Un Tour de Force Vaticano de un seglar uruguayo. Por Diego Passadore.
De alguna manera, la Santa Sede nos resulta muy lejana y de alguna manera, inalcanzable a los uruguayos. Tenemos noticias por la prensa, escuchamos a los papas, pero ¿cómo es realmente la vida y el trabajo en la curia romana? Con El Testigo, tenemos el privilegio de conocer de primera mano la experiencia de un seglar uruguayo que silenciosamente estuvo al servicio de cinco pontificados durante casi cinco décadas y que nos ha querido compartir sus vivencias.
Es un relato apasionante y cercano que permite descubrir un Vaticano “diferente” contado con una mirada comprometida y crítica de un joven abogado casado y con un hijo pequeño, que de un ir por un año a trabajar ad experimentum en el nuevo Consilium de Laicis enviado por el arzobispo Carlos Partelli en 1971, en el papado de san Pablo VI, nunca se volvió porque no lo dejaron.
Cuando Carriquiry comenzó, todos los cargos superiores en la curia vaticana estaban reservados exclusivamente para presbíteros. Fue un pionero como primer seglar en ocupar varios puestos jerárquicos, como jefe de oficina y luego subsecretario en el Pontificio Consejo para los Laicos, y finalmente secretario de la Pontificia Comisión para América Latina. Apertura que se logró a partir del Concilio Vaticano II, que destacó la dignidad y misión de los seglares hombres y mujeres en la Iglesia.

Tuvo la oportunidad de participar en la creación de las Jornadas Mundiales de la Juventud, en la formalización de nuevas comunidades, participando de sínodos de obispos, conferencias episcopales latinoamericanas, viajes pontificios, visitas ad limina apostolorum de obispos al Vaticano, luchando mil batallas y tendiendo puentes, siempre afirmando con franqueza y transparencia las cosas que pensaba. Muestra un Vaticano que ha evolucionado para bien en estas décadas, y donde queda mucho por hacer.
Carriquiry y su familia, con gran hospitalidad tuvieron el privilegio de recibir en su casa a muchas luminarias de la talla del cardenal Bergoglio o el cardenal Ratzinger, así como a innumerables amistades de Latinoamérica y el propio Uruguay.
En resumen, un tour de force vaticano de un seglar compatriota que con mucha generosidad nos lo comparte, y que me llena de orgullo como seglar uruguayo. Sin dudas, ¡el libro católico del año!

