugar es el trayecto del estudiante. Es atendiendo esta trayectoria que se diseñaron los programas correspondientes. Y por primera vez en la historia del país, maestros, profesores de secundaria, profesores de UTU y profesores de formación docente trabajaron de manera colaborativa para elaborar tanto el plan como los programas.
Esto es importante porque justamente se tuvo en cuenta la unidad del trayecto del alumno. El concepto central es que los estudiantes son considerados como una unidad, que va transcurriendo como un sujeto de aprendizajes con unas competencias que se han dado en este EBI. Esas competencias son diez: seis del dominio del pensamiento y comunicación (comunicación, pensamiento creativo, pensamiento crítico, pensamiento científico, pensamiento computacional y metacognitiva); y cuatro del dominio del relación y la acción (intrapersonal, en iniciativa y orientación a la acción, en relación con los otros, en ciudadanía local, global y digital).
Es el mismo niño, que luego se convierte en adolescente, que luego en su vida va experimentando transformaciones y evoluciones. Y esa educación está al servicio de su trayectoria formativa. Esto no es menor, porque es muy importante que los programas estén hechos en base a progresiones de aprendizaje, es decir, cómo progresa cada competencia a lo largo del tiempo.
¿Cómo imaginan que se notará en el día a día de alumnos, maestros y trabajadores de la educación?
Ya se vio, en el mes de febrero, una planificación de todos en conjunto con instrumentos que se pusieron al servicio de las comunidades educativas para elaborar un plan de trabajo basado en competencias. Hay una serie de instrumentos como una plantilla de planificación que los docentes tienen que profundizar en los programas, tomar elementos de los programas nuevos y a la vez elaborar metas propias y contextualizarlas de acuerdo a cada centro educativo.
También se nota en la preparación de manera más colaborativa, trabajando en función de ese currículo por competencias. Los estudiantes también van a encontrar una didáctica, una metodología de enseñanza, más dinámica, donde inclusive en algunos casos puede haber docentes que trabajen de manera colaborativa en el aula.
En los centros, paulatinamente y gradualmente, se va a ir profundizando y desarrollando la metodología de trabajo en proyectos. A los estudiantes los atraen y entusiasman los procesos de aprendizaje en los que pueden ver contenidos más cercanos a los problemas y a las circunstancias de la vida real. También las familias y los trabajadores de los centros educativos van a percibir este trabajo más cercano a la comunidad.
El año pasado con colegas de la unidad de diseño curricular y con inspectores de los subsistemas tuvimos unos encuentros con todos los directores de todos los centros de educación media, que van a tener la transformación este año 2023. Fueron encuentros sumamente ricos, en los que los directores nos mostraron con muchísimo orgullo algunas experiencias en los que estaban inmersos ya en el año 2022.
¿Qué cambios en la currícula implica la reforma?
Justamente, con aquello del trayecto y la continuidad, en vez de llamarle Ciclo Básico lo llamaremos tercer ciclo. El primer ciclo en educación inicial y lo que actualmente es primero y segundo; luego pasa a segundo ciclo que son tercero, cuarto, quinto y sexto de primaria; y luego tercer ciclo que son séptimo, octavo y noveno. Los edificios no cambian, los actores no cambian, los maestros van a seguir trabajando allí, pero es un cambio enorme desde el punto de vista curricular. Son esas competencias, esas capacidades, esas habilidades, ese saber hacer que van a tener los estudiantes durante la formación y al final de la formación. Esas competencias están plasmadas en los documentos curriculares nuevos que están ya publicados y a disposición de todos los ciudadanos del país en las páginas web de la ANEP.
Pero, además, estamos trabajando en intercambio de información fluida que hasta ahora era un obstáculo entre educación primaria, media y UTU. Es un trabajo concreto que hay que desarrollar y que hay que profundizar en los antecedentes de los niños, para que los docentes puedan trabajar esa continuidad de la que hablábamos.
En cuánto a la evaluación del alumno, ¿por qué se eligió el cambio de nota numérica a conceptos más elaborados?
Los cambios que hay en el régimen de evaluación tienen como propósito fundamental ser justos y sobre todo la protección de la trayectoria del estudiante. Eso está dicho explícitamente en el reglamento de evaluación.
En Uruguay se venía trabajando hace mucho tiempo en la promoción automática de primero a segundo, y en algunas escuelas se han hecho experiencias en ese sentido. O sea, el reglamento consagra muchas cosas que se venían experimentando y que estaban como antecedentes técnicos. Esto tiene que ver con generalizar algunas prácticas a todo el sistema. Y dentro de esa línea de trabajo está la protección de trayectoria y seguir de cerca la evolución de cada estudiante desde el punto de vista cognitivo y de los conocimientos, es que viene el cambio en la nota hacia conceptos más elaborados, más cualitativos, en los que se describe el avance del estudiante.
¿Cómo se viene realizando y qué cantidad de docentes han participado de los cursos de formación?
Los cursos de formación comenzaron el año pasado, en septiembre, con un curso de 120 horas para inspectores y directores. Los inspectores fueron los tutores de los directores. Ese curso que abarcó las generalidades de la enseñanza por competencia, el conocimiento de las progresiones, conceptos de evaluación, es decir, los fundamentos de la transformación, hasta el plan y los programas. Ya se puso, además, a disposición de todos los docentes de los implicados directamente el primer y segundo curso masivo abierto en línea. De estos cursos participaron el 90% de los maestros y el 80% de los docentes de educación media implicados.
Es muy importante destacar este hecho, porque ha sido un esfuerzo enorme para el diseño de estos cursos y hacerlos disponibles. En la historia del país, muy pocas veces se ha hecho una formación que abarque tantos actores en forma previa a la implementación de un plan de estudios. Eso es algo muy positivo que da una cierta base y garantía a todos los actores para desarrollar la transformación. Esta formación tiene otras instancias; habrá un segundo nivel de planificación-evaluación, que se va a hacer disponible en julio, y va a haber más cursos para inspectores, y otros para poder abordar la transformación curricular desde un punto de vista disciplinar.
¿Cómo se evaluará el impacto de la reforma?
Ya se inició una evaluación para retroalimentar información a quienes estamos involucrados directamente en el proceso, que ayudará a introducir mejoras. Además, estamos elaborando con los equipos técnicos una serie de criterios indicadores para justamente evaluar y medir esas prácticas en el terreno objetivo.
En definitiva, también a lo largo de los años, el impacto va a ser en los niveles de egreso. Obviamente estos últimos indicadores y aspectos se van a poder evaluar en el mediano y largo plazo. Posiblemente, uno de los primeros indicadores que podamos evaluar rápido sea la retención porque esto se mide año a año. Pero los aprendizajes y egresos llevarán más tiempo.
Por Camilo Genta